PATEANDO LA PUERTA AL SALIR
La declaración del -ahora- expremier Otárola, al anunciar que deja el cargo ministerial como producto del escándalo motivado por sus afanes amatorios y su involucramiento con contrataciones con el Estado, que significan gasto al erario nacional, no deja de llamar la atención y reflejan muy cercanamente la verdadera dimensión de su espíritu: confrontacional, agresivo y achorado. Otárola no ha salido de manera discreta y ponderada, como lógicamente se esperaba, sino, todo lo contrario, como un carro chocón en una fuga hacia delante, pateando la puerta.
no deja de ser curioso que su cartita de renuncia no sea irrevocable.
Por un lado, le ha dejado su innecesario “cariñito” al canciller, acusándolo de ser desubicado e impertinente, ya que, supuestamente el canciller -quien habla por encargo de la presidenta- anunció con toda lógica el relanzamiento del gobierno, una nueva política que llevaría el Ejecutivo ante lo que la Constitución llama “una crisis total de gabinete” motivada por la renuncia de un premier y, como es evidente, con un nuevo premier designado.
Pero a Otárola no le gustó que el canciller adelante esto, por lógica consecuencia del escándalo, ya que cree que le correspondía hacerlo a él, al saliente, en una suerte de “Estado soy yo”; y, por lo tanto, muy suelto de huesos ha dicho que, a pesar de que estar renunciando en medio de un clamoroso escándalo, a él le correspondía anunciar aquello. La verdad es que no queda claro quién es el verdaderamente desubicado y desatinado.
Don Nicanor también debe pasar por las horcas caudinas…
Por otro lado, evidenciando que hay una lucha intestina de poderes, también dejó un mensaje críptico para el hermano de la presidenta, Nicanor Boluarte, debido a que, si bien alegó que “no creía” que él estuviera detrás del complot, “todos los involucrados deben ser investigados sin excepción”. Más claro, ni el agua. Don Nicanor también debe pasar por las horcas caudinas…. Se logra entender con claridad que una cosa es “no creer posible” y otra cosa es que “esto no haya sucedido”, no descartando para nada que efectivamente don Nicanor esté detrás de complot denunciado y, por eso, ha solicitado “que se investigue todo y a todas las personas involucradas”.
Asimismo, no deja de ser curioso que su cartita de renuncia no sea irrevocable. Tal parecería ser, como expresan los analistas políticos, que en el fondo Otárola tenía la esperanza fina de poder pasar por lo bajo el tema del grotesco escándalo suscitado, pues, en su corazoncito abrigaba la posibilidad de que la presidenta Boluarte, al reconocer sus enormes méritos y su imprescindible presencia en su gobierno, no le aceptara la renuncia y se bancara el escandalete amatorio en el que ha sometido a la política nacional, con una suerte de “perdón presidencial”.
Pero ahora siente que el “filósofo” le ha dado el vuelto y, consecuentemente, no pudo dejar de mencionarlo.
Así las cosas, las formas en la salida de Otárola no hace más que pintarlo de cuerpo entero. Él es así, cuando no puede conseguir algo, agrede; cuando se le acaban las ideas, es insultante. Tampoco pudo contenerse de dejar un nuevo mensaje, igualmente críptico, al “filósofo”, a quien ya antes, siendo premier y con evidente abuso de la posición del dominio y de información, le había enviado un mensaje tipo camorra. Pero ahora siente que el “filósofo” le ha dado el vuelto y, consecuentemente, no pudo dejar de mencionarlo.
Hay, entonces, en este intríngulis político varios actores: la presidenta Boluarte; el canciller Javier Gonzales Olaechea; el exministro-viceministro abogado-militar Chávez Cresta; el propio hermanísimo de la presidenta don Nicanor; y, este funcionario de tercera categoría, Figueredo, de figura a lo Sancho Panza, proveniente de COFOPRI, que parece ser que ha estado manipulando a una joven tarapotina para que, con sus encantos y devaneos, tuviera determinadas veleidades con agentes políticos y se posicionara en un lugar importante dentro de la administración pública.