(El Montonero).- Julio Favre Carranza fue un destacado empresario peruano cuyo legado perdura no solo por sus logros empresariales sino también por su profunda preocupación por el bienestar social en su país. Nacido en 1948, Favre se convirtió en un símbolo de resiliencia y liderazgo en tiempos de adversidad, transformando el panorama de la industria avícola en el Perú y dejando una marca imborrable en la comunidad empresarial.
A once años de la muerte del gran empresario
Inicios y formación
Favre inició su carrera empresarial en 1972, recién graduado en zootecnia de la Universidad Agraria de La Molina. En un entorno desafiante marcado por dictadura militar de Juan Velasco, fundó su primera empresa, Avícola Atahuampa, en una árida zona entre Huacho y Barranca. Esta empresa, nacida con solo 13 empleados, fue un testimonio de su capacidad para transformar obstáculos en oportunidades. A pesar de la falta de infraestructura básica, Favre construyó con sus propias manos los galpones, buscó agua y cuidó a sus primeros animales con un esmero excepcional.
Superación de adversidades
A lo largo de su carrera, Julio Favre demostró un temple inquebrantable. Su empresa sobrevivió a las turbulencias económicas del estatismo velasquista y la hiperinflación del primer gobierno aprista. Sin embargo, uno de los mayores desafíos llegó en 1987, cuando Sendero Luminoso destruyó su maquinaria. Favre, lejos de rendirse, reconstruyó su empresa casi desde cero, mostrando una vez más su capacidad de resiliencia.
Durante los años noventa, con la apertura del libre mercado, Favre expandió su empresa, ahora llamada Redondos, diversificando su producción e incursionando en nuevos mercados como el de exportación de espárragos y la crianza de cerdos. Este periodo de expansión consolidó a Redondos como una de las empresas alimentarias más importantes del Perú, alcanzando una facturación de 250 millones de dólares en 2012.
Innovación y liderazgo
Uno de los aspectos más destacados de Julio Favre fue su capacidad para innovar. Con el objetivo de mejorar la crianza de pavos, diseñó un galpón redondo para evitar que los animales se amontonaran y murieran por la presión. Este enfoque innovador no solo mejoró la productividad, sino que también mostró su constante preocupación por el bienestar animal.
Favre también ocupó importantes cargos gremiales, siendo presidente de la Asociación Peruana de Avicultura y de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep). En estos roles, promovió no solo el desarrollo empresarial sino también el capital humano, destacando la importancia de la educación en el éxito empresarial.
Compromiso social y democrático.
Más allá de sus logros empresariales, Julio Favre fue un firme defensor de la democracia y el desarrollo social. Su compromiso con el bienestar de sus empleados y las comunidades locales fue una constante a lo largo de su carrera. Durante los años de terrorismo en el Perú, se enfrentó valientemente a Sendero Luminoso, demostrando su dedicación al país incluso en los momentos más oscuros.
Favre también fue designado presidente del Fondo de Reconstrucción del Sur tras el terremoto de Ica en 2007, una tarea que asumió con dedicación a pesar de los numerosos obstáculos burocráticos. Su capacidad para liderar en tiempos de crisis y su compromiso con la reconstrucción reflejan su profundo sentido de responsabilidad social.
Legado
Julio Favre Carranza falleció el 29 de julio de 2013, dejando un legado imborrable. Su empresa, Redondos, continúa siendo un pilar de la industria alimentaria peruana, produciendo millones de pollos, pavos y cerdos cada año. Favre no solo construyó una empresa exitosa, sino que también inspiró a futuras generaciones de empresarios a valorar el capital humano y a enfrentar las adversidades con determinación y creatividad.