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OPINIÓN/ ¿DISOLUCIÓN DEL MOVADEF?

NO ATRACO

Escribe: Elmer Barrio de Mendoza

“Quien no recuerda su historia está condenado a repetirla”, dice la frase grabada a la entrada de Auschwitch. Tratemos de no olvidarla.

 

La Cuarta Sala Penal de Apelaciones ordenó la disolución del llamado Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), además de aplicar condenas draconianas a sus dirigentes y promotores.

Para quienes no conocen la trayectoria orgánica y conceptual del Partido Comunista del Perú (Sendero Luminoso) esto es el fin del terrorismo político en el país.

Muchos ingenuos y algunos cómplices dirán que esta sentencia cuestiona el derecho a la organización política de aquellas personas que participaron en (o respaldaron) la ejecutoria criminal de Sendero Luminoso en las décadas de 1980 y 1990. Quizá el más conspicuo de ellos sea César Hildebrandt, pero hay que recordar que, no hace mucho, Gustavo Gorriti o José Pérez deslizaron también ese argumento. Dios los crea y ellos se juntan.

Repasando la historia reciente

En 1956 se inició la ruptura entre los dos Partidos Comunistas más grandes del mundo: El Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y el Partido Comunista de China (PCCh). Las causas visibles fueron dos: la desestalinización del PCUS y la política de aproximación de la Unión Soviética hacia el Occidente. Los chinos se declararon estalinistas y se pronunciaron contra la coexistencia pacífica con el capitalismo. El proceso culminó en 1962 con la fractura definitiva entre los dos partidos.

Visto desde hoy resulta casi una anécdota. China inició su propio acercamiento a los Estados Unidos en 1975 y ha desarrollado un sólido proceso de incorporación al mercado, disputando el liderazgo económico mundial a los norteamericanos. Igualmente ha desaparecido todo rastro de Mao Zedón, que fue su equivalente a Stalin. Hoy Xi Jinping ejerce una fuerte conducción en el gigante asiático.

Mientras tanto, la Unión Soviética estalló en múltiples pedazos, el Partido Comunista es una pieza arqueológica y solamente cuando su núcleo se afirmó como la Federación Rusa inició un proceso consistente de recuperación económica, bajo el liderazgo de Vladímir Putin.

Pero hacia 1962 la ruptura sino-soviética era un sismo que culminó en fractura total.

El impacto internacional de esta división fue mínimo, salvo en el Perú. Casi todos los partidos comunistas del mundo mantuvieron entonces su lealtad al PCUS. En nuestro país la escisión del Partido Comunista Peruano (PCP) sí fue significativa. La fracción prosoviética mantuvo su organicidad y nombre e inició un proceso de inserción política en el aparato formal con sustento en su influencia en los gremios de trabajadores urbanos.

La fracción prochina optó por el nombre de Partido Comunista del Perú (PC del P), pero entró en un rápido proceso de división consecutiva con asiento en los gremios estudiantiles y magisteriales. Ante esta vocación dispersiva surgieron Bandera Roja, Estrella Roja o Patria Roja, cuyos nombres diferenciales derivaban de la denominación de sus voceros mimeografiados (el mimeógrafo era la herramienta de impresión artesanal favorita de aquellos tiempos).

En Ayacucho hubo una fracción adicional, aparentemente insignificante, que siguió al pie de la letra las instrucciones revolucionarias del Partido Comunista de China y de su líder Mao Zedón (entonces Mao Tse Tung). Este grupo, que también se llamaba Partido Comunista del Perú, igual que los otros, era dirigido por Abimael Guzmán y comenzaba a ser identificado por su lema: “Por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui” o, en breve, “Sendero Luminoso” no más. Así como el PCP negaba la lucha armada como método principal de acceso al poder; todos los PC del P la enarbolaban. Pero muchos la enarbolaban de la boca para afuera.

