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PARA SALLIR DE LA RECESIÓN ¿Profundizamos o cambiamos el modelo?

Hoy el Perú está en recesión porque, en la última década, el progresismo promovió la burocratización del Estado hasta convertirlo en enemigo de la inversión privada y las iniciativas de la sociedad. Asimismo, también estamos en recesión porque, durante un año y medio, Pedro Castillo gobernó en contra de la Constitución, promovió una asamblea constituyente y la nacionalización de los recursos naturales. En este contexto, la inversión privada se desplomó y se produjo la mayor fuga de capitales de la historia reciente.

 

Una disyuntiva que atravesará el debate legislativo y a toda la sociedad

 

La recesión, inevitablemente, aumentará la pobreza, porque en el Perú cada año se incorporan alrededor de 360,000 jóvenes a la economía y para crear empleo para ellos se necesita crecer por lo menos en 4% del PBI. Cada punto del PBI genera cerca de 90,000 empleos.
Todos, entonces sabemos las causas y las explicaciones de la actual recesión: nos salimos, abandonamos, el modelo económico más exitoso de nuestra historia republicana. ¿Por qué exitoso? En las últimas tres décadas la pobreza se redujo del 60% de la población a 20% (antes de la pandemia, luego de Castillo está en 27.5%) y la sociedad peruana se convirtió en una de ingreso medio (luego de ser pobre) con mayoría de clases medias. Todos esos logros están involucionando luego de Castillo.
En este contexto, ¿qué hacemos para salir de la recesión? Las corrientes comunistas apuestan por la ideología y señalan que los problemas de hoy provienen del fracaso del modelo. Y los mercantilistas de siempre, que suelen pescar en río revuelto, sostendrán que se necesita subsidios a las empresas para que los empleos se puedan mantener.
Sin embargo, se ignora que en el Perú se han ensayado todos los modelos y todos han fracasado, excepto uno: el actual. La pregunta de cualquier peruano de buena voluntad debería ser cómo hacer para seguir reduciendo la pobreza como se venía haciendo. Y la respuesta es una sola: profundizar el actual modelo. Por ejemplo, el Perú necesita desburocratizar el Estado y empoderar a los ciudadanos, al sector privado y a la sociedad, en vez de entronizar a los burócratas y los funcionarios. Un país con no más de cinco trámites por sector y con ventanillas únicas, debería ser una consigna nacional. ¿De qué vale tener una Constitución desreguladora y 22 tratados de libre comercio si tenemos un Estado burocratizado, de corte soviético?
Ante el proyecto 5892 del congresista José Jerí, “Nueva Ley de Industrias”, que propone que el Estado se convierta en director de la industrialización a través de la elección de siete sectores con exoneraciones tributarias en renta, IGV, impuesto predial y créditos subsidiados –es decir, la propuesta de resucitar el fracasado modelo cepalino de la sustitución de importaciones–, se debe responder con más reformas que profundicen el modelo. Por ejemplo, el Perú necesita una urgente reforma tributaria que simplifique los sistemas en solo dos: uno promocional para la pequeña empresa y otro general para los demás sectores. Una reforma que baje y simplifique los impuestos para avanzar en la formalización del país.

 

El actual modelo económico no es solo el más inclusivo sino el más industrializador de nuestra historia republicana.

 

Asimismo, el Perú necesita una reforma laboral que promueva la formalidad de más del 75% de los empleos que no cuentan con sistemas de salud ni menos provisionales. La reforma pasa por establecer la plena libertad en los contratos de trabajo, tal como sucede en los países desarrollados que alcanzan el pleno empleo y el bienestar generalizado de los trabajadores.
El actual modelo económico no es solo el más inclusivo sino el más industrializador de nuestra historia republicana. La industria participa con el 16.5% del PBI y supera largamente a todos los demás sectores. En ese sentido, quizá la estrategia para enfrentar la recesión, seguir reduciendo pobreza y relanzando la industrialización del país, pase por replicar los criterios generales de la Ley de Promoción Agraria (Ley 27360), que establecía un régimen tributario promocional para todo el agro (no solo para los agroexportadores) y un sistema de flexibilidad laboral para contratar y despedir de acuerdo a la estacionalidad agraria.

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