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EDMUNDO GONZÁLEZ: La soberanía no puede invocarse “para tolerar una dictadura”

(DW/ Ramón Cardozo Álvarez).- Diplomático de carrera y hoy presidente electo en el exilio, Edmundo González Urrutia, acaba de recibir el Premio Milton Friedman por la defensa de la libertad, un reconocimiento que, junto al Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado, refleja el amplio respaldo internacional a la lucha del pueblo venezolano por recobrar su democracia frente a la dictadura de Nicolás Maduro

En medio de crecientes expectativas de cambio político en Venezuela, la figura de Edmundo González Urrutia ha emergido como un referente de la resistencia. 

En esta entrevista para Deutsche Welle, González aborda los costos personales de la lucha política, el papel del respaldo internacional a la redemocratización venezolana, la efectividad de los organismos multilaterales, las inmensas dificultades que entrañará reconstruir un país devastado por un cuarto de siglo de autoritarismo, y el impacto que el restablecimiento democrático en Venezuela tendría en todo el hemisferio. Sus respuestas ofrecen una visión desde el epicentro de una prolongada lucha que, más allá de las fronteras venezolanas, representa una prueba decisiva para el futuro de la democracia en América Latina.

DW: En tiempos como los que ha vivido Venezuela en las últimas décadas, dedicarse a la política implica un costo personal inmenso, que pocas veces se valora en su justa medida. En este contexto, ¿cómo valora, luego de una vida dedicada al servicio diplomático, su tránsito a las trincheras de la lucha política? ¿Qué ha sido lo más difícil para usted de esta nueva etapa?

Edmundo González Urrutia: En realidad, ha sido un proceso al que me he adaptado con naturalidad y que he asumido con enorme sentido de compromiso. Después de una vida dedicada al servicio diplomático, esta nueva etapa ha significado la oportunidad de poner toda esa experiencia al servicio directo de la causa democrática.

He recorrido más de 80 mil kilómetros en más de 100 horas de vuelo, llevando nuestro mensaje a numerosos países y foros internacionales. En cada uno de ellos hemos insistido en la defensa de los resultados del 28 de julio y en la necesidad de hacer respetar la voluntad soberana del pueblo venezolano, que ese día se expresó de forma clara e inequívoca, y cuya legitimidad no prescribe.

Seguimos generando apoyos para la causa venezolana y denunciando las graves violaciones a los derechos humanos, el colapso institucional y el menoscabo del régimen de libertades que impone el poder en Venezuela.

Usted acaba de recibir el Premio Milton Friedman por la defensa de la libertad, y días atrás María Corina Machado fue galardonada con el Nobel de la Paz. Más allá del merecido reconocimiento personal, ¿qué valor y qué importancia tienen estos galardones para una lucha de liberación democrática como la venezolana?

Valoramos profundamente estos reconocimientos, aunque siempre hemos sostenido que los verdaderos merecedores son los millones de venezolanos que, con valentía y perseverancia, han luchado por la restauración de la democracia.

El Premio Milton Friedman y el Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado simbolizan el respaldo de la comunidad internacional a esa lucha colectiva por la libertad, la dignidad y el Estado de derecho. Son una reafirmación de que el mundo comprende la magnitud del desafío venezolano y acompaña el anhelo de un pueblo que no se rinde.

Si bien es cierto que la liberación de Venezuela corresponde, ante todo, a los venezolanos, también lo es que existe una enorme desigualdad de poder entre quienes controlan todos los resortes del poder del Estado venezolano y quienes luchan por recuperar la democracia. De allí la importancia del respaldo de la comunidad internacional. En este contexto, ¿cómo evalúa usted la actuación de organismos multilaterales como la OEA? ¿Siguen siendo instrumentos útiles para la defensa de la democracia en la región o se han convertido en estructuras paralizadas por la geopolítica? ¿Qué papel deberían desempeñar en este momento?

La actuación de la OEA en el caso venezolano ha tenido momentos importantes, pero en los últimos años el ritmo de los acontecimientos ha sido tan vertiginoso que su respuesta ha quedado, en ocasiones, rezagada frente a la dinámica de la crisis.

Hoy observamos que la defensa de la democracia en Venezuela ha encontrado respaldo en una red más amplia de países, parlamentos y organizaciones internacionales que han asumido con mayor determinación la causa de la libertad. Sin embargo, sigo creyendo que la OEA y los mecanismos multilaterales regionales tienen un papel fundamental que cumplir: deben recuperar su capacidad de acción, su coherencia institucional y su vocación original de promover y proteger la democracia en el continente.

Algunos mandatarios latinoamericanos, como Gustavo Petro, Lula da Silva y Claudia Sheinbaum, han expresado su rechazo a la estrategia norteamericana de presión creciente sobre Nicolás Maduro, apelando a la defensa de la soberanía y al multilateralismo regional. ¿Cuál es su opinión sobre estas posiciones?

Apelar a la soberanía o al multilateralismo no puede servir de excusa para tolerar una dictadura que ha destruido las instituciones, anulado los derechos políticos, perseguido a la disidencia y sumido a millones de venezolanos en la pobreza y el exilio.

La solidaridad entre gobiernos no puede estar por encima de la solidaridad con los pueblos que sufren. Quienes hoy relativizan las violaciones a los derechos humanos en Venezuela están avalando, aunque sea por omisión, la represión y la impunidad.

La defensa de la soberanía solo tiene sentido cuando se fundamenta en la voluntad libre de los ciudadanos, no en la permanencia indefinida de un poder ilegítimo. Nuestra lucha es por una Venezuela democrática, libre y plenamente soberana, no subordinada a alianzas ideológicas ni a intereses de coyuntura.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha insistido recientemente en repetir las elecciones. ¿Cómo interpreta esa propuesta?

Los venezolanos expresamos muy claramente nuestra voluntad de cambio en las elecciones del pasado 28 de julio cuando cerca de 7.5 millones votaron por nuestra candidatura. Se trata pues de una victoria muy clara y contundente que no admite dudas, por lo que es injustificable pretender realizar una nueva elección.

Tras más de un cuarto de siglo de Revolución Bolivariana, Venezuela ¿cuáles son los principales peligros y desafíos que entraña una futura transición hacia la democracia?

La destrucción institucional que ha ocasionado el régimen no tiene precedentes en el país. Por tal razón los desafíos que habremos de enfrentar son enormes y en todos los ámbitos.

¿Cómo visualiza la reinstitucionalización de las Fuerzas Armadas?

Este será uno de los mayores desafíos que habremos de enfrentar. Han transcurrido poco más de 25 años de adoctrinamiento e ideologización en el ámbito militar en los que se ha privilegiado la ideologización en detrimento del profesionalismo y la meritocracia como fue la norma en los gobiernos de la democracia.

¿Cuál cree usted que sería el impacto que tendría en el hemisferio el restablecimiento de la democracia en Venezuela?

Tendrá un impacto positivo, sobre todo en gobiernos como la dictadura nicaragüense.


TOMADO DE: https://www.dw.com/es/edmundo-gonz%C3%A1lez-presidente-electo-de-venezuela-el-principio-de-soberan%C3%ADa-no-puede-ser-invocado-para-tolerar-una-dictadura/a-74736047


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