es fundamental que la nueva mesa directiva entienda la importancia de mantener la frágil estabilidad hacia el 2026. Igualmente es trascendente que se definan algunas reformas constitucionales y legales a desarrollar
Es evidente que el objetivo central de la nueva Mesa Directiva del Legislativo será el mantener la frágil estabilidad alcanzada luego del golpe de Pedro Castillo. Una precaria estabilidad que –no obstante todos los problemas acumulados por el Ejecutivo y el Congreso, y los abrumadores niveles de desaprobación de las instituciones– está organizando una salida hacia las elecciones del 2026. Incluso el rebote económico sobre el 5% de abril y mayo corresponde a una sociedad relativamente normalizada.
La idea de una frágil estabilidad se acrecienta con el estrepitoso fracaso de las izquierdas progresistas y comunistas en la convocatoria de un paro nacional para el viernes pasado. En las provincias del sur cada uno de los intentos radicales fracasaron de principio a fin.
La continuidad de la gobernabilidad, entonces, recae exclusivamente en las fuerzas de buena voluntad dentro del Ejecutivo y del Congreso. En ese sentido, la alianza que formará mayoría para elegir la nueva mesa directiva del Congreso es fundamental. Todos sabemos que, en este camino, existe un eje: la alianza de Fuerza Popular con Alianza para el Progreso, a partir del cual se sumarán fuerzas de derecha e izquierda.
En ese camino es fundamental que la nueva mesa directiva entienda la importancia de mantener la frágil estabilidad hacia el 2026. Igualmente es trascendente que se definan algunas reformas constitucionales y legales a desarrollar (en la medida que se acaban los tiempos del periodo). ¿Se pueden desarrollar reformas constitucionales (sistema judicial y electoral, por ejemplo) a pesar de la fragmentación? Una pregunta clave a resolver.
Por otro lado, las alianzas entre las derechas e izquierdas que se procesan por la extrema fragmentación de las bancadas y la polarización con las corrientes progresistas del país, de ninguna manera deben repetir el pragmatismo que se ha visto en la legislatura pasada. Por ejemplo, la aprobación de la ley que nombra a 150,000 maestros sin concurso público ni evaluación de méritos de la carrera pública magisterial es un gravísimo error que desdibuja por completo a las bancadas de la centro derecha.
En cualquier caso, se trata de que la nueva gestión de la mesa directiva no acumule los yerros de la anterior y que ha lanzado al fondo la aprobación del Legislativo.