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PROPUESTA INMORAL Y PREMIO NOBEL

Escribe: Luis Gonzáles Posada

 

Tarde o temprano caerá Maduro, y con él sufrirá una derrota histórica las satrapías que lo sostienen, así como las rabonas políticas peruanas que agacharon la cerviz ante la dictadura,

Los presidentes de Brasil y Colombia, Lula da Silva y Gustavo Petro, han hecho una propuesta inviable y amoral, planteando que el dictador Maduro y la oposición democrática se integren en un gobierno de coalición que convoque a nuevos comicios presidenciales.

La tesis ha sido cínicamente explicada por Celso Amorín, número dos del gobierno brasileño, sosteniendo que “se necesitan nuevas elecciones porque no es correcto reconocer a un presidente con actas en manos de la oposición”.

Pero Amorín no dice que no es correcto –ni legal– que el Tribunal Supremo Electoral no presente esas actas porque, de hacerlo, acreditará la derrota de Maduro. Tampoco ha dicho que es un acto de barbarie que el Tribunal de Justicia certifique el “triunfo de Maduro”, porque esa tarea es ajena a su competencia jurisdiccional.

Es decir, los proponentes de esa aberrante iniciativa pretenden que victimarios y víctimas compartan la administración del Estado por plazo indeterminado y no validen la victoria de la oposición, que ganó por una diferencia de 4 millones de votos, como acreditaron las Naciones Unidas, OEA, Unión Europea y el Centro Carter.

¿Alguna persona sensata, en sus cabales, puede imaginar a la lideresa socialdemócrata María Corina Machado (MCM) y al candidato Edmundo González Urrutia cogobernando al lado de personajes siniestros como Maduro, Diosdado Cabello y el general Padrino López, quienes durante 25 años han asesinado, encarcelado y torturado a miles de venezolanos y pretenden hacerlo ilegalmente 6 años más?

Son los mismos sujetos –recordémoslo– que tienen carpetas abiertas en la fiscalía de la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad –asesinatos, torturas y encarcelamiento de millares de personas– y por provocar la migración de 8 millones de seres humanos.

En esa línea –a pedido de la DEA– la fiscalía de Nueva York ofrece una recompensa de 15 millones de dólares por la captura de Maduro, atribuyéndole la jefatura de la banda de narcotraficantes el Cártel de los Soles.

Además, con esa tortuosa maniobra de Lula y Petro, ¿pretenden enterrar los hechos referidos y el pútrido fraude electoral, olvidando a 25 jóvenes muertos y tres mil encarcelados por rechazar el resultado oficialista?

Lenín Moreno, ex presidente de Ecuador, resumió el pensamiento de los gobiernos y líderes democráticos del hemisferio al advertir que la propuesta comentada “las va a utilizar el dictador Maduro para ganar tiempo, para seguir garroteando, asesinando, quitando pasaportes, inclusive marcando con una X las casas de las personas que acuden a las manifestaciones para amedrentarlas. Con los dictadores no se dialoga. A los dictadores se les derroca”.

En ese dramático contexto, ha constituido un acontecimiento histórico que millones de personas se movilicen en 300 ciudades del mundo para reconocer la victoria de Edmundo González Urrutia.

Así ocurrió en América, África, Europa, Asia y Oceanía, en plazas y calles, que reunieron a hombres, mujeres, niños y ancianos, arropados bajo las banderas de la libertad, la democracia y los derechos humanos.

La impulsora de esa extraordinaria movilización, sin precedentes en el hemisferio y el mundo, ha sido María Corina Machado, una proeza cívica que la califica para recibir el Premio Nobel de la Paz.

Ha seguido el camino de Gandhi en la India, que, sin violencia, apelando a la protesta pacífica, hizo posible la independencia de Gran Bretaña. O de Luther King en Estados Unidos, que, sin disparar una bala, a pesar de sufrir ataques policiales y de energúmenas bandas racistas, contribuyó significativamente a la derrota del apartheid, hoy una realidad.

Tarde o temprano caerá Maduro, y con él sufrirá una derrota histórica las satrapías que lo sostienen, así como las rabonas políticas peruanas que agacharon la cerviz ante la dictadura, como hicieron 25 parlamentarios que, sin rubor, aplaudieron el fraude y la violenta represión en Venezuela.

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