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OPINIÓN/ La juventud del futuro: ¿nativos digitales o huérfanos emocionales?

Escribe:  Víctor Miranda

Victor Miranda Rodriguez

 

“Estamos formando a una generación que sabrá hablar con las máquinas mejor que con otros seres humanos. Y eso debería preocuparnos.”

 

Hoy, crecer con inteligencia artificial ya no es ciencia ficción para los jóvenes, es parte de su día a día. No es algo del futuro, es parte de lo que viven: desde asistentes de voz que resuelven dudas, hasta plataformas que saben lo que quieren antes de que lo pidan. La IA ya no es novedad, es parte del paisaje.

Pero la gran pregunta no es si van a saber usarla, sino qué clase de personas serán en un mundo donde la tecnología interpreta, decide y hasta crea en su lugar. Porque el verdadero reto no es técnico, es humano.

En las instituciones educativas, usan plataformas que se adaptan a su ritmo. En casa, muchos conviven más con pantallas que con sus propios padres. Y en redes sociales, los algoritmos les muestran justo lo que quieren ver, reforzando sus ideas y gustos. Todo esto ha cambiado lo que entendemos por privacidad, atención y hasta identidad.

Se suponía que la tecnología nos daría más tiempo, nos haría la vida más fácil, nos ayudaría a aprender más. Pero también nos ha traído una paradoja: chicos más conectados, pero no siempre más conscientes; con más información, pero no necesariamente más criterio; más rápidos, pero tal vez menos empáticos.

La IA no tiene ética, ni emociones. Solo funciona con eficiencia. Y si se convierte en modelo o en compañero frecuente, corremos el riesgo de que sus formas nos influyan más de lo que creemos: respuestas rápidas, cero tolerancia al error, necesidad de recompensas inmediatas. Una forma de sentir casi automatizada.

El filósofo coreano Byung-Chul Han hablaba del “infierno de lo igual”: esa idea de que los algoritmos nos encierran en burbujas donde solo vemos lo que nos gusta o pensamos, sin contrastes, sin debate. Y eso puede limitar mucho el pensamiento crítico.

Además, ahora la IA no solo hace tareas repetitivas, también crea: escribe, compone, diseña. Y entonces muchos jóvenes se preguntan: ¿para qué esforzarme, si una máquina lo hace mejor y más rápido? Esa idea puede quitarle valor al esfuerzo, a la creatividad, al proceso de aprender haciendo.

Lo preocupante no es que usen la IA, sino que lleguen a depender de ella para saber quiénes son, qué quieren o cómo actuar. Si dejamos que los algoritmos decidan todo, perdemos criterio. Si todo se automatiza, se apaga la empatía.

La tecnología es neutral. El problema no es ella, es lo que hacemos —o dejamos de hacer— con ella. No se trata de rechazar los avances, sino de no olvidar lo que nos hace humanos.

Educar para el futuro no es solo enseñar a usar herramientas digitales. También es enseñar a pensar, a sentir, a tener criterio. A diferenciar entre datos y sabiduría, entre estar conectados y estar presentes, entre saber cosas y comprenderlas. La IA puede ser útil, pero nunca va a reemplazar lo que se aprende viviendo.

Por eso, el papel de las familias, maestros y medios es más importante que nunca. Necesitamos espacios que no solo enseñen habilidades técnicas, sino también momentos de pausa, de reflexión, de desconexión. Porque la creatividad nace del silencio. El pensamiento crítico, del conflicto. Y la empatía, del contacto real.

El reto no es programar mejores máquinas, sino formar mejores personas. Jóvenes que sepan convivir con la tecnología sin dejarse absorber por ella. Que sepan cuestionar, que se atrevan a ir más allá de lo que dice un algoritmo. Que se den tiempo para sentir, incluso cuando la pantalla diga que todo está bien.

La inteligencia artificial puede darnos respuestas. Pero solo la humana nos da sentido. Y sin sentido, no hay futuro que valga la pena.

Un comentario en «OPINIÓN/ La juventud del futuro: ¿nativos digitales o huérfanos emocionales?»

  • «Porque la creatividad nace del silencio. El pensamiento crítico, del conflicto. Y la empatía, del contacto real», esas frases son muy buenas. Deberíamos tener, quizá, un manejo más adecuado de las IA.

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