La meditación en general es un ejercicio personal que nos ayuda a restaurar el equilibrio que debe prevalecer entre el cuerpo, la mente, las emociones y el espíritu; nos permite acercarnos a nuestra esencia única, especial y compleja para disfrutar las bondades de la tranquilidad, la paz y la plenitud.
En todos los casos la meditación nos procura estados de bienestar, que podemos reproducir y profundizar con la práctica en donde hallaremos nuestro propio método.
Como hemos afirmado anteriormente, existen diferentes técnicas y estilos de meditación; en todos los casos el proceso implica buscar un lugar apropiado, tener una postura relajada, practicar un ciclo armonioso de respiración consciente, inhalando por la nariz y exhalando por la boca; enfocar nuestra atención plena en algún aspecto inspirador para luego simplemente observar todo tipo de acontecimiento, acción o reacción, sin juzgar.
Hemos vinculado la meditación con el lenguaje del espíritu porque nos permite tanto conectar y comunicarnos con las dimensiones profundas del ser; así cómo, sintonizar también con las portentosas vibraciones del Universo.
El atributo racional del ser humano nos condiciona a estar siempre pensando, recordamos permanentemente el pasado y proyectamos sistemáticamente el futuro; nos angustiamos por lo que no fue como por lo que vendrá; muchas veces vivimos anclados a la historia, repitiendo que todo tiempo pasado fue mejor o nos llenamos de planes, sueños y proyectos intentando administrar el futuro ilusorio; cuando ambas prácticas se vuelven exageradas y nos controlan, entonces se rompe el equilibrio interno, la armonía, produciendo angustia, depresión, ansiedad, insatisfacción, frustración, entre otras manifestaciones de infelicidad; entre el exceso de pasado y exceso de futuro olvidamos vivir y disfrutar el momento presente; el único real e irrepetible que se manifiesta en cada instante.
La meditación es una invitación para acallar la mente y prestar una generosa dosis de atención plena al presente, al aquí y al ahora. A través de la meditación tomamos control de nuestro potencial mental que suele estar directamente vinculado y en ocasiones dominado por el ego; para descubrir el potencial superior de la consciencia, que suele fluir del corazón, alimentado por la energía vital del Todo y cuyo único propósito descansa en la unificación.
En términos de consciencia; Todos somos Uno, como es adentro es afuera, como es arriba es abajo; a través de la meditación podemos comenzar a fluir en estas y otras dimensiones, sin racionalizarlas únicamente integrando nuestra propia experiencia a través de la observación y la aceptación, como una manera diferente de interpretar la realidad.
La meditación autoalusiva es precisamente la integración paulatina y simultánea de nuestra respiración, el cuerpo, los pensamientos, las emociones, unificando al observador con lo observado.
Esa observación integral de uno mismo en el presente se conoce como Autoalusión, la misma que enriquece la experiencia y cambia la manera como interpretamos la realidad; la finalidad es llegar a reconocer nuestra verdadera esencia, el Ser Esencial a partir de la expansión de la consciencia.
En palabras de Jacobo Grinberg “La experiencia resultante de la práctica adecuada de la Meditación Autoalusiva es el contacto con el Yo Puro o con la Realidad del sí mismo”.
