El mafioso mega fraude electoral perpetrado por Nicolás Maduro, seguido de una brutal represión que incluye asesinatos, arrestos y golpizas de opositores, ha dejado al descubierto la absoluta inoperancia de la OEA, pero también de otras entidades internacionales y bloques políticos que tienen como principios rectores defender la democracia y los derechos humanos.
Sin embargo, permanecen silentes, inactivos, amodorrados, invisibles, incapaces de luchar por esas causas.
Podemos dividirlos en dos grandes grupos.
En el primero se encuentra el Parlamento Andino, integrado por 25 representantes del Perú, Chile, Ecuador, Bolivia y Colombia. Este foro se ha limitado a publicar un pronunciamiento mediocre, tibio y edulcorado, sin condenar con firmeza las atrocidades que comete el régimen chavista, lo cual ha sido protestado por el legislador Luis Galarreta, miembro de ese colectivo.
Pensábamos, ingenuamente, que los parlamentarios andinos no sólo condenarían el fraude y la represión, sino que celebrarían una sesión extraordinaria en Caracas para hacer pública su solidaridad con la democracia escarnecida.
Nos equivocamos. Ni lo uno ni lo otro. Simplemente no se han atrevido a confrontar al chavismo y a sus aliados políticos, Cuba y Bolivia.
La excusa —siempre habrá excusas para justificar temores— parece ser que Bolivia no suscribiría la declaración porque el presidente Arce y Evo Morales son afines al dictador venezolano. Soslayan que un comunicado no tiene que llevar la firma de todos sus integrantes, ya que, sin duda, Chile, Colombia, Ecuador y el Perú hubieran firmado.
Los otros organismos que no dicen una palabra son el Parlamento Latinoamericano, conformado por 21 países que se definen como “garantes de los derechos y la democracia”. Parece una broma, ¿no? Igualmente, resulta una chanza que esa institución la presida el diputado cubano Rolando González Patricio.
No olvidemos que también existen los parlamentos Indígena, de Unasur, Mercosur y Amazónico, que son solo membretes, logos, ectoplasmas, a los cuales debería extendérseles partida de defunción.
Los bloques políticos tampoco dicen su palabra. La Internacional Socialista, de la cual forma parte mi partido, el APRA, se ha convertido en un nido de burócratas, insensibles, distantes a confrontar las satrapías, a pesar de que su lema es “la construcción de una sociedad libre y democrática”. Lo mismo podríamos decir de la Internacional Demócrata Cristiana.
Quienes sí operan políticamente son el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, que agrupan a los gobiernos que integran el socialismo del siglo XXI, respaldando las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua, así como a los sectores de izquierda radical del hemisferio.
Lo anterior explica por qué los gobiernos brasileño de Lula da Silva, colombiano de Petro y mexicano de López Obrador, en lugar de reconocer el inobjetable triunfo del candidato presidencial Edmundo González Urrutia, han optado por recomendar la realización de nuevas elecciones, una turbia maniobra rechazada por la oposición.
Peor aún, en circunstancias en que han asesinado a 26 personas y encarcelado a 3 mil opositores, la Santa Sede acredita a monseñor Alberto Ortega Martín como nuevo nuncio apostólico, representante del papa Francisco.
Al hacerlo, el Vaticano implícitamente reconoce y legitima a un régimen de facto, una deplorable torpeza diplomática ampliamente promocionada por el oficialismo.
En este contexto, la lideresa socialdemócrata María Corina Machado ha denunciado que 150 efectivos encapuchados, apoyados por cuatro tanquetas, asaltaron un complejo residencial donde viven mil cien familias. Ingresaron disparando, rompieron las puertas, cortaron la luz y los cables de teléfono, destruyeron más de cien vehículos y 15 de los 48 ascensores. Mataron mascotas y se llevaron detenidos a numerosos jóvenes.
¿Condenará el papa Francisco estos actos de terrorismo de estado o levantará su voz el flamante nuncio apostólico recientemente acreditado ante el tirano del Palacio de Miraflores?
Sudamérica está con cancer generalizado, está podrida con el socialismo comunista, no respeta ninguna ley democrática ni tiene intensiones de arreglar nada, seguirá tomada por unos cuantos que disfrutarán como reyes y dejarán por mucho tiempo a su pueblo hundido en la necesidad y pobreza, como Cuba. Los países alzarán su voz pero les importará un pepino, así como nunca pudieron desahacerse de los Castro u Ortega, ese es el destino de la otrora gran nación de Venezuela. Acuérdense que muerto el perro se acaba la rabia. Solo se necesita un buen franco tirador para curar a ese país.
Sudamérica está con cancer generalizado, está podrida con el socialismo comunista, no respeta ninguna ley democrática ni tiene intensiones de arreglar nada, seguirá tomada por unos cuantos que disfrutarán como reyes y dejarán por mucho tiempo a su pueblo hundido en la necesidad y pobreza, como Cuba. Los países alzarán su voz pero les importará un pepino, así como nunca pudieron desahacerse de los Castro u Ortega, ese es el destino de la otrora gran nación de Venezuela. Acuérdense que muerto el perro se acaba la rabia. Solo se necesita un buen franco tirador para curar a ese país.