toda protesta resulta insuficiente, el rechazo es absoluto para quienes han generado el peor momento ético, social, político y económico de nuestra historia
El Perú entero está convulsionado por la serie de agraviantes y lesivos audios que viene difundiendo Philip Butters en su programa nocturno. Nunca imaginamos la planificación de la corrupción que padecemos, previa a la juramentación de Pedro Castillo como Presidente de la República. Supera la imaginación más afiebrada escuchar a los integrantes de una banda de depredadores discutir las mejores modalidades del robo y la estafa a todos los peruanos desde altísimos cargos dentro del Estado para cumplir objetivos delincuenciales.
Muy lejos de las promesas y reivindicaciones del pueblo iluso que pensó llevar uno de sus hijos preclaros al poder para defender sus intereses. En su lugar se organizó el asalto sin armas utilizando el poder recibido de las urnas. Cómo no compartir la indignación que suscitan conocidas voces que anuncian detalladamente el bandidaje que harán realidad bajo la conducción de Pedro Castillo.
Ante lo que estamos viviendo toda protesta resulta insuficiente, el rechazo es absoluto para quienes han generado el peor momento ético, social, político y económico de nuestra historia. Más aún cuando la revista The Economist anuncia que el Perú será uno de los más afectados por la crisis alimentaria mundial. Todo silencio es complicidad y ojalá así lo entiendan los congresistas que tienen en sus manos la solución.
Ante tan penoso espectáculo nos preguntamos si estamos en un momento de ausencia de ética en el Perú. Porque demasiado silencio banaliza la impostura. La aceptación de lo que vemos y vivimos en la política nos hace cómplices de la acelerada decadencia moral y del proceso de autodestrucción que a todos nos concierne. La depredación de Pedro Castillo y su grupo nos interpela y debe lograr la unidad para la defensa de derechos y libertades en democracia.