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VILLANUEVA Y SU VERDAD

Por: César Campos R.

Sigo de cerca la crisis política generada en la hermana República Oriental del Uruguay debido a la renuncia de Pablo Iturralde a la presidencia del Partido Nacional, el mismo al cual pertenece el primer mandatario Luis La calle Pou. El motivo es un affaire político-judicial-mediático que hace espejo con nuestra realidad.  

En resumen: el semanario Búsqueda reveló chats de WhattsApp entre Iturralde y un ex senador detenido y procesado por abuso sexual, en los cuales el primero celebra la asignación del caso del segundo a una fiscal a quien considera “amiga”. Cabe decir que la “amiga”, en su proceder jurisdiccional, imputó 22 cargos y pidió la detención preventiva del ex senador, pero el escándalo desatado llevó a Iturralde a apartarse de la dirección del partido oficialista.

Lo más interesante son los debates televisados sobre el particular, pues se parecen como dos gotas de agua a los que se suscitan en el Perú por los jaloneos producidos en el sistema de justicia nacional. Las filtraciones interesadas y seleccionadas de información judicial, acusaciones de sesgos a fiscales y jueces, señalamiento de operadores mediáticos (algunos con puerta giratoria entre las áreas públicas de prensa y sus plataformas informativas) y, en general, un descreimiento generalizado respecto a la independencia absoluta de los magistrados.

En la semana precedente, la argolla caviar nativa destapó más botellas de vino o ron Zacapa ante la irregular destitución de Patricia Benavides saltando el procedimiento de la acusación constitucional por parte del Congreso, la reposición de Zoraida Ávalos en la fiscalía suprema (con recepción festiva de una portátil ayayera francamente deplorable) y por la aparente certeza que el colaborador eficaz con mayor potencia para hacerla añicos, Jaime Villanueva, bajaría la cerviz con tal de acomodarse al nuevo orden impuesto en el ministerio público.

Pero no. Contra lo que venía siendo su proceder de echarle barro a tiros y troyanos al gusto de cada cual, Villanueva tuvo un súbito rapto de confesión sincera ante la prensa la tarde del viernes 24 y dijo lo que era importante escuchar de su boca respecto a lo que consorcio Gorriti-Vela-Pérez y demás allegados pretendía distorsionar en torno a su nefasto papel en casos emblemáticos: “Saben que es cierto (todo lo que ha declarado) y no hay ninguna manera de sostener que en alguna parte digo la verdad y en otra no”.

El llamado “filósofo”, en aras de expiar lo que él mismo califica como conducta bochornosa e ilegal de su parte, no cederá espacio a esos falsos redentores. Ni tampoco a Benavides ni a su patético esquema de supervivencia basado en estrategias de quinta categoría. Seguirá siendo el gestor del insomnio de muchos y la comprobación qué aquí, en Uruguay (la Suiza sudamericana) y otras latitudes, la justicia tiene un tufo de sometimiento a intereses fácticos y subalternos.

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