CAPILLA DE SANTA BÁRBARA: UNA JOYA EN EL CENTRO DE LIMA
Recinto religioso de singular belleza arquitectónica se deteriora en plena avenida Nicolás de Piérola. Martír de la Iglesia Católica es considerada una emprendedora y patrona de artilleros, bomberos y trabajadores de las canteras. Fieles le rezan contra los chismes, las intrigas y la maldad.
Santa Bárbara, patrona de las explosiones y del arma de artillería de muchos ejércitos, y considerada la mártir de la tormenta y el rayo
En el interior del ex Cuartel de Santa Catalina, se erige la capilla dedicada al culto de Santa Bárbara, patrona de las explosiones y del arma de artillería de muchos ejércitos, y considerada la mártir de la tormenta y el rayo. Allí, entre la febril actividad de miles de comerciantes ambulantes, se erige esta joya arquitectónica de estilo neoclásico.
Está ubicada en la céntrica avenida Nicolás de Piérola con el jirón Inambari y en su frontis se advierte el deterioro. A un costado de la construcción se aprecia un cartel con letras negras desiguales y dibujadas con brochas en el que se lee: “Ministerio de Cultura”; y solo es visible a través de las rejas.
Esperemos que las autoridades entiendan la importancia de este monumento histórico-religioso, redoblen el cuidado y su puesta en valor. Es, qué duda cabe, un atractivo de gran importancia para el país.
La fuerza de la decisión
Santa Bárbara de Nicomedia fue una icónica mártir del cristianismo, quien además de patrona de la artillería y las profesiones ligadas al mundo del fuego, es la santa de los bomberos, mineros y electricistas y le rinden tributo el 4 de diciembre de cada año. Vivió entre los siglos III y IV, nació en Nicomedia, antigua provincia del Imperio Romano, ubicada en la actual Turquía.
En las imágenes cristianas se representa a Santa Bárbara como una joven bella, cubierta con una túnica o manto de color rojo intenso, una torre con tres ventanas, que significa el refugio de la fe en la Santísima Trinidad, y la espada con la cual fue decapitada, que es un símbolo de fuerza y de fe inquebrantables.
Lleva en su mano un cáliz con el Santísimo Sacramento que significa su conversión al catolicismo; además del rayo que cayó en su martirio, una rama de olivo entre sus manos, representando el martirio y en ocasiones junto a bloques de piedra que significan la montaña, a donde huyó y fue atrapada.
“Una mártir emprendedora, enérgica y decidida…”
Santa Bárbara no es solo patrona de aquellos que trabajan con explosivos, sino también de muchas personas que se consideran sus hijos por expresar a una mujer emprendedora de carácter enérgico, obstinado, luchadora y fuerte.
Sus devotos le piden protección para su familia de las tempestades, de los chismes, de la intriga, de la maldad de los enemigos pidiéndole que los proteja con su espada y los cubra con su capa.
Santa Bárbara, según una antigua tradición, fue puesta en cautiverio por su propio padre, el rey pagano llamado Dióscoro, con el propósito de apartarla de la influencia del mensaje cristiano. El rey, además, hizo que maestros de filosofía y poesía la visitaran en su celda periódicamente y así asegurarse de que rechace a Cristo.
Bárbara no solo no fue persuadida de ello sino que desobedeció la orden de casarse y se declaró cristiana, algo que el gobernante consideró como la peor de las afrentas. Entonces, lleno de furia, ordenó que la joven fuera martirizada.
La santa fue atada al potro y flagelada. Como logró sobrevivir a los maltratos, el padre ordenó que fuera presentada ante el juez, quien determinó la pena capital. El lugar escogido para la ejecución fue la cima de una montaña y el verdugo sería el propio Dióscoro. Ni bien este dio muerte a su hija, cortándole la cabeza, un rayo le cayó encima y lo fulminó.
Aunque no existen referencias históricas del todo sólidas sobre Santa Bárbara y los hechos que le acontecieron, su veneración se extendió por Europa, consolidándose en el siglo VII. Su culto fue aceptado y confirmado por el Papa San Pío V en 1568 y desde entonces aparece en la lista de los santos auxiliadores. El Perú y América no son la excepción.
FOTOS: David Pino