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EL PROBLEMA DEL PERÚ ES EL FRACASO DE LA POLÍTICA

(El Montonero).- En el Perú el modelo económico ha sido un ejemplo mundial para los países emergentes, en cuanto a reducción de pobreza y avances sociales. En tres décadas, luego de las reformas económicas de los noventa, el PBI se triplicó y la pobreza se redujo del 60% de la población a solo 20%, antes de la pandemia (hoy está en 27.5%), mientras surgían extendidas clases medias en las ciudades.

Fracaso general del Estado y ausencia de alternativas hacia el 2026

Conoce a los poderes del Estado - PQS

 

la incertidumbre política sobre el futuro del país es otro de los factores que influye en el brutal frenazo económico y el aumento de la pobreza.

 

¿Cómo así entonces una sociedad de ese tipo terminó suicidándose con la elección de Pedro Castillo? La respuesta no está en la economía, sino en la política. Desde las reformas económicas de los noventa, la política se convirtió en sinónimo de deterioro, crisis y guerra, bajo la polarización destructiva entre fujimoristas y antifujimorista, una fábula inventada por la izquierda progresista, que lo destruyó todo, determinó la elección de Castillo y, finalmente, acabará con la llamada izquierda caviar.
Sin embargo, no todo se puede explicar por esa nociva polaridad que mencionamos. Casi nadie en el sistema político, desde las derechas hasta las izquierdas, entendió la trascendencia de las reformas económicas, el crecimiento y el proceso de reducción de pobreza. Muy por el contrario, la mayoría de jefes de Estado en las últimas dos décadas se eligieron desarrollando campañas en contra del modelo económico del país. Emergió entonces la leyenda de las cuerdas separadas: la economía avanzaba sin sobresaltos en medio de la crisis política perpetua.
La crisis política, bajo la influencia de las narrativas de izquierda, en vez de reformar y construir un Estado moderno –tal como se había hecho con el BCR, el Ministerio de Economía y Finanzas y otras entidades– empezó a generar un Estado sobrerregulado, lleno de trabas, aduanas y cordilleras en contra de las iniciativas de la sociedad y el sector privado. Finalmente, el Estado se erigió como un enemigo abierto en contra de la inversión privada, en donde el procedimiento y el burócrata tienen un poder ilimitado frente  a la sociedad y los mercados. La ideología progresista se extendió de aquí para allá.
En este contexto, los casos y las denuncias de corrupción, se sumaron a las fábulas que enfrentaban a fujimoristas y antifujimoristas, así como a la realidad del Estado sobrerregulador, y se produjo el cóctel que puso el poder a Castillo. De allí que no sea exagerado sostener que la economía en el Perú sacó una nota sobre 15, mientras que la política salió desaprobada en todas las materias.
Luego del fracaso del golpe de Castillo y la derrota de las olas de violencia que pretendieron quebrar el Estado de derecho e instalar una constituyente, la economía se ha frenado por efecto directo de la mala política. El PBI apenas crecerá 1% este año, mientras que la inversión privada y el consumo caen de manera preocupante. No hay nuevas inversiones en el país.
A pesar de haber salvado el Estado de derecho con su clara oposición a la constituyente y de haber enfrentado todas las estratagemas comunistas y progresistas, la actual mayoría democrática del Congreso tampoco ha entendido las razones del fracaso general de la política en el país. De allí, por ejemplo, que no se conozca ninguna reforma promercado en curso ni tampoco una voluntad de derogar las normas laborales que promueven el enfrentamiento entre trabajadores y empresarios –promulgados por Castillo–, mientras se percibe una ofensiva legislativa de las bancadas comunistas. A este paso, los últimos restos del modelo apenas llegarán al 2026.
Por otro lado, en la mayoría democrática del Congreso tampoco se entiende que la unidad y la convergencia de la mayoría de fuerzas que enfrentaron al proyecto de la constituyente del eje bolivariano es una condición para que el país recupere predictibilidad y viabilidad. De alguna manera la incertidumbre política sobre el futuro del país es otro de los factores que influye en el brutal frenazo económico y el aumento de la pobreza.
Por todas estas consideraciones, a estas alturas, es incuestionable que el principal problema del país es político, pasa por una solución política. No solo en cuanto a la mayoría del Congreso, las reformas y las iniciativas legislativas, sino también en cuanto a la formación de la alternativa electoral hacia el 2026: un proceso de unidad programática, pero también de trabajo y organización de bases.

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