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OPINIÓN/ Perú y la quinta libertad: un silencio que preocupa

Escribe: Alexandre Ridoutt Agnoli

 

Ha llegado la hora de valorar y proteger nuestros cielos, reflejando su verdadero valor en el desarrollo de la infraestructura aeronáutica del país.

 

En el negocio aeronáutico no existe la ingenuidad. Cada quinta libertad concedida es un privilegio económico de enorme valor. Chile lo entiende perfectamente: por eso sus aerolíneas LATAM, SKY y JetSmart compiten ferozmente entre ellas por repartirse las cuotas de rutas que el Perú ha puesto sobre la mesa y consolidar así su dominio en nuestro mercado. Lo incomprensible es que, en lugar de usar esta ventaja como una carta estratégica, nuestras autoridades las hayan entregado sin cálculo ni defensa del interés nacional, y sigan renunciando a la ganancia y a la soberanía que estas rutas deberían generar.

Para decirlo en simple: la quinta libertad del aire permite que una aerolínea de un país A (por ejemplo, Chile) despegue desde Santiago, haga escala en Lima (país B) recoja pasajeros/carga, y luego los lleve a Miami (país C). Es decir, puede vender boletos entre Perú y Estados Unidos como si fuera su mercado propio. El problema y lo paradójico es que esos pasajes y la carga transportada tributan en el país de origen de la aerolínea (Chile, en este caso) y no en el Perú, lo que significa que dejamos escapar ingresos fiscales y beneficios económicos que deberían fortalecernos.

Aquí no se trata de falta de información, sino de falta de profesionalismo, de una indiferencia y hasta de una entrega sospechosa en negociaciones que rozan la complicidad. Porque mientras el artículo 6 del Convenio de Chicago (1944), la Ley de Aeronáutica Civil (Ley 27261) brindan todas las herramientas para condicionar, limitar o incluso cobrar por las quintas libertades, el Perú eligió el camino más torpe: regalarlas. ¿Por qué? ¿Por negligencia o por intereses ocultos?

Lo cierto es que las consecuencias saltan a la vista: mientras Chile consolida su posición regional, el Perú pierde ingresos que podrían financiar aeropuertos modernos y aeródromos a lo largo y ancho del país para expandir la conectividad de las regiones. Peor aún, sospechosamente nuestras autoridades mantienen durante años esta pasividad, como si les incomodara ejercer soberanía o peor aún como si hubiera un “costo de oportunidad” que trasciende de gestión en gestión para mantener las cosas como están.

La solución no pasa simplemente por “sentarse a negociar”, pues eso sería caer nuevamente en un exceso de ingenuidad diplomática que roza con la complicidad. Lo que corresponde es comunicar con claridad y firmeza que las reglas ya cambiaron.:

Principios para renovar quinta libertad en el Perú:

  • Reciprocidad efectiva y medible: solo se concederá cuando exista una equivalencia comprobable en oportunidades de rutas.

  • Canon económico compensatorio: en ausencia de reciprocidad, la quinta libertad deberá generar un pago directo en favor del Estado.

  • Regla de “úsala o piérdela” (use it or lose it): los derechos otorgados deberán ser ejercidos en plazos definidos, de lo contrario se revocarán.

  • Compromisos de competencia: toda concesión estará condicionada a que no se configure un monopolio disfrazado ni una concentración abusiva del mercado.

“El mensaje debe ser claro: la toman o la dejan. Porque mientras Chile defiende cada milímetro de su espacio aéreo como un activo estratégico, el Perú lo sigue tratando como si fuera terreno baldío, dejándolo en manos de negociadores que parecen olvidar que lo que está en juego es la soberanía nacional.”

Y ahí está la ironía: tenemos todas las herramientas legales para equilibrar la balanza: Convenio de Chicago, Ley 27261 y los propios Acuerdos de Servicios Aéreos (ASA) que permiten fijar compensaciones económicas por pasajero o kilo de carga transportado en quinta libertad, pero seguimos presos de la indolencia y la sospecha de que, detrás de este acuerdo, hubo y sigue habiendo intereses que no son precisamente los del país.

No podemos negar que con la llegada de LAN al Perú la aviación nacional alcanzó un auge y un progreso que ni los empresarios peruanos ni las autoridades supieron darle en décadas. Sin embargo, las oportunidades de aprovechar la quinta libertad para volar hacia el sur son prácticamente nulas, frente al enorme potencial que ofrece este mismo derecho para explotar los mercados del norte del continente, como Estados Unidos. En ese contraste está la clave: no podemos dejar de ver en la quinta libertad un recurso estratégico capaz de generar ingresos económicos que se traduzcan en desarrollo de infraestructura aeronáutica a lo largo y ancho del país.

La quinta libertad no es cortesía ni favor: es soberanía. Los cielos del Perú son patrimonio de todos los peruanos, no botín de las decisiones de unos pocos. No pueden seguir siendo tratados como un bien sin valor:

“Si no existen mecanismos ni mercados que equilibren los beneficios, entonces tendrán que pagar por ellos.”

 

Un comentario en «OPINIÓN/ Perú y la quinta libertad: un silencio que preocupa»

  • Total y absolutamente de acuerdo nuestros Aeródromos y Aeropuertos dan pena no solo estéticamente si no en Logistica (combustible) gracias a la falta de inversión de fondos en Aeronautica (falta de Buenas Escuelas de Pilotos y tripulantes de vuelo) .
    No tenemos Reserva Aérea .
    No tenemos implementado el sistema SAR,etc.

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