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UCRANIA-RUSIA: LO QUE LOS UNE Y SEPARA

 

Escribe: Alan Torrico Lapoint (*)

 

En la política internacional entre potencias mundiales con capacidades nucleares, el miedo es la principal variable a tener en cuenta, a esta variable se le conoce como “disuasión”

 

En las últimas semanas el mundo se ha quedado paralizado y absorto ante la cruel y despiadada invasión del gigante de Rusia sobre el pequeño y pobremente protegido estado de Ucrania. Todos los noticiarios del planeta transmitían impresionantes imágenes de enormes explosiones sobre instalaciones estratégicas de Ucrania y el avance simultaneo de columnas blindadas rusas sobre zonas neurálgicas de esta noble nación, pero nada debió sorprender a los internacionalistas que desde sus trincheras de redacción advertían esta inminente guerra.
            No trato en de justificar, ni defender, tal o cual posición; trataré de hacer un análisis histórico que los hechos que llevaron en pleno siglo XXI a estas dos naciones civilizadas a recurrir como último instrumento de la política internacional, que es la guerra. Como decía el pensador prusiano Carl Von Clausewitz, “la Guerra es la continuación de la política del estado por otros medios”. en este aspecto no se puede entender el presente si no se comprende el pasado y menos, proyectarse hacia un futuro.
            Las relaciones entre los territorios que ahora conocemos como Ucrania y Rusia se remontan desde la época de los vikingos (siglo VIII y IX). Muchas tribus vikingas se asentaron en las orillas del mar báltico y comenzaron a expandirse sobre sus costas y riberas de los ríos estableciendo relaciones comerciales, actividades de piratería y uniones con tribus de eslavos orientales. Los vikingos asentados en estas zonas fueron conocidos como los “Varegos”.
Ellos remontaron los ríos interiores creando alianzas comerciales o instalándose en asentamientos conquistados y su avance fue inconmensurablemente grande, llegando hasta las costas de Constantinopla en el estrecho del Bósforo (mar negro). Al establecer una red comercial, cultual y religiosa sería el germen de la identidad rusa ortodoxa.
            Inicialmente la capital de este enorme reino Varego se centró en la ciudad de Novgorod la Grande y después fue trasladada en el siglo IX a Kiev, capital de Rus de Kiev. Los vikingos comercializaron desde pieles, madera, especies, plata, oro y esclavos. La relación entre las ciudades de Bizancio y Rus de Kiev se fue acrecentando con su evangelización; ésta fue una meta de los monjes ortodoxos bizantinos, como fueron San Cirilo y San Metodio, quienes introdujeron un nuevo alfabeto que hasta la actualidad se utiliza tanto en Rusia, Bielorrusia y en Ucrania. A este estado vikingo (varego), posteriormente será conocida la ciudad Rus de Kiev llegando sus fronteras hasta el rio Dniéper por el este, Polonia por el sur y Finlandia por el norte.
            Como consecuencia de disputas hereditarias entre los descendientes a la corona del principado del Rus de Kiev, comienza un proceso de atomización territorial, unas ciudades se hacen más pequeñas y otras son absorbidos por estos estados vecinos, y muchas otras, comienzan lentamente a realizar una expansión hacia el este, en donde los climas más fríos y de configuración más boscosa les daba la oportunidad de lograr un futuro mejor y seguro. Es justamente en la primera parte del siglo XIII que ocurre un proceso histórico mundial de importancia. El principado del Rus de Kiev fue sometido mediante una guerra al yugo del imperio mongol, esto se debe a la aparición de hordas mongolas originarias del centro de Asia y la mayor cantidad de territorios sobre la que anteriormente habían pertenecido a éste principado.
            Muchos de los sobrevivientes de las incursiones mongolas se trasladaron más al este, a zonas que les proporcione mayor seguridad e independencia, llegando a establecerse en las orillas del rio Moscova, hoy Moscú.
            Tiempo después serán sometidas bajo el vasallaje de la llamada Horda de Oro, también de la etnia mongola, sin embargo, los moscovitas lograron tener cierto grado de soberanía y comenzaron a expandirse en este territorio, sometiendo a tribus locales y consolidándose como un Estado, mientras que, para lo que fue Rus de Kiev fue incorporada en los siglos XIV y XV a la mancomunidad Polaco –Lituania.
Durante la dominación de la mancomunidad, también vino acompañada de una profunda catolización de la alta nobleza ucraniana, que en su gran mayoría dejaron de profesar la religión ortodoxa, para abrazar al catolicismo. Esta situación puso a los nobles en contra de la población campesina y principalmente contra los cosacos del rio Dniéper. Durante este periodo de la edad media los ucranianos fueron conocidos en Europa como “rutenos”.

