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OPINIÓN/ CAMBIOS MINISTERIALES

Por: César Campos R.

 Resulta claro desde hace muchos años que el enunciado de “refrescar el Gabinete” como una señal positiva y de aparente sensibilidad a la voz del pueblo por parte del gobierno, devino en una huachafería graciosa y sin sentido alguno. Los cambios de ministros dentro de una visualización política hiperconcentrada en la figura de la presidencia de la República no corrigen ni añaden valor al poder ejecutivo.

A lo más solo encogen hombros ante renuncias o licenciamientos esperados o designaciones que por lo general nunca son aplaudidas pues nadie endosa cheques en blanco hasta ver la acción de los titulares de despacho.

También es claro que el segundo párrafo del artículo 122 de la Constitución (“Presidente de la República nombra y remueve a los demás ministros, a propuesta y con acuerdo, respectivamente, del Presidente del Consejo”) constituye otro chiste ajeno a la realidad pues, en la práctica, Dina Boluarte tiene el récord de nombramientos de sus favoritos según el grado de complicidad o sumisión que le guarden a ella o a su hermano Nicanor.

Lo único interesante es la designación de José Salardi en el ministerio de Economía y Finanzas. Un funcionario que viene de darle un impulso extraordinario a Proinversión y que fue ministro de la Producción en un periodo muy breve, hasta finalizar el gobierno de Martín Vizcarra por vacancia.

En este marco y bajo tales premisas, debemos entender la juramentación de los tres nuevos ministros el último viernes 31 de enero.

Quizás lo más irritante sea ver el retorno de la ex titular de Cultura Leslie Urteaga al Gabinete, está vez en la cartera de Desarrollo e Inclusión Social reemplazando a Julio Demartini cuya sostenibilidad, luego de destaparse el escándalo de Qali Warma, era inviable.

Urteaga tuvo una gestión llena de controversias en Cultura (el conflicto por el aforo de Macchu Picchu fue deplorable) pero el fracaso más notorio lo exhibió en su condición de escudera política de Boluarte. Interpelada por Mario Ghibellini el 25 de marzo del año pasado en canal N respecto a la evasiva conducta de la presidente ante la justicia y la prensa, Urteaga respondió sin sangre en la cara: “Creo que desde que ella ha asumido no está tranquilo el gobierno, porque siempre alrededor hay algo que va saliendo, ¿es porque es mujer? o no sé(…) si hubiera sido un presidente hombre sería distinto”.

El de Fanny Montellano en el ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (donde venía desempeñándose como vice ministra) responde al encargo de fusionar ese despacho con el Midis. Por enésima oportunidad se reestructura el Ejecutivo creyéndose que así caminamos hacia el paraíso de la eficiencia burocrática.

Lo único interesante es la designación de José Salardi en el ministerio de Economía y Finanzas. Un funcionario que viene de darle un impulso extraordinario a Proinversión y que fue ministro de la Producción en un periodo muy breve, hasta finalizar el gobierno de Martín Vizcarra por vacancia.

Ojalá Salardi pueda tener voz independiente en este gobierno de salida, defender las arcas fiscales de los zarpazos populistas del Congreso (el cual estará más desbocado que nunca en este año pre electoral) y propiciar un clima de verdadera confianza a los inversionistas gracias a su carácter prudente y constructivo.

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