LA CONCIENCIA DEL EGO Y LA CONSCIENCIA DEL SER
Por Gustavo Blanco Ocharan
gblancociticars@gmail.com
Conciencia de Ego. El ego es un hacedor por excelencia, siempre está atareado y en acción, busca con ansiedad conquistar el mundo exterior, está orientado al logro de objetivos, la adquisición de bienes, el ascenso en la jerarquía social, económica, política, laboral, educativa o cultural; así es escalando, como el ego trata de reafirmar su poder y consolidar su autoridad; actuando, midiendo, comparando, creciendo para satisfacer primero necesidades materiales, luego afectivas y más tarde sociales.
El ego sabe, actúa y siente; se prepara, planea, juzga y compite porque la vida, dentro de su proyección inmediata se reduce a ganar o perder; alcanzar el éxito o fracasar; expandir, acumular, tener y poseer satisfaciendo de manera pareja tanto la gloria, la vanidad como su propia inseguridad.
Para el ego, cualquier movimiento y decisión será evaluada en función de un resultado, cuanto más alto, complejo o sofisticado mayor vanagloria, orgullo y retroalimentación egocéntrica que se traduce en tener más dinero, más fama, más poder y con ellos mayor exposición y reconocimiento.
Toda la estructura social imperante, parece estar diseñada para construir un estilo de vida al que algunos denominan “calidad de vida” y otros más críticos “carrera de ratas” en una dinámica que no para y que según las circunstancias se vuelve cada vez más apremiante y exigente, produciendo paradójicamente toda clase de desequilibrios que resultan al final contraproducentes.
La religión, la democracia, el sistema educativo, los patrones culturales, la moda, los medios de comunicación, las redes sociales, la literatura, los deportes e incluso algunas manifestaciones artísticas comerciales e instituciones sociales y filantrópicas giran en torno a retroalimentar, inflar, apaciguar y en general satisfacer las necesidades del ego cuyo paradigma de éxito es, como queda dicho, hacer, tener y poseer.
Ser conciente desde la perspectiva del ego es conocer, darse cuenta, racionalizar, planificar, darle un fin a la existencia que nos permita exhibir resultados, demostrar nuestras capacidades, habilidades y competencias, aprovechar cualquier oportunidad para avanzar en la consecución de nuestros objetivos y metas, considerando como un factor fundamental el tiempo, cuanto más pronto mejor.
CONSCIENCIA DE SER
El Ser es un observador por excelencia apoyado en la aceptación no persigue nada, no lucha, no compite, no posee, no se resiste, simplemente fluye sintonizando en presencia y esencia con la energía pura del universo, siendo únicamente las motivaciones espirituales las que alimentan su existencia.
El ser es callado y a veces ausente, busca en silencio descubrir el mundo interior; pretende ser un simple buscador intuitivo que carece de planes, prescinde de formas y es ajeno a toda imposición, su único origen y fin es encontrar la Verdad, descubrir su propia divinidad porque sabe o específicamente intuye, que la verdad es única y que está anclada en los confines profundos y misteriosos del propio Ser Esencial.
El Ser ni compite ni juzga, no lleva prisa ni se angustia, no se preocupa, vive solo el presente, porque es consciente de su inmortalidad y eternidad.
El ser fundamentalmente medita, disfruta la soledad y el silencio, no se estresa por el resultado ni por el tiempo, acepta las circunstancias porque se considera un observador de ellas, disfruta apaciblemente el proceso y práctica a cada instante el desapego tanto material como emocional.
La consciencia del ser es un nuevo despertar donde activamos el potencial espiritual innato que es nuestra esencia y comenzamos a intuir las dimensiones ajenas de la materia como la no forma, el no tiempo, la no mente, el no yo.
Descubrir que somos uno con el universo es hacer consciente nuestra naturaleza divina, es vibrar en armonía expandiendo los acordes naturales de nuestra libertad.
La consciencia del ser no afirma ni niega la existencia de Dios, porque está exenta de la influencia de la razón y la emoción; por ello como lo expresó Carl Jung en su momento “no necesito creer en Dios yo sé de Dios” llámese energía, frecuencia o vibración, el maravilloso orden del universo exterior y nuestro fantástico universo interior comparten una adjetivo: lo Perfecto y un sustantivo: el Amor, con mayúsculas; aquel que todo lo puede, todo lo transforma, todo lo crea.
Somos la parte y a la vez el todo, somos Uno con el Universo, único, infinito y pleno, somos seres de luz que hacemos consciente nuestras propias sombras en el proceso de evolución infinita que nos invita simplemente a Ser.
La consciencia del ser prescinde de cualquier paradigma porque sobrepasa cualquier esquema mental y fluye espiritualmente generando plenitud, armonía y paz. La sutil diferencia entre conciencia y consciencia es la s del Ser y es la llave que te conecta con tu esencia espiritual que asciende y trasciende tu propia individualidad.