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BATALLA PERDIDA

Escribe: César Campos R.

La captura del lenguaje de los pueblos es, sin duda, una batalla perdida. Pero la guerra cultural no termina

Como muchos que lo conocieron o siguieron su prédica frontal contra el comunismo autoritario y hambreador de pueblos, lamento la muerte de Carlos Alberto Montaner cuya poderosa inteligencia y cultura liberal ilustró a varias generaciones de habla hispana.
Tuve la suerte de estar entre los primeros cuando en octubre de 1994, en el hotel Intercontinental de Managua, Nicaragua, me fue presentado por Enrique Zileri, con quien me trasladé hasta dicha ciudad a fin de participar en un encuentro periodístico sobre el rol de la prensa en el proceso de la transición democrática centroamericana. Gobernaba entonces Violeta Chamorro, paréntesis de libertad en un país hoy sojuzgado por el sátrapa Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
Fue una tertulia extraordinaria, llena de anécdotas narradas por nuestro brillante interlocutor. Luego vi a Montaner varias veces en Lima, algunas en la residencia del embajador de México Manuel Rodríguez Arriaga con quien guardaba gran amistad. Me impresionaba su conocimiento profundo y actualizado de la realidad mundial, el que le permitía discurrir por diferentes escenarios. Por supuesto, sobre el flagelo castrista en Cuba – su patria natal – poseía información privilegiada y daba pronósticos que se cumplieron al pie de la letra.
En el encuentro de Managua, Carlos Alberto fue uno de los expositores magistrales. A cinco años de la caída del muro de Berlín y el balance desastroso del socialismo global, mientras algunos se embobaban con la tesis del fin de la historia de Francis Fukuyama o calzaban la proyección del choque de civilizaciones analizado por Samuel Huntington (ahora recordada a raíz de las revueltas de Francia), se empeñó en sostener que los partidarios del colectivismo redistributivo y de la economía central planificada no se echarían a dormir. Que fieles a su condición de activistas parásitos, ni siquiera se darían golpes de pecho por los disparates esparcidos durante 70 años tras el éxito de la revolución rusa.
Montaner auguró que los comunistas, abiertos o reciclados, persistirían como si nada hubiera ocurrido. Y dio la clave a través de una frase que jamás olvidé y cito constantemente: “lo primero que harán esas personas es apoderarse del lenguaje de los pueblos. Le impondrán sus términos y enunciados. En eso son expertos”.
Nunca más vigente su sentencia. La fabla progre ha invadido muchos espacios de las proclamas públicas. En el Perú soportamos, por ejemplo, aquello de “conflicto armado interno” a lo que fue la acción terrorista asesina. O lo de “no hay que criminalizar la protesta” cuando se pide sanción a los desmanes extremistas que destruyen bienes públicos o privados. Y en estos días, caemos en el juego de repetir “toma de Lima” a lo que apenas es la movilización rentada hacia la capital de compatriotas del interior, cuyo legítimo derecho al reclamo se empaña con la probada infiltración senderista en sus manifestaciones.
La captura del lenguaje de los pueblos es, sin duda, una batalla perdida. Pero la guerra cultural no termina. Hay tiempo para revertir esta situación.
FUENTE: https://www.expreso.com.pe/opinion/batalla-perdida/

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