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OPINIÓN/ Reunión de Comisión Mixta con Colombia debe ser cancelada

Escribe: Migue Ángel Rodríguez Mackay

Dr. Miguel Rodríguez Mackay - Escuela Superior de Guerra del Ejercito

Está claro que el objetivo colombiano es sustanciar una controversia que no existe por lo que debemos evitarla a cualquier precio

 

La intolerable persistencia del discurso político del presidente de Colombia, Gustavo Petro, de desconocer abiertamente la soberanía del Perú sobre el Distrito Santa Rosa de Loreto, debe significar sin más tiempo que perder, el anuncio del Gobierno del Perú, de la cancelación de la reunión de la “Comisión Mixta Permanente para la Inspección de la Frontera Colombiano-Peruana” – COMPERIF, prevista para los días 11 y 12 de setiembre de 2025.

Resulta, absolutamente impensable, que nuestra diplomacia pueda sostener un encuentro en nuestra capital con la delegación colombiana para que nos digan en nuestra propia cara y en suelo nacional -está completamente decantado que así será-, que Santa Rosa no es parte de la soberanía del Perú, cumpliendo escrupulosamente la instrucción del mandatario colombiano, que acaba de asegurar que los técnicos de su país “irán a este punto limítrofe para demostrar que Santa Rosa no ha sido adjudicada al Perú”. ¿Podría aceptarse un encuentro con la otra parte de la Comisión que cuestiona abiertamente la soberanía peruana sobre nuestro propio territorio?. Debo decir, enfáticamente, que por supuesto que no.

A la luz del accidentado contexto peruano-colombiano de los últimos días, provocado deliberadamente por Petro, acostumbrado todo el tiempo a la doctrina del populismo, la demagogia y la mentira, no será difícil alertar que la sola aceptación del encuentro bilateral en nuestro territorio y el riesgo altamente letal de que la delegación colombiana no desaproveche la oportunidad para repetir lo que quiere en el fondo su presidente, lamentablemente, resultarán circunstancias idóneas para que Petro impulse la narrativa de una controversia jurídica, que no tiene pies ni cabeza. Ha dicho que, por todo lo sucedido, Colombia podría terminar demandando al Perú ante la Corte Internacional de Justicia.

Esta última aseveración debe habérsela sugerido alguien que desprecia la verdad como él, y desea congraciarse con el presidente. Cuando digo que el asunto debe quedar circunscrito en el marco diplomático, lo digo de manera excluyente de los ámbitos político y jurídico. Está claro que el objetivo colombiano es sustanciar una controversia que no existe por lo que debemos evitarla a cualquier precio, pues siendo verdad que es un principio del derecho internacional que no basta que una parte diga que hay una controversia para que ésta exista, los peruanos no deberíamos emitir pronunciamientos, por más lógicos que resulten, cargados de buena fe, no lo dudo, porque servirán a las pretensiones de Petro de armar un expediente que sustancie la inexistente controversia y decida demandar al Perú ante la Corte Internacional de Justicia.

La sola aceptación de la reunión bilateral del mes de setiembre próximo y la postura colombiana en el Perú, será inmediatamente aprovechada para crear un punto de inflexión en sus propósitos y condiciones que permitan construir aquello que la Corte Permanente de Justicia Internacional, la antecesora de la Corte Internacional de Justicia – CIJ, definió por el fallo en el caso de las Concesiones Mavrommatis, en Palestina de 1924, como una controversia, esto es, la oposición de planteamientos o de tesis, la que se podría verificar en textos escritos antagónicos a los de Colombia, de diversa procedencia en el marco nacional. ¡Evitémoslos!.


(*) Excanciller del Perú e Internacionalista


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