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TEMORES DE LAS CLASES MEDIAS Y LAS ÉLITES NACIONALES

Escribe: Víctor Andrés Ponce

Director de El Montonero

 

Detrás de ese fenómeno comienza a levantarse una reacción conservadora, una ola conservadora que tendrá otro contenido y de naturaleza claramente antiprogresista y anticomunista.

Se ha publicado una encuesta en la que Keiko Fujimori y Antauro Humala disputan la segunda vuelta. Y de pronto, el temor y el desconcierto se extiende entre las clases medias y las élites nacionales. El hecho de que, en el Perú, luego del desastre nacional del gobierno de Pedro Castillo y de las olas de violencia del radicalismo –que dejaron un saldo lamentable de 60 peruanos muertos–, no haya surgido una alternativa del centro derecha, de una u otra manera, explica el nerviosismo de las élites.
Sin embargo, vale preguntarse si Antauro es una amenaza real o una de esas construcciones políticas que se perpetran para generar un determinado estado de cosas. En ese sentido, si Antauro es una amenaza real, entonces, quiere decir que la mayoría de los peruanos respalda el golpe de Estado de Castillo, la destrucción institucional y económica del gobierno de Perú Libre, la recesión, el bajo crecimiento y el aumento de la pobreza, lacras de las cuales estamos tratando de salir. Es evidente que la respuesta es que la mayoría no respalda –al menos por ahora– el retorno a la tragedia nacional de Castillo.
Sin embargo, nunca vale la soberbia en los análisis políticos, y es incuestionable que Antauro sí puede aglutinar el tercio electoral que parece haberse instalado en el sistema político, sobre todo en las provincias del sur del país. Y semejante posibilidad lo podría llevar a una segunda vuelta. Sí, existe esa posibilidad, pero de allí es imposible avanzar. Ni con propuestas para fusilar a los corruptos ni con la bukelización de la campaña. Finalmente, el factor Bukele solo abonaría a una candidatura de la centro derecha, y de ninguna manera a un radicalismo de la extrema izquierda o del nacionalismo. Una llamada o una foto del propio Bukele lo definiría todo. ¿ O no?
Antauro es una amenaza, pero no tanto. No sería extraño, incluso, que surja un candidato desde el radicalismo que le dispute ese tercio pétreo, sobre todo considerando los problemas de conducta del nacionalista. En cualquier momento puede aparecer una instantánea, un gesto, que reduzca sus posibilidades a cero.

La ola conservadora ya está en curso y parece extremadamente difícil que Antauro pueda cabalgar sobre ese tsunami.

 

Las posibilidades de Antauro, por otro lado, deberían analizarse dentro de la reacción conservadora que se avecina en nuestra sociedad, casi como una ley física. Algo que parece inevitable. En las últimas décadas las narrativas progresistas –desde el informe de la CVR, pasando por las ideologías de enero, las fábulas medioambientales anti inversión y las ideologías de los derechos humanos para erosionar la autoridad democrática del Estado de derecho– son las directas responsables de un nuevo entrampamiento del Perú. Sin esos relatos Castillo no habría llegado al poder.
Hoy contemplamos la reacción de los políticos judicializados por la república progresista –que suelen ganar elecciones por la derecha y por la izquierda–, sobre todo en el avance del Congreso en contra del control caviar de las entidades de justicia y del sistema político electoral. Sin embargo, se trata de una reacción política en la que participan derechas e izquierdas en contra de un enemigo común. Nada más.
Detrás de ese fenómeno comienza a levantarse una reacción conservadora, una ola conservadora que tendrá otro contenido y de naturaleza claramente antiprogresista y anticomunista. Es una reacción casi espontánea de la sociedad más religiosa del continente. Es una reacción que nadie puede dirigir ni controlar ante décadas de fábulas progresistas. La ola conservadora ya está en curso y parece extremadamente difícil que Antauro pueda cabalgar sobre ese tsunami. Casi imposible.

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