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HA MUERTO UN TRIBUNO

El reciente deceso de Javier Valle-Riestra González-Olaechea, a los 92 años de edad, nos priva de uno de los exponentes más importantes del último tercio del Siglo pasado, en cuanto a la judicatura, a la política y a la defensa irrestricta de la Constitución.

Javier Valle-Riestra deja una huella importante en el recuerdo nacional, en la política y en el Foro. Un recuerdo sumamente enriquecedor y, sin duda alguna, todos lamentaremos su deceso, su silente partida y su notoria ausencia.

Javier Valle-Riestra fue prontamente un político importante en el APRA, aun cuando en los años sesenta tomó cierta distancia, en el llamado “Apra rebelde”, debido, precisamente, a su espíritu luchador, forjador, iconoclasta, contradictor y rebelde.

Luego de un exilio forzado en la dictadura de Velasco por 7 años, en España, regresa y es elegido con toda justicia constituyente el año ’78, para ser partícipe de la redacción de la Constitución de ’79. A él debemos la creación, aunque en ese momento débil, de la Defensoría del Pueblo y del Tribunal Constitucional, bajo el nombre de “Tribunal de Garantías Constitucionales”. Asimismo, le debemos el hecho de que siempre haya luchado por que exista un sistema judicial organizado para la defensa procesal de los derechos fundamentales, llamado Derecho Procesal Constitucional y su crítica feroz y premonitoria a las actuaciones del Ministerio Público de los últimos años, al que llamaba “dictatorial”.

Gonzalo, primer Secretario Ejecutivo de la Comisión de DDHH del MINJUS, conoció a Javier Valle-Riestra directamente a raíz de su designación como Representante peruano ante las 43° periodo de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en el invierno de Ginebra de 1987. Es así que trabajó con él durante 15 días y pudo conocerlo personalmente, para palpar sus cualidades personales, jurídicas y, sobre todo, su profundo análisis de la situación política nacional e internacional. Luego, a sus regreso a Lima, mantuvo con él una excelente amistad, que duró hasta hace muy poco tiempo en que Javier se apartó de toda vida pública a raíz de los males que ya le aquejaban, producto de la edad avanzada.

Todos lamentaremos la ausencia de Javier Valle-Riestra y extrañaremos su presencia en los debates públicos, en los debates televisados y en su tenacidad para enfrentar el quehacer en la política nacional.

A él se debe, entre otras cosas, que se haya impedido que el gobierno de Fujimori –en su época más autoritaria– hubiese aprobado un decreto ley en el que se disponía el fusilamiento de Abimael Guzmán en una madrugada de aquel entonces, lo cual hubiese sido un crimen de Estado, un descalabro y un verdadero retroceso en la lucha antisubversiva. Ya se sabe que lo mejor que le pudo haber pasado al país fue que Guzmán fuese legítimamente juzgado por un tribunal ordinario predeterminado por la ley, fuera condenado válidamente por ese tribunal ordinario y que finalmente cumpliera su condena hasta su final. Sólo de esa manera se podría evidenciar la estatura moral del Estado y de la sociedad frente al terrorismo, como Javier propugnaba para el Estado haciendo frente con la justicia y el derecho frente a todos aquellos que quieren atacar al Estado.

Se opuso, desde un inicio al golpe de Velasco en 1968, así como tampoco comulgó con el golpe de Morales Bermúdez en 1075. Subsiguientemente, participó en forma activa en la constituyente de 1978 y luego en la vida política del Perú en la época democrática, sobre todo, desde las filas del APRA. Tuvo una relación de sentimientos encontrados con su compañero Alan García, que nunca le nombró a un cargo importante como Javier lo hubiese esperado.

Es así que Javier Valle-Riestra deja una huella importante en el recuerdo nacional, en la política y en el Foro. Un recuerdo sumamente enriquecedor y, sin duda alguna, todos lamentaremos su deceso, su silente partida y su notoria ausencia.

RIP. Descanse en paz, don Javier Valle-Riestra González-Olaechea.

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