 

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            El nombre original de Ucrania fue conocido como el “Rus del Kiev” y en el ámbito latino como “Regnum Russiae”, pero cuando fue absorbida por la Mancomunidad Polaco-Lituania y dejo de ser un estado independiente, el Zarato Moscovita asumió el antiguo nombre de Ucrania como “Reino de Rusia”, diferenciándose claramente a Ucrania como Rutenía y el Zarato de Moscú como Rusia.
            Posteriormente, durante el siglo XVII los conflictos internos entre los nobles ucranianos o retenos, como se les conocía entonces se hizo imposible de manejar, la represión del estado se hizo sentir con toda su fuerza para obligar a los ortodoxos a abandonar sus creencias y abrazar al catolicismo, estos continuos enfrentamientos llevaron a que los cosacos del Dniéper a pedir apoyo al Zarato moscovita, que ya había asumido del nombre de Reino de Russiae, quien acudió en su ayuda y en 1654 incorporo todos los territorios ucranianos al este de rio Dniéper y los territorios dominados por el llamado “Hetmanato Cosaco” que abarcaban los territorios noroccidentales y centrales de Ucrania.
Cabe señalar que los príncipes Moscovitas en el siglo XV asumieron la denominación de Zar, debido a los continúanos matrimonios que se realizaron entre príncipes y princesas de Moscú y Bizancio, derechos que fueron incrementándose con la caída del Constantinopla en 1453 y con la consecuente pérdida de poder religioso de los ortodoxos griegos en Bizancio.  Moscú se convirtió en sede y eje de la fe ortodoxa mundial, y su príncipe en la continuación del poder romano en el oriente, es por eso la denominación de Zar proviene de vocablo Cesar.
            Una de las principales metas planteadas por el Zar de Rusia, fue la de defender y expandir la fe ortodoxa rusa, e hicieron de esto una política de estado llamada rusificación. Mientras Rusia se anexaba gran parte del territorio ucraniano, la península de Crimea se encontraba aún bajo la denominación Tártara, conocida como el “Kanato de Crimea”, quienes profesaban el islam y permanentemente se encontraban en guerras contra sus vecinos.
Posteriormente a finales del siglo XVIII con la partición de Polonia, entre Rusia y el imperio Austro-Húngaro, Austria se adjudicó el territorio de Galitzia, mientras el resto de Ucrania paso a ser parte de Rusia. No es hasta 1783 en que Rusia conquista y se anexa la península de Crimea, comenzando una fuerte política de rusificación en toda Ucrania, limitando ciertas autonomías a los nobles ucranianos e incorpóralos a la sociedad y burocracia rusa e imponiendo el ruso como idioma oficial.
Al iniciarse la primera guerra mundial se tenía a la etnia Ucraniana dividida en dos frentes; a Ucrania, propiamente dicha, peleando por Rusia, como parte de la triple entente, y Galitzia, peleando por imperio austro húngaro.
Al finalizar la primera guerra mundial y con la desintegración de la monarquía Romanov y la abdicación del Emperador Austro húngaro, surgen nuevos aires de nacionalismo en Europa oriental. Con el renacimiento de Polonia, los estados bálticos de Lituania, Letonia y Estonia y sobre todo dándose la guerra civil en Rusia, es motivo por el cual diversas etnias intentaron separarse de lo que fue el imperio Ruso, para lograr su soberanía e independencia, dentro de las cuales se encontraba Ucrania. Este periodo dura hasta 1921, es así que Rusia pierde lo que se conoce como los estados bálticos, Polonia y Galitzia, pero logra mantener gran parte de Ucrania.
En 1922 se crea oficialmente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), otorgándoles a los territorios o naciones integrantes un estatus de autonomía federativa, pero que en la realidad estaban sometidos a la despótica tiranía de Josif Stalin, quien se encargaría mediante el empleo del terror, asesinato y deportación aplacar cualquier intento de autonomía soberana, para lo cual aplicó un programa de repoblamiento o reasentamiento de poblaciones enteras, a fin de lograr una estandarización étnica en la Unión Soviética, además de una fuerte política de industrialización del país.
Hizo que trabajadores de grandes poblaciones agrícolas fueran trasladadas a zonas industriales para convertirlos en obreros, esto ocasionó una enorme hambruna, principalmente en Ucrania que era una sociedad mayoritariamente agrícola. Algunos estudiosos calculan una mortandad hasta en 7 millones de personas.
Con el inicio de la segunda guerra mundial la URSS invade a Polonia en 1939 ocupa la zona de Kresy,  anexándola a la república socialista de Ucrania, posteriormente con la ofensiva Alemana de 1941 (Operación Barbarroja) los ejércitos del centro ocupan todo el territorio ucraniano, el cual se convierte en un interminable campo de batalla, librándose en su territorio las principales acciones bélicas, como son las dos batallas de Kiev y las 4 batallas de Jarkov, muriendo millones de tropas y civiles.
Después de la extrema represión realizada por Stalin contra los ucranianos, no era raro presagiar que grandes sectores de la población recibieran a los alemanes como liberadores y muchos ucranianos fueron incorporados a las fuerzas armadas nazis, como fuerzas auxiliares. Pero poco tiempo después de la ocupación en Ucrania, los nazis mostraron su verdadera faceta, que era usar su territorio como espacio vital futuro (Lebesraum) para la nueva Alemania y utilizar a la población ucraniana como mano de obra esclava.
De esta situación, surgen grupos de partisanos pro soviéticos que responden a las directivas de Moscú, así como también surgen una serie de otros grupos partisanos que operan por orden de los nazis a fin de limpiar todo vestigio de la administración soviética en la región.
A partir de 1943 comienza la gran contra ofensiva soviética, sobre las fuerzas nazis, empujándolas hasta el corazón de la Alemania nazi y acabando esta con la toma de Berlín el 1 de mayo de 1945. Uno de los grandes ejércitos soviéticos en tomar la capital germana fue el “Segundo Frente Ucraniano”, al mando del mariscal Ivan Koniev. Después de la segunda guerra mundial comienza un profundo programa de sovietización de Ucrania, eliminando cualquier vestigio de nacionalismo o colaboracionismo nazi, empleando agentes de la NVKD (policía política soviética) a fin de asesinar o desterrar y también reubicar poblaciones enteras y reemplazarlas por otras etnias rusas. Es en estas circunstancias en las cuales de la gran cantidad de poblaciones de Crimea y del Donbas son mayoritariamente de etnia rusa.

