El teniente del Ejército venezolano, Ronald Ojeda Moreno, de 32 años, estuvo encarcelado con 33 compañeros de armas en los sótanos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, DGCIM, donde fue sometido a humillaciones y golpizas para que revele con quiénes conspiraba para derrocar a Maduro.
Detenido el 19 de abril del 2017, logró escapar el 30 de noviembre del mismo año y buscó asilo político en Chile, estatus diplomático que obtuvo el 2023.
Un año antes, en noviembre del 2022, la televisión lo filmó de rodillas, con los brazos extendidos y una bolsa negra en la cabeza en el frontis del Palacio de La Moneda, demandando elecciones y libertad para los presos políticos.
Ojeda, pues, se había convertido en un peligroso símbolo de la resistencia y, por tanto, en objetivo del régimen chavista, que le imputaba, sin pruebas, “planificar actos terroristas y criminales, incluyendo el asesinato del jefe de Estado”.
Su vida corría peligro, y a pesar de cambiar constantemente de domicilio se sentía vigilado, hasta que desapareció.
Un video de vigilancia demuestra que el 21 de febrero “fue sacado de su casa a las 3 y 10 de la mañana en ropa interior por varios encapuchados vestidos de negro, con cascos, pasamontañas y chalecos antibalas, fuertemente armados”, resume la prensa del vecino país.
200 horas después de la extracción, su cuerpo fue encontrado en una maleta enterrada a metro y medio de profundidad y sellada con cemento; asesinato propio de la mafia o de bandas criminales contratadas por las dictaduras.
El teniente Ojeda, empero, tomó la precaución de escribir un diario dando cuenta de su escape y cautiverio. Son 185 páginas autobiográficas narrando los actos de barbarie a que fue sometido y sobre la corrupción de oficiales del Ejército, incluyendo el robo de municiones para abastecer a guerrilleros colombianos de las FARC y el ELN.
Ojeda recuerda: “Las descargas eléctricas se convirtieron en una práctica rutinaria al momento de hacerte hablar. Comienza con leves sesiones, que aumentan progresivamente dependiendo del grado de información que les suministres. La asfixia mecánica y golpes con barras mecánicas envueltas en esponja es para demostrarte que la ley ahí no existe”
Luego agrega: “Los cuartos oscuros y celdas aisladas tienen como fin dominar tu mente, llevarte al conflicto interno para asumir la autoculpa, el auto señalarte como victimario…”.
El diario La Tercera de Santiago, que reproduce parte de ese documento, señala que el relato “también detalla cómo era colgado en una pared durante horas, o que le sumergían la cabeza en un balde de agua para que hablara y dijera algún testimonio que ellos querían que repitiera. Así fue durante 13 días. Ojeda, por la falta de aseo en esa prisión, desarrolló picazón y sarna”.
Por este crimen han sido detenidos varios sicarios de la banda venezolana del Tren de Aragua que, según denuncias, Maduro utiliza para golpear y matar a opositores. Así lo cree, entre otros analistas, Iván Simonovis, un policía experto en criminalística que fue condenado a la cárcel por participar en las marchas contra el régimen y que fugó a los Estados Unidos.
Recordemos, en ese contexto, que existen innumerables testimonios de encarcelamientos, torturas y asesinatos imputados al régimen de Maduro reportados por el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, por la OEA, por fiscales de la Corte Penal Internacional, así como por 30 ex presidentes de la región y 27 gobiernos de la Comunidad Europea.
Las cifras de muertos por la represión escalan las 5 mil y recientemente la Misión Independiente de Expertos de la ONU ha publicado un informe identificando con nombres, apellidos y fotografías a 118 funcionarios responsables de esos delitos.
Tarde o temprano sabremos las cifras de la devastación, pero también quiénes protegían y quiénes guardaban silencio cómplice ante las atrocidades cometidas por el chavismo en la patria de Bolívar.
El tiempo alumbrará ese episodio de oscuridad, pero hoy el gobierno del presidente Boric tiene la responsabilidad política de evidenciar a los autores y cómplices implicados en el asesinato del oficial Ojeda.