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OPINIÓN/ Trump, depredador político

Escribe: Luis Gonzáles Posada

 

Sabe que la candidata demócrata lo aventaja en las encuestas

 

A pocos días de las elecciones, Donald Trump ha lanzado otro brutal y cobarde ataque a la candidata demócrata, Kamala Harris, diciendo: “no te soportamos, vicepresidenta del mierda”. Lo hizo en el aeropuerto de Pennsylvania, donde previamente, durante 12 minutos, alabó el tamaño del pene del golfista Arnold Palmer, entre aplausos y risotadas de sus admiradores.

Trump siempre ha recurrido al insulto y la difamación contra sus adversarios. Y en el caso de la señora Harris, ha dicho que su carrera política fue impulsada a través de favores sexuales, al igual que Hillary Clinton. El portal Truth, del Partido Republicano, divulgó imágenes de ambas damas con un texto que decía “es curioso cómo las mamadas impactaron en sus carreras”. La referencia sobre Hillary, rival en las elecciones del 2016, aludía al escándalo provocado por Bill Clinton con la becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky; y sobre Kamala Harris, al supuesto romance que habría tenido con el ex alcalde de San Francisco, Willy Brown, cuando estaba casado.

El pasado 23 de julio el diario español El País informó que circula un falso logo de campaña de la candidata demócrata “en forma de silueta de una mujer realizando felación con un hombre”. Luego, el medio agrega que “en sus redes sociales la llaman “Cumala” (un juego de palabras entre Kamala y la palabra semen en inglés), a quien pregunta cuántos abortos se ha sometido por culpa de su sórdido historial sexual”. Además, la califica de “negra, loca, incompetente, jodidamente mala”, entre otros agravios.

Sin embargo, no es la primera mujer a quien Trump ofende. A aquellas con las que no simpatiza las califica de “perras”, “cerditas gordas”, “vagabundas” y “animales repugnantes”. Refiriéndose a la destacada periodista Ariana Fugginston, sostuvo que era “poco atractiva, tanto por dentro como por fuera”, agregando que “comprendo perfectamente porque su marido la dejó por un hombre”; y el 2016, cuando disputaba la postulación del Partido Republicano con Carly Florina, manifestó que “tenía cara de caballo”.

Al presidente Biden lo ha escarnecido sistemáticamente, con perversidad, por su avanzada edad, tropezones o caídas en diversos escenarios, llamándolo “viejo, montón de basura”.

En su momento se mofó de Hillary Clinton, cuando el servicio secreto la retiró de una ceremonia por sufrir una descompensación. Ante ese percance promovió mordaces videos cuestionando su estado de salud, al igual que hizo con un periodista discapacitado del New York Times que padece problemas de movilidad en brazos y manos (enfermedad de artrogriposis), a quién imitó burdamente en televisión.

En los pocos días que faltan para las elecciones, Trump incrementará su despiadada arremetida, cargada de groserías e infamias, especialmente porque sabe que la representante demócrata lo aventaja en las encuestas. Por lo pronto, ha dicho que de ganar Kamala “destruirá nuestro país, como destruyó San Francisco y California. Desaparecerán millones de puestos de trabajo y habrá 70 millones de migrantes de todo el mundo”, advirtiendo que con ella “la tercera guerra mundial está garantizada”.

Ese es el contexto tóxico, sórdido, en que los norteamericanos elegirán al presidente de la primera potencia económica y militar del mundo, evento que ocurre en circunstancias dramáticas para la humanidad. La invasión de Rusia a Ucrania; el enfrentamiento de Israel con Irán, Hamas y Hezbollah; los ensayos nucleares de Corea del Norte; la pretensión China de invadir Taiwán, necesitan un país unido, con un comandante en jefe que no confronte con sus compatriotas y capacidad para construir una plataforma internacional unitaria con las democracias occidentales para así defender la democracia, la libertad, los derechos humanos y la paz.

Trump, de ganar, provocará el caos. Como lo hizo desconociendo el resultado de las elecciones que ganó Biden; y también al movilizar a grupos extremistas para que asalten el Capitolio, exigiendo anular las elecciones, un episodio cruento donde murieron cinco personas, entre ellos un policía.

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