 

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            Con la muerte del dictador Stalin en 1953 y la asunción de Nikita Jrushcho v, como primer secretario del partido comunista de la unión soviética, comienza un agresivo programa de desestructuración del aparato represivo stalinista y se da inicio a un programa de modernización e industrialización de la república socialista soviética a Ucrania, reestructura las fronteras de la Unión Soviética, transfiere a Ucrania en 1954, sin consulta previa, la soberanía territorial sobre la península de Crimea, que hasta entonces era de Rusia, a fin de administrar eficientemente ese territorio mediante el mejor abastecimiento de servicios básicos como agua potable y electricidad.
Nadie podía presagiar en, ese entonces, el colapso de la Unión Soviética; todas las repúblicas socialistas soviéticas eran administradas desde Moscú y no como un estado federativo, sino como un estado unitario, hasta que al final en 1991 sucedió lo impensable.
            En 1991 se dio por disuelta la Unión soviética y algunos estados. Los miembros trabajaron duro por tratar de mantener la unión mediante la conformación de un nuevo estado federativo, el cual se denominó Comunidad de estados independientes. Algunos otros estados como los bálticos y Ucrania decidieron separarse completamente de lo que fue la unión soviética y se proclamaron libres y soberanos. Es así que nace el estado independiente de Ucrania, bajo el beneplácito de los países occidentales y principalmente de la OTAN, quienes se habían encontrado en una guerra fría con la URSS por casi 60 años.

