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LA FALACIA DE LA PERSONALIDAD

Gustavo Blanco Ocharan

gblancociticars@gmail.com

La personalidad es un término usado para definir los rasgos distintivos, el carácter y la conducta de un individuo; generalmente admiramos como sociedad, los atributos que contienen determinación, valentía, heroísmo, ecuanimidad, perseverancia, tenacidad, solidaridad, compasión, altruismo, generosidad entre otros que inspiran cierto liderazgo o sirven de ejemplo y que explican la manera como actuamos.
Es precisamente dentro de  este último aspecto en el que se anida la confusión, aquella frase  “la manera como actuamos” es la expresión de lo que hacemos, la imagen que vamos dibujando paulatinamente para enfrentar los desafíos del mundo o hacernos presentes en él; sin embargo, esas manifestaciones vivenciales no siempre son genuinas, son conductas aprendidas, adaptativas y generalmente copiadas que llegan a desnaturalizar, ocultar e incluso desvanecer nuestro auténtico Ser Esencial.
La personalidad se forma a partir de ciertos componentes genéticos heredados que reciben la influencia del entorno, nuestro hábitat, las personas con las que interactuamos, las experiencias por las que atravesamos, la comunidad donde crecemos, la cultura, valores y tradiciones que absorbemos; las instituciones que frecuentamos como la  familia, la escuela, la Iglesia, el ejército, los partidos políticos, las asociaciones de diversa índole todas creadas para reforzar y retroalimentar determinada estructura social imperante.
No siempre como actuamos es como somos; muchas veces optamos por hacer lo político, social o culturalmente correcto, aunque nos desagrade o no sea lo que en realidad deseamos; así nos alineamos con la tradición y por ese afán, esa presión esa predisposición  que nos condiciona a complacer a otros es que renunciamos a ser uno, a descubrir y sincronizar con nuestra verdadera esencia.
El ser humano responde a estímulos y experimenta a lo largo de toda su vida un permanente proceso de adaptación y socialización; la estructura social, las costumbres, la cultura, la educación, el medioambiente moldean de alguna manera la personalidad, la forma de actuar que adoptamos le da sentido a nuestro quehacer cotidiano.
Personalidad proviene de persona, siendo su raíz latina máscara o careta que era la indumentaria que se usaba para representar un personaje en una función teatral; en otras palabras la careta era una expresión del personaje, del actor pero no necesariamente del ser como auténtica y original unidad individual.
No estamos afirmando que la personalidad sea buena o mala toda vez que en términos de consciencia todo juicio de valor es irrelevante,  y contrario a la naturaleza del espíritu, únicamente tratamos de situar a la personalidad en su justa y real dimensión, como expresión de lo que en realidad representa.
La personalidad es la expresión visible del ego, representa al personaje que tratamos de construir para adaptarnos al entorno social y responder a la escala de valores que la sociedad de alguna manera acepta, privilegia y premia.
La manifestación espontánea del ser es la consciencia que actúa como una presencia invisible y que activa nuestro Ser Esencial, ese yo único, auténtico, ancestral, eterno y perpetuo que albergamos en nuestro interior.
Estamos habituados a escuchar expresiones como “posee una gran personalidad”; tiene una “personalidad definida”, necesitamos un ejecutivo que sea un líder exitoso en su campo y que tenga una “personalidad de acero”, el presidente “manejó la situación con altura y personalidad”, etc., son afirmaciones que refuerzan las conductas que la sociedad aprecia.
Si tu personalidad, la careta que disfraza tu ego con la que actúas está alineada o por lo menos inspirada en tu ser esencial, entonces vas camino a tener no solamente éxito sino felicidad y plenitud; pero si esa personalidad que has construido es contraria a tu ser, a los elementos originales y puros de tu consciencia y no sintoniza con la intuición que se encarga de canalizar el lenguaje espiritual, entonces requieres profundizar tu conocimiento interior para encontrar tu verdadera esencia.
Todo signo de depresión, ansiedad, pérdida de sentido de la vida, tristeza, nostalgia, vacío, insatisfacciones en general son indicadores que debemos considerar como señales que nos invitan hacer ajustes en nuestro estilo de vida, la personalidad falaz es un factor a considerar para no ser burlados por la audacia del ego que si es capaz de convertirnos en actores profesionales de nuestra realidad pero que oculta la auténtica historia de nuestro Ser Esencial, el hacer consciente ello es un símbolo del valioso despertar espiritual.

California Julio 17,2022

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