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LA CACHETADA DE WILL SMITH

Escribe: César Campos R.

 

¿Qué hago ocupándome de Hollywood en esta columna de opinión política? Pues enlazo lo descrito con las diarias intervenciones públicas del presidente Pedro Castillo donde pretende encasillar a sus adversarios en las categorías de blancos, pitucos, limeños y ricos,

 

Varias veces, he visto el incidente generado por Chris Rock al hacer una broma (para muchos, de mal gusto) sobre la calvicie de la esposa de Will Smith y la reacción de éste propinándole a Rock una sonora cachetada (también para muchos, desproporcionada) durante la ceremonia de estrega de los premios Oscar.
He mirado igual la recepción de la estatuilla por parte de Smith y su ensayo de justificación al episodio anterior. Y he disfrutado la película “Rey Richard: una familia ganadora”, motivo por el cual el famoso Príncipe del Rap fue galardonado por la Academia de Arte y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos como el mejor actor 2021.  Luego ya procesé la información sobre las inevitables consecuencias: la renuncia de Smith a su membresía en la Academia en un mar de solicitudes de disculpa y la sanción que le impone la misma de vetarlo por diez años de participar en sus eventos.
En toda esta cosmovisión de un hecho farandulesco, extraigo un ángulo que percibo trascendente: el que los dos protagonistas son afroamericanos. Además, comprometidos en su tarea actoral con la causa reivindicativa de la raza de sus ancestros. La paradoja aumenta cuando la película “Rey Richard…” constituye un homenaje al espíritu luchador, terco y emergente de Richard Williams para hacer de sus dos hijas, Venus y Serena Williams, las primeras afroamericanas en llegar a la cúspide del llamado “deporte blanco”, el tenis.
Quiero imaginar si la mala broma de Rock hubiera estado en boca, por ejemplo, de Jack Black u otro comediante no negro. Sin duda la lectura del percance hubiera sido diferente, inclinándose hacia consideraciones racistas, humillantes, supremacistas y un largo etcétera, antes de detenerse en el bofetón. Pero quiso el destino que sean dos morenos los protagonistas, mostrando fehacientemente que los desequilibrios emocionales no tienen color, credo, patria ni sexo: son humanos.

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¿Qué hago ocupándome de Hollywood en esta columna de opinión política? Pues enlazo lo descrito con las diarias intervenciones públicas del presidente Pedro Castillo donde pretende encasillar a sus adversarios en las categorías de blancos, pitucos, limeños y ricos, quienes – por supuesto – lo odian por nativo (que no lo es), rural, provinciano y pobre. Sin embargo, en la semana precedente, los Will Smith de Huancayo, Ayacucho, Cusco, Ica, todo el Perú pobre y trabajador le propinó una severa cachetada, expresando así su condena a la mala broma de gobernar con ineptitud y corrupción flagrante. El saldo trágico ha sido ocho muertos.
No son los capitalinos entonces la vanguardia de la oposición a Castillo. Hoy más del 80 por ciento de compatriotas están unidos en el propósito de defenestrarlo del poder presidencial, junto a la organización criminal (esencialmente familiar) que lo rodea. Y a diferencia de Smith, sí resulta imprescindible, por la vía constitucional, quitarle el Oscar democrático que el pueblo le otorgó el 06 de junio del año pasado.

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