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EL FRACASO DE SEDAPAL Y LA URGENCIA DE PRIVATIZAR

El Ejecutivo y Servicio de Agua Potable y Alcantarillado en Lima (Sedapal) acaban de informar que se producirá el recorte de agua en 22 distritos de Lima desde el 6 de octubre y, de pronto, todos los especialistas en el tema empiezan a hablar la posibilidad de un estrés hídrico en Lima Metropolitana para el siguiente año, sobre todo considerando el Fenómeno de El Niño que se avecina. Vale señalar que, unas semanas atrás, el presidente de Sedapal, Héctor Piscoya, alertaba que las lagunas que almacenan el agua para la capital, Huascacocha y Marcapomacocha, enfrentaban una reducción de almacenamiento de más del 30%. 

 

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Lima a punto de enfrentar un estrés hídrico por falta de nuevas inversiones

 

De esta manera, el Perú, uno de los países que almacena más del 10% del agua del planeta a través de sus cuencas (Amazónica, lago Titicaca y Océano Pacífico) se preparaba a contemplar cómo la capital de la República se podía quedar sin agua, tal como sucederá por varias horas y días en 22 distritos de la capital.
La falta de agua potable en Lima Metropolitana puede ser comparada con la falta de energía eléctrica en Venezuela: en ambos países el recurso es abundante (agua y petróleo), pero la empresa y la gerencia fallan en todos los sentidos. En este contexto, la ministra de Vivienda y Construcción y Saneamiento, Hania Pérez de Cuéllar, acaba de informar que la deuda acumulada de Sedapal suma más de S/ 8,000 millones. Es decir, es una empresa quebrada sin posibilidades de inversión para desarrollar el necesario mantenimiento de las redes e iniciar proyectos para alcanzar la sostenibilidad hídrica de Lima Metropolitana.
El economista Carlos Adrianzén, en un artículo publicado en El Montonero, citando cifras y estudios del Banco Mundial, acaba de aseverar que la tasa de mortalidad debida a falta de agua potable y alcantarillado representa el 7.6%, mientras que en Suiza suma el 2. 5%. Es decir, en el Perú mueren tres veces más personas por falta de estos servicios que en el mencionado país europeo. Un verdadero crimen sin nombre, un crimen que proviene de la pura ideología, del creer que los servicios no tienen un costo y que pueden ser provistos al margen del mercado.
Vale señalar que cerca de cuatro millones de peruanos carecen de agua potable y alcantarillado; es decir, algo más que el 10% de la población, en una sociedad cuya economía se cuadriplicó y alcanzó niveles aceptables en servicios de electricidad, telefonía y otros (gracias a las privatizaciones).
¿Cómo se explica el fracaso en servicios de agua potable y alcantarillado?  En el 2017 un estudio del Banco Mundial señalaba que las ineficiencias de Sedapal y las EPS –las empresas estatales de agua en Lima y regiones– significaban un subsidio fiscal oculto que representaba el 0.2% del PBI, alrededor de US$ 350 millones. Cerca del 60% de ese subsidio provenía de las ineficiencias de Sedapal en Lima. ¿Cómo se producía ese subsidio? Principalmente a través de tarifas que no permiten reponer los costos de producción del agua y las conexiones clandestinas que representan alrededor del 30% del agua producida. En otras palabras, la falta de precios de mercado del agua no permitía un sistema eficiente de reposición de costos y, por lo tanto, imposibilitaba cualquier inversión para establecer un sistema sostenible del servicio, porque el déficit licuaba cualquier posibilidad de excedentes. Y allí está la génesis del estrés hídrico que amenaza a Lima.
Una de las cosas más graves de este subsidio indiscriminado en los servicios de agua potable es que beneficia a los sectores de más altos ingresos y afecta a los sectores de menos ingresos. En el 2022, por ejemplo, los distritos que consumieron más agua potable fueron San Isidro, Miraflores, La Molina, Barranco y San Borja (entre 280 litros y 176 per cápita). Muy por el contrario, el menor consumo de agua per cápita se registró en los distritos como Lurigancho, Ancón, Pachacamac, Pucusana, Ventanilla y Santa Rosa, que ya han comenzado a padecer recortes de agua no obstante su consumo promedio de 50 litros per cápita.
En este escenario, ¿es posible dudar sobre la urgencia de la privatización Sedapal? Es evidente que no.
Tomado de: El Montonero

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