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OPINIÓN/ BELICOSOS O ECUMÉNICOS

Escribe: César Campos R.

Culminado el proceso de elección de los candidatos de fórmulas presidenciales, a las dos cámaras del Congreso y al Parlamento Andino (solo ensombrecido por los lamentables conflictos internos de Acción Popular y la inaudita dilucidación que las normas obligan a realizar al partido Salvemos al Perú para designar a su aspirante al sillón de Pizarro mediante una moneda lanzada al aire) estamos casi oficialmente en ruta al inicio de las respectivas campañas a fin de ganar el respaldo ciudadano.

Está demás reincidir en esta modesta columna sobre el disparatado sistema politico-electoral que nos conduce a un escenario patético y de supina fragilidad institucional. 39 opciones en el partidor constituye un insulto a las neuronas, una afrenta a la democracia representativa y un asesinato del servicio público.

El sufragio del próximo 12 de abril, más allá de las calidades particulares de algunos de los competidores, arrojará un resultado nada distante de lo ya conocido y experimentado en los últimos 10 años: un parlamento hiperfraccionado donde ahora los senadores pondrán a prueba su capacidad de corregir el populismo de los diputados o ceder a ello.

Y un gobierno sin mayoría congresal definida que intentará sobrevivir en un juego de toma y daca con el legislativo. La pugna entre ambos poderes que anticipan algunos candidatos presidenciales mediante el uso de la cuestión de confianza establecida por la Constitución a fin de sumar razones para disolver la cámara baja, suena bonito pero todavía no echa raíces en su viabilidad.

Y ya que hablo de pugnas, belicosidad, fragmentos y polarización, invito a observar cómo se está construyendo el perfil del próximo o próxima presidente anhelado por el común de los votantes. En mis casi 50 años de observación de los procesos electorales, subrayo las líneas gruesas en la conducta de quienes concurren a las urnas y vuelcan su apoyo a un postulante.

Entre las elecciones a la Constituyente de 1978 y las generales de 1980, por ejemplo, primó el ánimo reivindicativo hacia Víctor Raúl Haya de la Torre y Fernando Belaunde Terry.

Alan García 1985 fue el voto disruptivo con apuesta por un programa social en plena crisis dejada por el segundo belaundismo. Alberto Fujimori 1990 fue la primera experiencia contra una actitud polarizante, en ese momento encarnada por Mario Vargas Llosa. El 2001 se inaugura el voto “en contra de”: Alejandro Toledo vence a García (todavía poco claro en la equidistancia de las malas decisiones de su primera administración), el 2006 García vence a Ollanta Humala chavista. El 2011, 2016 y 2021 salen elegidos  Humala, Pedro Pablo Kuczinski y Pedro Castillo activando la fobia contra Keiko Fujimori.

El fenómeno de un mandatario transitorio como José Jerí con apoyo popular cercano al 50 % sin resultados aún concretos pero dialogante, abierto, joven, lenguaje realista y solo motorizado por la construcción de una imagen, genera la pregunta respecto a si tales características establecerán una valla, un paradigma, un espejo para quien lo sucederá en el cargo. ¿Se repetirá el modelo Fujimori 1990 cuando entró por los palos para pasar a la segunda vuelta sin pelear con nadie mientras Vargas Llosa, tontamente, se agarraba de las mechas con sus adversarios?

Es una lectura obligada. ¿Triunfará el belicoso o el ecuménico?

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