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TITO Sí NOS REPRESENTA

La grita caviar no se hizo esperar. Apenas se supo de la designación oficial de Alberto Borea Odría como nuevo Juez de la CIDDHH, designado -a título personal- a propuesta del Perú por la Asamblea General de la OEA – la grita de un grupo ideologizado que pretende monopolizar el estudio, la investigación y el respeto por los derechos fundamentales empezó con alguna estridencia. Como Alberto Borea no comulga con sus posiciones ideológicas radicales, pues se pican.

en los últimos 30 años el Perú le ha dado la espalda al sistema interamericano de derechos humanos, lo que se mantiene hasta ahora con no pocas voces que pugnan por la imposible salida de ese sistema interamericano, y eso mismo, y la inadecuada defensa del Perú como Estado ante ese sistema interamericano de DDHH,

Sin embargo, la gran mayoría de los juristas de bien, de uno y otro sino, y, en general, de la colectividad nacional ha recibido con beneplácito su nombramiento como nuevo juez ante la máxima corte de justicia internacional en el ámbito americano. Honor al mérito.

Solo hay que recordar que la misma legitimidad que tiene la propia Corte, como máximo órgano jurisdiccional del sistema interamericano de DDHH, esa misma legitimidad con la que se creó, desarrollado e impuesto, es la misma que tienen las reglas de la OEA para la designación de sus integrantes. Ni más ni menos.

Ninguna persona de bien, por más ideologizada que esté, podría tener sentimientos contrarios a la designación de un jurista peruano a tan alto cargo internacional. Pero históricamente somos un país cainita, que no termina de madurar, no terminamos de salir de esa guerra civil ideológica que nos tiene tan tomados y tan divididos, en donde hoy casi se podría repetir como hace más de 100 años: primero los chilenos a los peruanos….

La designación de Alberto Borea es una clara distinción al foro peruano, qué duda cabe. Es también un gran mérito de la actual cancillería, porque sin un trabajo tan fino como arduo, su nominación y elección no habría sido posible en el seno de una institución tan complicada como lo es la propia AEA.

Y también, es un enorme reconocimiento a los méritos académicos e intelectuales de Alberto Borea, a un ejemplo de vida, a una docencia, a una tenacidad democrática, pasando por las aulas universitarias, la vida política activa, el ejercicio de la diputación y el senado y, también, como no, a la persecución política frente a maneras y formas claramente dictatoriales en una época oscura a finales del Siglo XX en el Perú. Tito Borea -sin ninguna duda ni cortapisa- prestigia al Perú, prestigia al derecho peruano. Fue profesor auxiliar en los años ´80 en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, cuando asistía en la cátedra nada menos que a Raúl Ferrero padre, y luego como profesor titular el mismo.

Prontamente sus afanes intelectuales y políticos lo llevaron a emprender una vida activa en esa política tan complicada, en el Apra. Luego, diputado y senador, corredactor de la Ley Orgánica del Poder Judicial aún en vigencia, y corredactor de la Ley N° 23506, la primera ley procesal de nuestras garantías constitucionales que fue la matriz de los procesos constitucionales en la era moderna, y el embrión de lo que hoy es, siendo que de esta manera ha tenido una gran exposición pública siempre a favor de la democracia, de la Constitución y, en general, del respeto de los derechos fundamentales de todas las personas sin exclusión. Eso nadie lo puede negar.

Su nombramiento nos prestigia, prestigia al Foro peruano, prestigia a la academia peruana y prestigia a la propia Facultad de Derecho de la PUCP, aunque algunos de sus actuales miembros y autoridades se permitan hacer un candoroso mohín sobre el mismo. Y prestigia al propio pueblo peruano, ya que solo un alma envenenada podría estar en contra de su designación y anteponer criterios ideologizados a la misma, antes que un sentimiento necesario de orgullo nacional.

Cabe resaltar, además, que en los últimos 30 años el Perú le ha dado la espalda al sistema interamericano de derechos humanos, lo que se mantiene hasta ahora con no pocas voces que pugnan por la imposible salida de ese sistema interamericano, y eso mismo, y la inadecuada defensa del Perú como Estado ante ese sistema interamericano de DDHH, es lo que ha propiciado que se hayan dado muchas sentencias en contra del Estado peruano, ya que los procesos en general no hayan sido bien llevados.

El punto máximo de esta situación ridícula se dio cuando en una audiencia ante la Corte, a raíz de la discusión sobre el indulto de Fujimori, el procurador del MINJUS decía una cosa, en tanto que el procurador de la PCM decía otra cosa contradiciéndolo, haciendo el ridículo ante los jueces de la Corte, ya que ni siquiera en eso nos podríamos poner de acuerdo con respecto a la defensa del Estado peruano.

Hay que entender que, ante el Sistema Interamericano, y en general el derecho internacional, quien comparece no es un ministerio, ni es una cancillería, ni un poder del Estado: es todo el Estado peruano quien tiene que comparecer, dar la cara y ejercer el derecho de defensa. Pero, lamentablemente, eso no se llega a conceptualizar adecuadamente debido a una suerte de apropiamiento ideológico en la lucha de los derechos humanos.

Empero, sin duda alguna, con el nombramiento de Tito Borea, junto con otro juez paraguayo, y las corrientes nuevas que pretenden poner en el canal correspondiente a la Corte, estarían evitando los evidentes excesos y extralimitaciones que se han dado en los últimos tiempos.

Va a ser un tema significativo el ver la colaboración -en el primer quinquenio del Siglo XXI- con la mejora justamente la defensa correcta, debida, apropiada, razonable y ponderada de los derechos fundamentales en el sistema interamericano.

Le auguramos a Tito Borea un gran futuro como juez en los próximos 5 años y esperamos que los casos que resuelva los haga con ponderación, justicia y con el profundo conocimiento jurídico que, de suyo, tiene y le vaticinamos una excelente representación del prestigio jurídico para el Perú.

En definitiva, podemos decir con todo orgullo y certeza: Tito, ¡sí nos representa!

 

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