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POR LA DEMOCRACIA

Escribe:  Francisco Diez-Canseco Távara (*)

La tarea de reconstrucción de la moral y de la eficiencia es inmensa. Son largos años de una burocracia heredada por sucesivos gobiernos corruptos e ineficientes que han ahondado la crisis social

Si, como es evidente, el mundo se debate hoy entre la autocracia y la democracia, es evidente que en el Perú la consolidación de nuestro sistema democrático y el rechazo de la opción totalitaria pasa necesariamente por una Revolución Pacífica que elimine y supere las graves deficiencias sociales existentes fruto de la corrupción sistémica, el oportunismo y la incapacidad de gestión que han caracterizado a los gobiernos de las últimas décadas y, en general, a la mayor parte de los actores políticos.

La vieja división entre derecha e izquierda, que proviene de la ubicación de girondinos y jacobinos en la Asamblea de la Revolución Francesa, tiene hoy variantes que la tornan en muchos casos antihistórica: hoy se identifica en el Perú a la izquierda con la izquierda marxista y totalitaria que utiliza las garantías y libertades fundamentales de la democracia para socavarla e intentar destruirla Y, en el otro extremo, se denomina como partidos de derecha a un conjunto de maquinarias electorales que precisamente atentan contra el sistema por su corrupción y oportunismo que nada tienen que ver con una derecha ideológica hoy prácticamente inexistente a nivel de los  movimientos políticos vigentes en el Perú.

Confrontar el avance de la izquierda totalitaria en su descarada intención de destruir la  democracia peruana no consiste sòlo en la creación de un frente unitario de la derecha que se agrupe en torno a un candidato único a la Presidencia de la República: implica asumir el sagrado compromiso de pagar la Deuda Social que el Estado peruano tiene en materias como la educación, la salud, la seguridad ciudadana, la justicia y la lucha real contra la pobreza -que bordea el 30 por ciento de la población- dentro del marco de una eliminación efectiva de la corrupción y una reforma profunda del Estado que termine con la ineficiencia, la improvisación y la ausencia de meritocracia.

La tarea de reconstrucción de la moral y de la eficiencia es inmensa. Son largos años de una burocracia heredada por sucesivos gobiernos corruptos e ineficientes que han ahondado la crisis social y que han expandido el caldo de cultivo del invento de la izquierda totalitaria sobre la necesidad de una Asamblea Constituyente cuyo proyecto de Carta Magna no existe salvo en el plan de gobierno de Perú Libre, calcado de la Constitución comunista de Cuba.

La tarea es generar una corriente colectiva para que se vote por personas honestas a carta cabal, con preparación, capacidad de gestión y vocación de servicio que pueden provenir de una izquierda democrática o de una derecha ideológica pero no de las canteras oportunistas y seudo democráticas -por decir lo menos- desde las cuales se maneja hoy el Perú.

Y ejecutar la Revolución Pacífica.

(*) Presidente de Perú Acción
Presidente del Consejo por la Paz

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