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ORTEGA, UN PSICÓPATA PELIGROSO

Por: Luis Gonzales Posada.


El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, debería ser internado en un hospital psiquiátrico por la cantidad de disparates que dice y hace, producto de su demencia senil y espíritu dictatorial.

Ahora califica de “arrastrado” al presidente de Brasil, Lula da Silva, por “proponerse como mediador ante el Vaticano” para solucionar el problema generado por el fraude electoral en Venezuela, en lugar, dice, de reconocer “el inobjetable triunfo del chavismo”. El propósito del mandatario brasileño sería, según Ortega, “convertirse en representante de los yanquis en América Latina”.

Peor aún, anuncia rocambolescamente que enviará “combatientes sandinistas” para apoyar al dictador llanero; es decir, batallones de militares para participar en un conflicto bélico que solo existe en su imaginación.

Recordemos que este sujeto es autor de numerosos crímenes, de expatriar a centenares de nicaragüenses y provocar el éxodo de 700 mil compatriotas.

Su locura lo ha llevado a confiscar monasterios, arrestar y deportar religiosos –entre ellos, las monjas de la congregación caritativa Madre Teresa de Calcuta–, apoderarse del dinero de la Iglesia Católica depositado en la banca y clausurar sus medios de prensa.

En 2013, Ortega hizo historia (historieta) al anunciar la construcción de un canal interoceánico de 278 kilómetros, desde la costa del Caribe hasta el Pacífico. Al hacer el anuncio sostuvo, enhiesto y solemne, que sería “el proyecto de infraestructura más grande de la humanidad”, relegando a un segundo plano al histórico Canal de Panamá.

La faraónica obra fue encomendada a un empresario chino de apellido Wang Jing, que ofreció invertir 50 mil millones de dólares. Sin embargo, el sueño de Ortega se derrumbó porque Jing resultó ser un empresario quebrado y estafador.

Pienso que hacer el ridículo público afectó la salud mental de Ortega y gatilló la represión generalizada que provocó 355 muertos en las protestas de abril de 2018 a julio de 2019, según reporte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA.

Pero Ortega no se resignó a ubicarse en un segundo plano y, por ello, se alineó con el Kremlin, ofreciendo su territorio para que entrenen sus fuerzas armadas, en guerra con Ucrania.

Además, ha instalado en el cerro Mokorón, ubicado a un kilómetro al sur de Managua, una base de espionaje rusa a cargo de la Dirección de Inteligencia y Contrainteligencia Militar (DICIM). Ese centro de espionaje utiliza un sofisticado sistema de radiogoniometría y software SORM-3 para interceptar las comunicaciones de opositores políticos y sedes diplomáticas, según reporta el portal del diario La Prensa de ese país.

En su laberinto mental, Ortega continúa atacando a la Iglesia Católica. Es su principal objetivo, pero esa ofensiva no es nueva. En 1996, el cardenal Miguel Obando, que apoyó el derrocamiento del dictador Somoza, pronunció una célebre homilía conocida como “la parábola de la víbora”.

En clara referencia a Ortega, a quien consideraba falso y desleal, Obando narró la historia de dos personas que caminaban por la campiña y encontraron una serpiente que moría de frío. El más bondadoso cargó a la víbora, abrazándola para proporcionarle calor y salvar su vida, a pesar de que su amigo le pidió que no lo hiciera porque podía morderlo. El buen samaritano no lo escuchó, levantó al ofidio y lo estrechó en sus brazos.

Segundos después, sintió el hincón de los filosos colmillos y falleció. Ortega, iracundo, respondió a la homilía calificando al cardenal Obando de “capellán del somocismo, fariseo que ensucia la palabra de Cristo”. Y este respondió llamándolo “serpiente que vive, mata y muere escupiendo veneno”.

Preguntamos si puede seguir gobernando una persona con evidentes rasgos de esquizofrenia, como también lo demostró al calificar de traidor a la patria a su hermano, Humberto Ortega, ex jefe del Ejército, bajo arresto domiciliario porque tres décadas atrás condecoró al agregado militar norteamericano en su país. Sin duda, un loco debe estar en el manicomio y no en el Palacio de Gobierno.

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