CRÓNICASDESTACADAS

LAS (últimas) AVENTURAS DE ‘PINKY’ CASTILLO Y ANIBAL “THE BRAIN” TORRES

Por: Gonzalo Rojas Samanez

 

Esos mismos que hoy incendian la pradera deberían saber quién era su jefecito.  Un pelmazo como sus compinches, su propia familia, metida en un mundo que creyeron de hadas con Palacio y príncipes y ujieres y Salatieles con millones en el bolsillo para regalar, cine y todo lo que debe tener un Palacio

 

–¿Qué te dijo el general?
Preguntó Pepsi Chávez, la primera ministra.
No le entendí. Me dijeron que el número estaba equivocado. Que no joda.
No me sorprende –exclamó un irritado jefe de asesores caricaturizando sin querer a The Brain mientras Pinky funge de presidente programable y amaestrado. The Brain ha interrumpido sus habituales y extraños soliloquios en un lenguaje ininteligible con gran despliegue de gestos propios de un “desequilibrado que se cayó del catre” (como decía mi padre) dirigidos aparentemente hacia los gallinazos que de un tiempo a esta parte han multiplicado su número en los techos de Palacio. Súbitamente lúcido y aparentemente calmado, Anibal The Brain Torres alza la voz para sugerir sibilinamente la idea: sería necesario evacuar temporalmente las instalaciones de Palacio de Gobierno. Se acabó el cuento.
Somos fuga señores. Hay que incendiar la pradera para ganar tiempo.
Pepsi Chavez, torcida como ella sola, propone entregar a la esposa de Pinky a manos de la fiscalía, “si se trata de ganar tiempo mientras quemamos la pradera”, pero en realidad su tiempo ha terminado. Ya nadie le hace caso a nadie, es el debande. Los “militares amigos” del nuevo gobierno imperial presidido por Pinky no contestan el teléfono, no llaman no envían mensajitos por wasap, naca la piriñaca. Probablemente ni eran militares y menos “amigos”. Los “ministros” se pelean por entregar sus renuncias. Si es una celada ha sido brillantemente ejecutada: empujarlo a que se dispare un misil ya no al zapato sino al cuerpo. El golpe de estado más estúpido de la historia universal. Salen cargando lo que puede cada uno en bolsas de rafia, dentro queda un cerro de paquetes con parte del mobiliario de Palacio que pensaban llevarse, rateros hasta el final.
No llegan lejos, los atrapan con un despliegue inusual, los reciben oficiales de policía canosos, solícitos y cordiales que les invitan a entrar, a salir, a pasar por favor a la otra oficina. Pinky, para variar, está en otra, con él no es. En la sala les dicen que esperen. Pinky se acomoda, se relaja, mira hacia el revistero cercano y coge un ejemplar antiguo de CARETAS.
Durante las siguientes siete horas Pinky revisará una a una todas las páginas de la revista. Estaba fascinado. Nunca antes había leído una revista de estas. Lo dijo en la campaña, no lee, es maestro en mañas, en malas artes, en el saqueo, no en educación y menos de menores.
Me ha gustado la revista.
Dice Pinky dudando en si lo dejarán o no pedir otro ejemplar más reciente.
¿Pero entendiste algo?  –pregunta The Brain sicópata paranoide, crónico y maligno lanzando guiños burlones y pretendidamente obscenos hacia una de las fiscales a quien toma por la Primera Ministra Pepsi Chávez. Pepsi, tras múltiples metamorfosis, al final, ha asumido un aire certeramente definido como “Iparraguirre.latorre.dos reloadaed”.
¿Había que entender algo?
Pregunta Pinky desconcertado. Los solícitos y cordiales policías ya mayores le explican que lo van a trasladar a la DINOES, que es como era El Rancho, un fundo campestre con todas las comodidades y hasta trencito, que es por su seguridad y también le vamos a poner estas esposas por su seguridad y además es la ley.
–¿Cuál ley?
Pregunta Pinky.
–Le recuerdo señor Castillo que lo hemos detenido en flagrancia?
–¡¿Qué es eso?!
–Quiere decir que a usted lo hemos capturado por que en este momento está cometiendo un delito.
–¿Delito? ¿Yo? ¿Cuál delito?
–Ha dado usted un golpe de estado, ha lanzado un mensaje en televisión, que es en sí un acto de gobierno, disolviendo el congreso, interviniendo el poder judicial, la fiscalía, la junta nacional de fiscales… ha pedido que cerquen el congreso y que detengan a la Fiscal de la Nación. Poco le faltó para meterse con los clubes de fútbol y los comedores populares.

