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LA OLA DEL SIGLO XXI: EL DESPERTAR ESPIRITUAL

Gustavo Blanco Ocharan

gblancociticars@gmail.com

 

La vida indudablemente está signada por el cambio cómo dice aquella popular canción de los Iracundos “el mundo está cambiando y cambiará más…” o aquella otra de Héctor Lavoe “… todo tiene su final, nada dura para siempre”; tanto los seres vivos como los objetos inanimados estamos expuestos a las vicisitudes del tiempo.
Todo cambia permanentemente y en los últimos tiempos percibimos el ritmo de ese cambio con mayor intensidad; como si la realidad hubiese prevalecido respecto al tiempo y la obsolescencia asumiera una función más activa, casi protagónica marcando el derrotero de lo vigente y amenazando al ser humano con la mismísima inutilidad.
Históricamente la humanidad ha pasado por grandes eventos de transformación, alguno de los cuales destacaron por sus repercusiones generales y que de alguna manera aún perduran, como ejemplos de estos importantes hitos históricos podemos citar; la creación y desarrollo de la agricultura que determinó el sedentarismo y la formación de ciudades;  el industrialismo, con el invento de la imprenta, las fábricas y la producción en masa; la tecnología y la expansión de las telecomunicaciones, con la creación y masificación del uso de los ordenadores que marcaron el inicio de la era digital, el auge del posmodernismo, el fin de las ideologías y el cuestionamiento religioso tradicional; en este escenario cargado de incertidumbre surge la nueva ola con el despertar espiritual que nos induce a la mirada interior, a explorar el mundo cuántico y sopesar el componente invisible del Espíritu y su interrelación con el Universo y la creación.
El cambio puede darse para evolucionar o involucionar; es decir, hay un cambio bueno que podemos denominarlo innovación y también hay otro cambio contraproducente que no contribuye ni con el sano crecimiento ni con el bienestar porque nos orienta a la descomposición y al caos.
También es un hecho comprobable que no todo proceso de transformación es puro, vale decir que, así como se presentan condiciones favorables, el mismo proceso también conlleva en sí  aspectos perjudiciales y recusables. Por ejemplo, el desarrollo agrícola comprendió también el feudalismo; la revolución industrial dio impulso al capitalismo y al socialismo; la revolución tecnológica amenaza con deshumanizarnos y controlarnos; cada etapa significativa tiene sus pro y contras, sus luces y sus sombras, sus buenas intenciones y sus distorsiones
El despertar espiritual o despertar de la consciencia, como proceso de transformación se caracteriza por no juzgar ni descalificar, propone la aceptación como bandera, explora, medita, y fluye, reconoce y respeta la naturaleza, considera la transformación, la innovación y la mejora a partir del cambio propio, tomando consciencia para simplemente ser.
El despertar espiritual sugiere que el ser humano tiene un valioso potencial por descubrir y lo hará paulatinamente cuando profundice en su Autoconocimiento y comprenda que más allá de su ser material, físico y biológico habita en él un Ser esencial, al que está llamado a descubrir en Espíritu y en Verdad, entonces podrá Auto trascender.
La consciencia es la energía inmanente que compartimos con el Universo, el despertar espiritual nos invita a prepararnos para armonizar frecuencias para sintonizar con el poder infinito de la creación.
A diferencia de los otros procesos de transformación, el despertar espiritual no tiene un lado oscuro porque Despertar es elevar nuestra consciencia para comprender y superar nuestras propias sombras, parte de reconocer que si existe en nosotros y en la humanidad oscuridad esta puede ser canalizada a través de la luz pura, diáfana, única, omnipotente del Espíritu Infinito cuya misteriosa chispa divina habita también en nosotros.
La generación actual emergente es inmediatista, todo lo tienen y lo quieren a la velocidad de un clic y la vigencia es tan efímera como un post, estamos viviendo al ritmo de la tecnología y cada vez somos más parte del mundo virtual, la generación x y la generación digital será la que tarde o temprano tendrán que correr la nueva ola emergente cuando experimenten el vacío, la soledad, la depresión, que por defecto producen el materialismo, el consumismo, la indiferencia, la deshumanización y la digitalización exagerada.
En términos prácticos los defensores del evolucionismo no están tan distantes de los precursores del espiritualismo, porque ambos comparten el cambio como un común denominador, biológicamente el cambio puede reflejarse en adaptaciones físicas; mientras que espiritualmente el cambio puede evidenciarse en términos de expansión de la consciencia.
Probablemente la relación del Homo Sapiens con el Homo Deus no sea tan utópica y sea el complemento del conocimiento y la sabiduría que son estados de desarrollo y evolución de la inteligencia; como también lo son, el instinto y la intuición.
El cambio conlleva también la actualización de ciertos paradigmas como aquel que aún se escucha “todo tiempo pasado fue mejor” parecería ser más una expresión de nostalgia que un hecho real; ahora preferimos aferrarnos al paradigma que recomienda vivir intensamente el presente porque el ayer y el mañana no existen, entonces reflexionamos más respecto aprovechar y valorar el aquí y el ahora que sería una idea mucho más vigente y real que contribuye más con nuestro despertar, crecimiento y desarrollo espiritual.
El despertar espiritual no es una simple moda, pero sí una insoslayable tendencia, el siglo XXI será el escenario de esta nueva ola diferente que se nutre del Amor (con mayúsculas ) como semilla, el perdón como fruto del mismo, el despego como homenaje a la libertad, a la inclusión, a la fraternidad, la solidaridad, la integración, la hermandad de todos con el Todo; quizás sea el mundo mejor que imaginó John Lennon de aquellos soñadores dispuestos a despertar en consciencia y que sin duda cada vez somos más.
California October 16, 2022.
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