Ni siquiera son capaces de defender sus fueros ante las imposiciones del Poder Judicial que reiteradamente bloquea las funciones del Parlamento.
La inmensa mayoría del país está contra Pedro Castillo y su equipo ministerial y de colaboradores. Muchos están en fuga y forman parte hoy de una lista roja no ideológica sino delincuencial. Hannah Arendt al hablar del ejercicio del poder decía que la clave será siempre el consentimiento de los representados, el poder es lo que otros te dan y se legitima por el interés común de quienes lo sostienen. El Ejecutivo y el Legislativo están en el momento más alto de su crisis. No representan a quienes les dieron el poder.
No hay revocatoria presidencial ni congresal pero el ánimo de que se vayan todos crece en una ciudadanía cansada de la obsecuencia. Pedro Castillo va de mal en peor debatiéndose en un laberinto de expedientes fiscales con pruebas crecientes de corrupción. El Legislativo es incapaz de librar al país del prolongado flagelo de la inoperancia y las corruptelas. Las abstenciones como práctica perversa permiten acuerdos bajo la mesa por intereses de grupo o de gobierno. Dos propuestas de vacancia presidencial no alcanzaron los 87 votos y viene la tercera. Podemos y Somos Perú evitaron la imparcialidad de la sub comisión de acusaciones constitucionales para blindar a Dina Boluarte a pesar de su ostensible transgresión constitucional por defender intereses particulares como vicepresidenta y ministra.
Ni siquiera son capaces de defender sus fueros ante las imposiciones del Poder Judicial que reiteradamente bloquea las funciones del Parlamento. Carlos Hakansson ha pedido con acierto y valentía que presenten una demanda competencial ante el Tribunal Constitucional para evitar que un Poder del Estado impida el trabajo de otro cuando hay separación de poderes. El Congreso debe continuar sus procesos políticos en los que el Poder Judicial no puede ni debe intervenir. No hay representación sin autonomía.