(El Montonero).- Entre las diversas medidas asumidas por Donald Trump horas después de asumir la presidencia de los Estados Unidos vale destacar una Orden Ejecutiva con respecto a la ayuda exterior de la gran nación del norte. Una Orden Ejecutiva que, en síntesis, señala que toda la ayuda exterior estadounidense deberá estar alineada con la política exterior del Presidente.
El Congreso debe aprobar ley sobre control de recursos de oenegés
La mencionada Orden Ejecutiva señala que últimamente “la ayuda internacional de los Estados Unidos no está alineada con los intereses y los valores estadounidenses”. Agrega que esta ayuda internacional “sirve para desestabilizar la paz mundial promoviendo ideas, en países extranjeros, que son frontalmente contrarias a la armonía y estabilidad interna de los países y fomentan conflictos entre estados”. En ese sentido en la Orden Ejecutiva se asevera que se interrumpirá la asistencia internacional que no está totalmente alineada con la política exterior del presidente de los Estados Unidos. Además, se establece una pausa de 90 días para evaluar la asistencia exterior con el objeto de establecer si ella es coherente con la política exterior de los Estados Unidos.
¿Por qué Trump ha tomado una decisión tan drástica con la ayuda exterior de los Estados Unidos? Por la sencilla razón de que el nuevo gobierno ha decidido emprender una cruzada mundial contra el progresismo y el wokismo internacional, movimientos ideológicos que, de una u otra manera, explican el declive de las sociedades occidentales. Cuando en la Orden Ejecutiva se señala que la asistencia internacional de los Estados Unidos es contraria a la armonía y estabilidad interna de los países se señala directamente a las oenegés anticapitalistas que han pululado en el mundo con la ayuda y protección de la asistencia estadounidense.
En el Perú las oenegés que han construido los relatos y narrativas predominantes en las últimas tres décadas, que han organizado la polarización política que desató una de las judicializaciones de la política más feroces de Hispanoamérica y que, finalmente, permitieron la llegada al poder de Pedro Castillo; que han construido las fábulas en contra de la minería, las agroexportaciones, la industria pesquera, el turismo y la inversión privada, generalmente han sido financiadas por países occidentales y el propio Estado Unidos.
El anuncio de Trump, entonces, será un golpe letal al progresismo nacional e internacional y sus estrategias para evitar la consolidación institucional, la inversión privada y el crecimiento.
En ese sentido, vale recordar que la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso aprobó un proyecto de ley que aumentaba las facultades de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI) en el control de los recursos del exterior que recibían las oenegés. Ante la iniciativa se levantó una ola de presión nacional que recibió el respaldo directo de las embajadas de diez países desarrollados, entre ellas la de Estados Unidos, bajo conducción demócrata y progresista de entonces.
Todos esos alineamientos cambian radicalmente con la Orden Ejecutiva de Trump que comentamos. Si desde el propio Estados Unidos se sostiene que la ayuda exterior de la gran nación del norte fomenta la desestabilización interna de los países y no está alineada con los valores estadounidenses, ¿qué argumento pueden levantar ahora las corrientes progresistas para oponerse al proyecto sobre el control de los recursos que reciben las oenegés del exterior, que solo replica la legislación de los países desarrollados?
La necesidad de incrementar los controles sobre las oenegés antisistema que suelen desarrollar narrativas y relatos sobre las políticas públicas es un asunto de soberanía nacional. La impresionante influencia que desarrollaron las oenegés en las últimas décadas, de una u otra manera, creó un sistema de gobierno e influencia política –a través del control de instituciones fundamentales del Estado de derecho– que no pasaba por la organización de partidos ni los triunfos electorales.
Algo más. Ahora que las economías ilegales, sobre todo la minería ilegal, han irrumpido en el financiamiento de algunos sectores políticos, renunciar a fiscalizar los recursos del exterior de las oenegés es renunciar al mismo Estado de derecho.