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Ante este desmembramiento de la antigua URSS surgen una serie de dudas, temores y oportunidades que son rápidamente emplazadas entre rusos y norteamericanos, como es la conveniencia de la no incorporación de nuevos miembros a la OTAN sobre territorios que anteriormente fueron parte de la URSS, en vista que Ucrania había dejado de existir y por lo tanto la amenaza de una guerra ideológica como había sido planteada era ya una imposibilidad.
Pero, sin embargo, en el año 2004 fueron incorporados los estados bálticos de Lituania, Estonia y Letonia, así como muchos de los estados independientes que antes pertenecieron al tratado de Varsovia.
Esto fue tomado como un desafío por el gobernante ruso Vladimir Putin que aspiraba llevar a Rusia al sitial de una Rusia imperial, tratando de vender la idea de una cosmovisión euroasiática, mientras que los occidentales y principalmente los norteamericanos ven en ello una oportunidad para realizar una maniobra indirecta que desarticularía el aparato militar ruso, al estar Rusia rodeado por países que militarmente estaría dominados por la OTAN.
Este enorme riesgo a la seguridad rusa fue respondido en su oportunidad al reprochar repetidamente a los Estados Unidos por meterse en asuntos concernientes las antiguas áreas de influencia e interés que habían poseído la antigua Unión Soviética y en la cual los norteamericanos se habían comprometido a respetar. Promesa que jamás se cumplió.  La tentativa futura de incorporación de las repúblicas de Georgia y de Ucrania a la OTAN, era algo que los rusos no tolerarían y realizarían todos los esfuerzos posibles para impedirlo, sin embargo, la situación fue llevada al extremo no dejando espacio diplomático a las propuestas rusas.
Para los países europeos miembros de la OTAN también es una posición absolutamente incomoda, ya que Rusia es un gran productor de hidrocarburos necesarios para la industria europea, así como la producción de materias primas muy cercanas a sus industrias y sobre todo el reciente recuerdo del sufrimiento de la segunda guerra mundial hace casi imposible recurrir a la guerra como una posibilidad, salvo el accionar de los Estados Unidos que desean dominar política, militar y económicamente a los estados europeos, desechando la visión rusa de una comunidad euroasiática.
           Rusia después de la vergonzosa salida de Boris Yeltsin y con la asunción de Putin al poder, ha tratado de recuperar su importancia como potencia mundial, para ello implementaron políticas de captación de los antiguos estados que formaron parte de la Unión Soviética, llevándolos nuevamente a su área de influencia, además de generar diversos conflictos étnicos entre las ex repúblicas renuentes, como por ejemplo la segunda guerra con Chechenia, la guerra de Osetia del Sur contra Georgia, la anexión de la  península de Crimea y el reconocimiento de la autonomía de los territorios de Donetsk y Lugansk en Ucrania; estas acciones constituyen una prueba de ello,
            Es irónico ver como los estados europeos que conforman parte de la OTAN están entre la espada y la pared, entre Rusia y los EEUU. Recurriendo una situación hipotética: imaginemos que Canadá que es integrante activo de la OTAN, democráticamente decide un cambio radical de gobierno y asimismo, decide separarse de la OTAN, estableciendo una alianza militar estratégica con Rusia y que permitiera el acondicionamiento de bases militares rusas en su territorio; es casi seguro entender la reacción de los EEUU ante esta decisión, tal como lo hizo en la llamada crisis de los misiles de Cuba de 1962.
            En la política internacional entre potencias mundiales con capacidades nucleares, el miedo es la principal variable a tener en cuenta, a esta variable se le conoce como “disuasión” debido a que el temor de una destrucción mutua es permanente, ante esta realidad las potencias tienden a recurrir a estrategias indirectas a fin de lograr reducir espacios de maniobra a sus rivales, es por ello la necesidad de definir y defender claramente sus zonas de interés y de influencia, que les permita una adecuada defensa contra cualquier amenaza, sea esta política, económica y militar.
La invasión de Ucrania es penosa, condenable y bajo todo punto de vista civilizado, fue injustificable, pero para los rusos necesaria, tanto como lo fueron el incontable número de países que fueron invadidos por las potencias mundiales en los siglos XX y XXI, para mantener sus objetivos geoestratégicos, pese a la existencia de organizaciones como la “Liga de Naciones” y “la ONU”; es claro que los intereses de las potencias están muy por encima del derecho internacional.

(*) General de Brigada ® EP.  Lic. en Historia y Magister en Desarrollo y Defensa Nacional.

 

 

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