EL PODER DE LA INTENCIÓN

Gustavo Blanco Ocharan

gblancociticars2@gmail.com

Decía San Bernardo de Claraval  que “el infierno está lleno de buenas voluntades o deseos”, léase intenciones, para destacar la importancia de no solo querer sino actuar, tomar acción, plasmar el deseo en un hecho; sin embargo, no podemos soslayar la importancia de la intención como voluntad de origen que hace las veces de una verdadera semilla, la misma que como tal, en algún momento y de alguna manera siempre dará fruto.

En el mundo invisible del espíritu, son los ingredientes intangibles los que adquieren especial relevancia y son estos precisamente, los que suelen pasar inadvertidos; hacíamos referencia en un artículo anterior: “El poder de la palabra” (guik 2022/09/18), como la voz, el temple, el sonido, el acorde, la vibración, canalizan y son generadores y transmisores de energía a través de lo que manifestamos con el verbo, la palabra, el lenguaje; en el caso del presente artículo, destacamos el poder del pensamiento y sentimiento que tiene su origen en la intención, porque nos coloca frente a un fenómeno que sintoniza y modula la misma frecuencia y trascendencia del ser en su auténtica dimensión espiritual.

Somos en esencia, energía pura encarnada en un cuerpo físico temporal a través del cual venimos a experimentar, crecer y evolucionar, en ese segmento temporal de existencia terrena que denominamos vida biológica o existencia física.

Toda experiencia humana tendrá un origen, un desarrollo y un final, el despertar espiritual nos invita a estar conscientes de cada experiencia como un mecanismo que retroalimenta, enriquece y da sentido a nuestro ser esencial.

Aprender que nada es casual en la vida y que cada partícula del Todo está vinculada con cada partícula de la parte, nos abre la puerta de la trascendencia donde el ser humano como individualidad emerge, se integra y regresa a la Fuente, en un continuo donde el espacio y el tiempo ya no operan, es ahí donde descubrimos nuestra eternidad e inmortalidad.

En el mundo moderno y global del que nos toca ser testigos, donde la tecnología nos deshumaniza cada vez más, y la inteligencia artificial (IA) está pasando de ser una solución a convertirse en una amenaza; bien podemos reivindicar el verdadero valor que hay en un pensamiento o un sentimiento, manifestaciones intangibles que comparten el mismo poder de la intención, la misma que actúa como una semilla; sin duda, que el cambio real exigirá actuar, decidir, emprender y concretar deseos y voluntades, pero ser consciente del origen resulta esencial; por eso, siempre piensa en positivo y razona a través del bien para que tu accionar sea productivo y edificante; es a través de los pensamientos y sentimientos como retroalimentamos nuestra propia energía, como purificamos el espíritu, procesamos emociones y cómo podemos alcanzar estados de plenitud y bienestar.

Todos aspiramos a la felicidad, aunque no tengamos una definición definitiva  ni unánime de lo que realmente es ser feliz; sin embargo, sí podemos intentar acercarnos a ella a través de ciertos periodos de satisfacción; alguien decía por ahí que lo más parecido a la felicidad es estar en paz con uno mismo; cuando nuestra consciencia fluye en armonía, nuestro ciclo de respiración es calmado y profundo, cuando nuestro rostro inconsciente contornea una sonrisa, cuando con los ojos cerrados somos capaces de visualizar el destino con amor y esperanza; es entonces cuando comenzamos a elevarnos sobre la materia y a expandir nuestra espiritualidad en armonía y paz.

En las clases de criminología se tiene la discusión si el hombre es bueno y la sociedad lo corrompe o si algunas personas nacen con tendencia hacer daño; el llamado delincuente nato; ambas posiciones tienen sólidos argumentos que la realidad carcelaria aún no ha podido zanjar; lo cierto es que, cada ser humano es un organismo autónomo e independiente híper complejo, en aquella criatura única y especial siempre se podrá implantar semillas buenas con la intención pura que rinda frutos constructivos, positivos y edificantes en armonía con la energía universal que generó la vida y que siempre obra para bien, con intención y acción congruentes.

El poder de la intención descansa en la autenticidad y la pureza, lo que no quita que tengamos pensamientos y sentimientos negativos, lo que podríamos calificar como nuestras sombras que a decir de Carl Jung solo si las reconocemos y las enfrentamos, dejarán de manifestarse en nuestra vida como destino.

Dominando nuestras sombras las llevamos a la luz con la legítima aspiración de seguir brillando, creciendo y trascendiendo; este es el  poder de la intención, del Verbo y del Espíritu, el poder del buen Dios el ABBA Eterno.

California, septiembre 25, 2022

*Autor de Mis Mejores Autos: Un manual de vida