 

 

Maldita sea, qué estaré pagando carajo. Me tenía que tocar este… No te acuerdas de eso ni de nada, menos de quien escribió el discurso, no te acuerdas de nada…

 

 

Más tarde su propio compinche en Méjico, el inenarrable AMLO, tratando de defenderlo, entregó el clavo, confirmó su intención de fuga con lo cual la preventiva sale caliente.
–¿Quién? ¿Yo? ¿Cuándo? Debe ser por ese papel que leía esta mañana para los muchachos de canal siete. Yo no golpeé nada, yo leí un papel.
The Brain, visiblemente perturbado como siempre, interviene, discute brevemente, luego acepta, sabe que detrás de esa cortesía hay una venganza sutil para quien humilló como nadie a nuestra policía haciéndose atar los pasadores. ¿Policías defendiendo delincuentes y humillados por esos delincuentes? La policía está en los poblados pequeños, en los más alejados y en los conos de Lima, la policía tiene que estar con la gente, ellos son el pueblo en armas, como lo son los soldados. Necesita estar del lado, y al lado, de la gente.
Demostrando una paciencia entrenada, los policías canosos insisten, Pinky le pasa todo a The Brain. Por si acaso, el papel de The Brain lo han desempeñado otros antes que el desquiciado actual. En una época, quien tiraba de las palancas que movían a Pinky desde un control maestro ubicado en la cabeza del afectado fue Vladimir Cerrompe, una suerte de aprendiz de gurú frustrado, pasatista y avezado que alguna vez se creyó revolucionario a la cubana o algo así. Es el problema de este modelo de Pinky, ya descontinuado por algo, depende de quien maneje las palancas en su cabeza, es programable.

 

CASTILLO PIDE QUE SE ANULE INVESTIGACIÓN FISCAL EN SU CONTRA - El primer periódico digital del Perú

¿Funciona el trencito que hay en DINOES?

 

 

Uno de los generales pide una toalla, le traen una azul que hace juego con la casaca del expresidente, para disimular los grilletes. En el auto, camino a la DINOES, The Brain lo programa pacientemente para que, si le preguntan cualquier cosa sobre el golpe, diga que no se acuerda, qué vas decir, que no me acuerdo, ¿que no te acuerdas de qué? De lo del golpe de estado. ¡No! ¡No seas tarado! ¿Que no me acuerdo que tú escribiste el discurso que leí? ¡No! NO, no, no. Maldita sea, qué estaré pagando carajo. Me tenía que tocar este… No te acuerdas de eso ni de nada, menos de quien escribió el discurso, no te acuerdas de nada… Espíritus de Calígula, Adolf Hitler, Joseph Goebbels y Benito Mussolini, iluminen mi camino y denme paciencia, ustedes nunca me fallaron. A ver, ensayemos:  Si te preguntan de que no te acuerdas diles que no te acuerdas. O sea que repito. Otra vez, ¿Quién escribió el discurso que leyó usted en la mañana de hoy… ¿Discurso? No, no me acuerdo. ¿Se acuerda de cuando leyó el discurso? No, no me acuerdo. Eso es, buen chico, ahora sí te has ganado una de esas galletas de coco que tanto te gustan.
Cuanto daño puede hacer la ignorancia. Pero los que crearon este cuento, este monigote, los que lo pusieron, esos sabían lo que hacían, casi lo logran cuando tratan de paralizar el país, tomar y destruir aeropuertos, destruir expedientes y edificios para desaparecer sus juicios. Narcos, mineros ilegales, destructores de bosques y de personas en bacanales de barbarie y estupidez. La informalidad y el desorden como doctrina tiene que detenerse. Los que jugaron su última carta y perdieron deberían entregarse, confesar voluntariamente, decir la verdad sobre su majestad el expresidente Castillo. Esos mismos que hoy incendian la pradera deberían saber quién era su jefecito.  Un pelmazo como sus compinches, su propia familia, metida en un mundo que creyeron de hadas con Palacio y príncipes y ujieres y Salatieles con millones en el bolsillo para regalar, cine y todo lo que debe tener un Palacio, no conoce y cae en todas las tentaciones.
      Pinky mueve la cola, contento. Optimista como siempre, pregunta:
–¿Funciona el trencito que hay en DINOES?

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