(El Montonero).- Es incuestionable que se avecina una guerra comercial en el planeta, como nunca se ha presentado en la historia de la humanidad. Si bien detrás de las tensiones entre los Estados Unidos, China, Rusia y otras potencias siguen apuntando los misiles nucleares hoy ha emergido un nuevo protagonista: el arancel.
Estados Unidos vuelve a rugir con fuerza inusitada en el concierto planetario
No se trata del rígido arancel del sistema soviético versus los diversos niveles de apertura de las sociedades occidentales durante la Guerra Fría del siglo pasado. Se trata de un arancel que se sube y se baja de acuerdo a los objetivos políticos de los Estados Unidos.
El presidente Donald Trump lo acaba de demostrar luego de haberle doblado la mano al presidente de Colombia, Gustavo Petro. Colombia se allanó a la política migratoria de los Estados Unidos, aceptó recibir a los migrantes ilegales y todo volvió a la normalidad.
Algo parecido empieza a suceder con la reciente decisión de los Estados Unidos de imponer aranceles del 25% a México y Canadá (medida suspendida por 30 días por el diálogo entre los tres países). El argumento principal para la guerra comercial la frontera de ambos países es una verdadera coladera para el tráfico de fentanilo –que reemplaza a la cocaína– que destruye varias ciudades estadounidenses y afecta a la juventud.
Los nuevos aranceles representarían un golpe devastador para la economía de México. El 80% de las exportaciones mexicanas en autos, maquinaria, frutas, verduras y equipo médico se envía a los Estados Unidos. Bloomberg pronostica que el PBI mexicano se desplomaría en 16% y aumentaría dramáticamente la pobreza.
Igualmente, el 70% de las exportaciones de Canadá se destinan al gigante del norte. Si las economías de México y Canadá se golpearían de esa manera lo lógico sería que los tres países se sienten con rapidez a establecer una política de seguridad de fronteras y elaborar una estrategia mundial contra el fentanilo y las drogas.
Lo demás sería una locura sin sentido. En los propios Estados Unidos se sentirían el impacto de las medidas. Se desencadenaría una crisis general en las cadenas de producción, crecería el costo de producción de las empresas, se perderían miles de empleos y aumentaría la inflación por el incremento de precios. El galón de gasolina podría subir 50 centavos de dólar porque México y Canadá son los principales exportadores.
Es evidente que la guerra arancelaria destruirá la economía de México y Canadá, pero también afectaría a los Estados Unidos en menor medida, restándole competitividad a su economía.
Sin embargo, es hora de entender el nuevo momento de la geopolítica mundial para evitar algunos yerros en el análisis. La nueva administración Trump ha decidido pelear la primacía del imperio estadounidense en la economía y ha decidido preservar a cualquier costo la gran unión americana de los 50 estados que ha sido amenazada por la izquierdización del Partido Demócrata y el avance del wokismo desintegrador.
Hasta antes del triunfo republicano y, en medio de la polarización de las elecciones estadounidenses y la brutal judicialización en contra de Trump –tal como sucede en América Latina y el Perú– algunos analistas progresistas y miembros de la academia woke sostenían que la unidad federal de los Estados Unidos era inviable y se atrevían a resucitar sombras de la Guerra de Secesión y todo parecía cuesta abajo.
Semejantes análisis representaban un verdadero festín para la gran convergencia antioccidental que se ha organizado en el planeta frente al militarismo y las guerras promovidas por los demócratas en el poder. China, Rusia e Irán parecían contemplar el escenario sentados en el palco esperando los desenlaces. Hoy ese escenario comienza a cambiar radicalmente y Rusia se prepara a abandonar la convergencia en contra de Occidente y los Estados Unidos.
El presidente Trump acaba de anunciar una conversación amistosa con la presidente Claudia Sheinbaum y anunció que México enviará 10,000 soldados a la frontera para cerrar la hemorragia de fentanilo. Trump también señaló que se suspenden por 30 días el incremento de aranceles para productos mexicanos. Es evidente que la misma noticia se conocerá desde Canadá y quedará en evidencia que el imperio del siglo XX, comprometido con las libertades y los derechos humanos en dos guerras mundiales del siglo pasado, ha vuelto a hablar con una fuerza inusitada.
En cualquier caso, la gran unión de 50 estados ha decidido preservar su unidad a cualquier costo, incluso utilizando el arancel para frenar la migración ilegal y los envíos de drogas que destruyen la sociedad estadounidense. Ha surgido, entonces, la estrategia del arancel para presionar políticamente y preservar el imperio democrático del siglo XX. Una tremenda noticia porque no se oyen los ruidos de misiles, bombas y balas. ¿Cómo se atreven a decir que el mundo no progresa? Ojalá así hubiesen sido todas las guerras de la humanidad.