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ARGENTINA: ¿EL NUEVO PARADIGMA DE LOS PAÍSES EMERGENTES?

El presidente de Argentina, Javier Milei ,y el ministro de Economía, Luis Andrés Caputo, han lanzado el ajuste de la economía gaucha, acosada por un déficit fiscal, una deuda pública gigantesca y una emisión descontrolada, que pueden desatar una feroz hiperinflación de 15,000%. Si llegara la hiperinflación, según el propio Milei, la pobreza de los argentinos llegaría al 90% de la población y la indigencia a cerca del 50%. Quienes sostienen que el ajuste es el Apocalipsis, no conocen y entienden la devastación que podría desatar la hiperinflación.

La trascendencia del éxito del ajuste y las reformas argentinas

 

Sin embargo, vale subrayar que el shock económico y las reformas en Argentina se hacen dentro de un sistema de Estado de derecho y una democracia que acumula cuatro décadas de continuidad. En otras palabras, el ajuste y las reformas y el sufrimiento del pueblo argentino –por el despilfarro de la casta y los políticos– se hacen dentro de un sistema republicano, dentro de una sociedad abierta.
¿Por qué es fundamental destacar la importancia del Estado de derecho en Argentina, sobre todo en América Latina? En la región los ajustes y las reformas estructurales de la economía han estado asociados a las experiencias de los ochenta y noventa de Chile y de Perú, respectivamente, dos países que antes de la reciente llegada de las izquierdas progresistas y comunistas al poder eran considerados paradigmas del crecimiento y reducción de pobreza en los países emergentes.
Sin embargo, las reformas económicas en Chile –desarrolladas por los llamados Chicago Boys- fueron implementadas por la dictadura militar de Pinochet. Más allá de cualquier crítica, gracias a esas transformaciones los chilenos hoy tienen el ingreso per cápita más alto de la región y han organizado una sociedad de mayoría de clases medias. En el Perú, si bien casi todas las reformas avanzaron antes del golpe del 5 de abril, la condición autoritaria del gobierno de Fujimori marcó el apellido de los cambios económicos, más allá del crecimiento y la impresionante reducción de la pobreza.
Sobre estas realidades, las corrientes comunistas y progresistas agrupadas en el Foro de Sao Paulo durante las últimas dos décadas desarrollaron furibundas campañas en contra del “neoliberalismo autoritario”. Y de alguna forma, lograron desarrollar sentidos comunes que indicaban que la economía de mercado colisionaba con el Estado de derecho
En base a estas leyendas y narrativas las izquierdas regionales comenzaron a avanzar creando polarizaciones y guerras políticas que anclaban a los países en el pasado. En Chile se polarizó el país entre prinochetistas y antipinochetistas, hasta que la izquierda frenó el milagro económico del sur con el momento constituyente. Hoy los chilenos salen de esta barbarie. En el Perú, la polarización entre fujimoristas y antifujimoristas desató una crisis política que ha terminado paralizando el crecimiento luego del golpe fallido de Castillo. Y en Colombia, la polarización entre uribistas y antiuribistas llevó a Gustavo Petro al poder.
A la idea de que la economía de mercado y la libertad se contrapone a la democracia, de alguna manera, también contribuyó el modelo de los tigres del Sudeste asiático que, en las primeras etapas de su desarrollo –luego evolucionaron a democracias– se basaron en dictaduras militares anticomunistas. Ni qué decir de los modelos de capitalismo de Estado que implementan China y Vietnam desde la orilla de la izquierda.
Por todas estas consideraciones el ajuste y las reformas en Argentina pueden convertirse en un paradigma renovado de transformación en democracia para los países latinoamericanos y las sociedades emergentes. Además, el tamaño de la economía argentina, lo convierte en un actor privilegiado de estos procesos.
TOMADO DE: El Montonero

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