El lenguaje del espíritu se dinamiza a través de la oración; es orando como nos relacionamos con la divinidad, aquella presencia que vive en el interior, como Ser Esencial y que también lo hace en el Universo; como Energía pura, omnipotente, omnisciente y omnipresente; inspiradora de todo lo creado y de todo lo existente.
Cuando activamos la consciencia plena, podemos captar la conexión entre el microcosmos y el macrocosmos cuyo nivel de similitud, complemento y sincronización cada vez nos asombra más, porque a la luz de la observación, cada componente del ser humano, la naturaleza y del universo en general; se distinguen y destacan por la armonía y perfección que tienen, propios de una mente Superior que observa el principio espiritual de correspondencia “como es adentro es afuera; como es arriba es abajo”.
Tradicionalmente los rezos y los mantras se consideraban como la única forma de orar y esta práctica, que forma parte del culto en la mayoría de las religiones, suele ser repetitiva y rutinaria correspondiendo más a la expresión de un ritual que a una manifestación consciente de nuestra esencia y naturaleza espiritual.
Otra característica típica de la oración tradicional y de quienes la practican, es que solemos orar únicamente para pedir; pedimos vida, salud, provisión, dinero, oportunidades, trabajo, negocios, unidad familiar, éxito en nuestros proyectos, prosperidad, abundancia y parabienes en todas las áreas de la vida, solicitando el favor a través de un interminable; dame, dame, dame.
NO HAY REGLAS
En el despertar espiritual no existen parámetros rígidos ni reglas fijas, solo pautas para mejorar la comunicación espiritual, cultivarla y perfeccionarla; en este sentido, sugerimos considerar la gratitud como una forma de orar; así por ejemplo, podemos observar que rezar es solo repetir; la oración reflexiva por su parte, suele ser más consciente al igual que la meditación que nos permite encontrar en el silencio y la mirada interior los espacios de quietud, equilibrio y paz para estimular la intuición que es el idioma profundo del espíritu.
En el despertar espiritual, cada persona tiene su “momento preciso”, ese instante en el que decidimos auto conocernos más para explorar con total libertad, todas las dimensiones de nuestro potencial, ocasión en la que la consciencia se expande y decidimos romper esquemas y cuestionar ciertas costumbres, creencias y tradiciones, para iniciar un camino de crecimiento espiritual propio.
Cuando rezamos para pedir, estamos estableciendo un canal de una sola vía a través del cual tratamos de atender nuestros deseos personales; pretendiendo recibir bendiciones sin dar ni aportar ni reconocer que todos somos parte de la misma tripulación; que todos estamos de alguna manera vinculados y que siempre el ser humano tendrá necesidades materiales y emocionales que satisfacer, cada uno en diferente grado.
Es conocida la historia de dos hombres que se encuentran frente a la imagen de la Virgen de Guadalupe rezando; uno era un indigente que le pedía a la Virgen un dólar para comer pues llevaba días sin alimentarse; el otro era un ejecutivo que pedía un millón de dólares para cerrar un proyecto; al cabo de un rato, el ejecutivo que escuchaba lo que pedía el indigente, saca un dólar de su billetera y le dice: “toma tu dólar para que comas, y por favor ya no me la distraigas”.
Antes de solo pedir todo lo que te falta, agradece por todo lo que tienes. Considera tus peticiones y también tus aportaciones y aprecia lo que tienes porque lo que es obvio y dado para ti puede ser el milagro y bendición de otra persona.
EL EJE CENTRAL
Una oración con valor agregado considerara la gratitud como eje central, el agradecer permanentemente a todos y por todo como una práctica sana que invierte la ecuación, para que en lugar de pedir, ahora activemos el poder del dar.
La gratitud es energía positiva que lanzamos a la infinitud y que indefectiblemente retornara a nosotros muchas veces encubierta en la casualidad, la coincidencia o la sincronicidad. La gratitud actúa como una semilla con la que enriquecemos nuestra experiencia de vida.
Dar gracias no cuesta nada y es un recurso abundante que indefectiblemente, siempre dará buenos frutos; la gratitud es una forma de orar, porque implica reconocer las bendiciones, como simplemente el estar vivo y poder experimentar, hasta la que nos desafía frente a un problema, donde debemos mantener una actitud positiva y contemplar que con ella, alguna lección estamos aprendiendo o alguna parte de nuestro complejo ser integral estamos trabajando.
La oración alimenta el espíritu y es el espíritu el canal de canalización del ser humano con Dios. Medita, ora y agradece siempre y estarás fluyendo y sintonizando la frecuencia superior de la divinidad. Gracias, gracias, gracias.