La Comisión que se creará para la investigación parlamentaria no es solo una obligación, es una prueba de fuego para la democracia
El caso Lava Jato ha sacudido las estructuras políticas de América Latina como pocos escándalos en la historia reciente. En el Perú, su impacto ha sido devastador: cuatro expresidentes investigados, líderes políticos y grandes empresarios encarcelados, millonarias coimas que distorsionaron la economía y la moral, una ciudadanía cada vez más desencantada con sus gobernantes y sus instituciones.
La Comisión que se creará para la investigación parlamentaria no es solo una obligación, es una prueba de fuego para la democracia. Porque el Congreso debe fiscalizar hasta al mismo Estado para desterrar la impunidad. Le toca hacer visible el entramado de sobornos de Odebrecht y otras constructoras brasileñas, no es una simple tarea administrativa, es una exigencia ética y política.
¿Cómo puede un país avanzar si no depura sus instituciones de quienes traicionaron la confianza pública por millones de dólares? La transparencia y la justicia son ejes de toda democracia. Ante las cuestionables deficiencias del Ministerio Público y el Poder Judicial en las acciones penales, el Congreso debe aportar una mirada más integral sobre cómo operaron estas redes de corrupción.
Identificar a quienes desde el estado facilitaron actos ilícitos y proponer reformas para cerrar los vacíos legales que permitieron que Odebrecht se convirtiera en un monstruo incontrolable. ¿Es posible garantizar imparcialidad? Debemos exigir transparencia y seriedad, que esta investigación no se convierta en un circo mediático donde se reparten culpas según la conveniencia electoral.
El Perú necesita saber la verdad, para reparar la confianza en la inversión. La parálisis de grandes proyectos de infraestructura, la incertidumbre en el sector empresarial y la deslegitimación del sistema político son heridas abiertas. Es la oportunidad de manejar este caso con independencia, rigor y sin cálculos electorales. Queremos respuestas y justicia. Que el Congreso esté a la altura de la esperanza.