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RECETA DE LA OEA

Escribe César Campos R.

 

sugerirá el reforzamiento del diálogo, mesas de trabajo reformistas, apoyo en la sociedad civil (a lo mejor, resaltará el papel del Acuerdo Nacional), mayor consideración a la prensa y tres o cuatro enunciados generales más.

 

El premier Aníbal Torres, ha marcado la semana política con una retahíla de expresiones que algún día la historia registrará como una de las tantas pesadillas sufridas por el común de los peruanos. Toda su bajeza y resentimiento al servicio de un discurso digno de un ser podrido en alma y cuerpo.
Como ya hemos dicho, Torres ha convertido la PCM en el púlpito de sus frustraciones atávicas. Materializa lo que Joseph Goebbels llamaba, para los fines propagandísticos nazis, el “principio de la transfusión”. Es decir, divulgar mensajes “a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas”.
Ávido hace mucho tiempo de abandonar la PCM (seguro en búsqueda de una embajada externa, tal como premia el gobierno de Pedro Castillo a sus funcionarios más impresentables), Torres ha planteado una cuestión de confianza írrita e inviable al Congreso. Una ofensiva que coincide con el arribo a Lima hoy de la misión de la OEA encargada de evaluar la situación política de nuestro país.
Ayer en EXPRESO, el expresidente del Parlamento y excanciller Luis Gonzales Posada, resumió con solvencia cuál debía ser la tarea a cumplir por esa misión. Bastaría –como se ha venido sosteniendo en las redes– que coteje el artículo 4to. de la Carta Democrática de la OEA con la actuación del Poder Ejecutivo para llegar a sus principales conclusiones. Dicho artículo dice: “Son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia: la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa”. Nada de lo que hace Castillo.
Sin embargo, puedo anticipar –sin temor a equivocarme– cuáles serán los ítems del análisis y su receta (recomendaciones). Todo, por supuesto, bajo la premisa de darle un espaldarazo a Castillo y su banda. Primero, dirá que el Perú vive un clima de encono político, falta de entendimiento básico, bloqueo institucional. Añadirá un balance en el que describirá argumentos de uno u otro lado. Señalará antecedentes normativos tanto de la estructura del Estado como del sistema electoral que determinan el escenario caótico en el cual vivimos.
Tras ello, sugerirá el reforzamiento del diálogo, mesas de trabajo reformistas, apoyo en la sociedad civil (a lo mejor, resaltará el papel del Acuerdo Nacional), mayor consideración a la prensa y tres o cuatro enunciados generales más.
Todo lo que apenas pueda abarcar dos días de trabajo.
Nada o muy poco de los robos atribuidos a Castillo y su organización criminal. Un bostezo ante la condición de prófugos de un sobrino, un exministro y el que le prestó la casa del pasaje Sarratea. Ni una letra sobre el acoso a la fiscal de la Nación que los investiga. Tal cual. La OEA de ayer, hoy y peor bajo la dirección del taimado Luis Almagro.

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