Mientras tanto, en Ayacucho, había quien sí se la tomaba en serio: Abimael Guzmán, el camarada Gonzalo. Y comenzó a montarla en silencio a fines de los 60. Muchos militantes de izquierda, que oyeron hablar durante años de lucha armada, eran frutos listos para la cosecha si alguien la iniciaba.

En cuanto a lo ideológico, Abimael era sumamente limitado. No hay documento atribuido a él cuyo contenido no provenga de dos pequeños libros de Mao: Sobre la Nueva Democracia y La Revolución China y el Partido Comunista de China. Hoy, los folletos de Guzmán serían copy&paste. Bastaría cambiar China por Perú y chinos por peruanos y eso es lo que se llamó Pensamiento Gonzalo. Misio.

Pero si se trata de disparar o acuchillar, la ideología importa poco. Abimael lanzó el Inicio de la Lucha Armada (ILA) en 1980. La preparación del ILA comenzó cinco años antes y el Estado Peruano no se enteró. Guzmán estuvo incluso preso en la segunda mitad de los 70 y fue rápidamente liberado.

Mucho se ha escrito sobre la guerra terrorista de Sendero Luminoso. Y no me detendré en eso ahora.

Abimael fue capturado y condenado y Sendero fue derrotado en 1992. Guzmán. Después de hablar con Vladimiro Montesinos, con regalito incluido, en 1993 el llamado Presidente Gonzalo lanzó el Acuerdo de Paz (o sea la rendición incondicional). Sendero se dividió entre los Acuerdistas y Proseguir.

A fines del siglo pasado Abimael dispuso, desde prisión, que se constituyera el Movadef como instrumento de preservación del Pensamiento Gonzalo y, lógicamente, de Sendero Luminoso. Pasar de la fase militar a la fase política, sin renunciar (salvo por razones tácticas) a la lucha armada cuando las condiciones lo permitan, creo que es un buen resumen de la consigna de Guzmán.

La Operación Perseo ha permitido determinar no solamente que la constitución del Movadef fue ordenada por Gonzalo y previamente aprobada por el Comité Central de Sendero, sino que también su organización fue financiada con fondos provenientes del valle del Huallaga aportados por el camarada Artemio de la estructura narcomilitar senderista. Hoy Artemio está preso y también ha sido condenado en este caso.

¿Qué podemos esperar?

Sendero y el Movadef son lo mismo (únicamente los diferencia la oportunidad táctica) y ambas formas de lo mismo saben vivir en la clandestinidad. De modo que nadie (y menos que nadie las autoridades) debe suponer que esta sentencia marca el fin de Sendero o del Movadef. Durante el gobierno de Castillo (y probablemente todavía) sus miembros han accedido a espacios de poder, sobre todo descentralizados y con criterio de focalización. Tontos no son.

También han accedido a oportunidades de negocios que antes no tenían. Gastaron mucho entre diciembre de 2022 y marzo de 2023, pero con certeza no agotaron sus reservas. También trabaron alianzas con el narcotráfico y la minería ilegal de oro. De modo que, aun formalmente disueltos, mantienen intacta su capacidad operativa.

Su posibilidad de infiltración, ahora que conocen el Estado por dentro, se ha incrementado.

Y la circunstancia política les viene a pelo. Dina Boluarte, el Congreso y el Sistema de Justicia están en el tercer y cuarto sótano en materia de respaldo popular. La lucha contra la inseguridad ciudadana es la bandera que hoy día unifica al país. El desgobierno comienza a ser demasiado evidente.

Movadef intentará aprovechar esta circunstancia, que no les quede la menor duda.

Alguien dirá que ya no hay un líder y se equivocará. Hay por lo menos un líder público destacado y es Íber Maraví. Maraví de torpe no tiene nada. Desconozco si hay otros con nombre propio pero estoy seguro que sí tienen un Comité Central y comités por todo el país. No son muchos pero son disciplinados, tan disciplinados como malévolos. Volver a descuidar a Sendero Luminoso sería un crimen de la gestión pública.

“Quien no recuerda su historia está condenado a repetirla”, dice la frase grabada a la entrada de Auschwitch. Tratemos de no olvidarla.

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