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CHILE LE RESPONDE A BORIC

Por Luis Gonzales Posada.

 

Podríamos citar a otros académicos y expertos internacionalistas que cuestionaron con dureza la intervención de Boric en Cepal. Lo importante ahora es que ese oscuro episodio no afecte las relaciones bilaterales,

 

Las desatinadas declaraciones del presidente de Chile, Gabriel Boric, sumándose a la falsa narrativa esparcida por los gobernantes del bloque del socialismo del siglo XXI, en apoyo al golpista y corrupto exmandatario Pedro Castillo, han sido acremente censuradas en su patria.
José Rodríguez Elizondo, prestigiado académico y Premio Nacional de Humanidades, sostuvo que “la diplomacia, como la defensa, exige políticas de Estado y no de gobierno, partido ni amigos ideológicos”, agregando que en ese contexto se hacía necesaria “una diplomacia sabia, prudente y respetuosa de las formas que, en lo internacional, se identifican con el fondo”.
Por ello,–señaló– “me ha parecido asombrosa nuestra gratuita inmiscusión en el manejo de la crisis peruana en desarrollo. Es decir, nuestra intervención en Celac adversa al único gobierno vecino con el cual teníamos la autodeterminación en paz”.
Por su parte, el exembajador chileno en Lima Fabio Vio manifestó que “las palabras del mandatario y las calificaciones innecesarias son una intervención en el proceso interno que está viviendo el Perú”, advirtiendo “que es una frontera que todos los gobiernos chilenos han evitado traspasar por sus complejas implicaciones. Fue muy desafortunado, mucho más grave de lo que la gente cree”.
Igual de categórico ha sido su exembajador en Alemania Carlos Huneeus, al decir que la intromisión de Boric es parte de su inexperiencia política. “Al presidente no le correspondía referirse al tema. Me pareció que él estaba pensando en las protestas que él participó en el estallido social. Debería haberse quedado callado, sobre todo porque este tipo de manifestaciones se pueden volver a repetir”.
El periodista Sergio Muñoz, analista del medio de prensa La Tercera, fue más incisivo al señalar que “es difícil concebir una expresión de mayor descriterio que la injerencia en los asuntos internos del Perú en un momento de máxima tensión en ese país. Su discurso en la reunión de Celac confirmó las servidumbres ideológicas que condicionan sus actos, pero además su incomprensión de los intereses permanentes de Chile”.
Por su lado, el ex canciller Hernán Felipe Errázuriz, sostuvo en el diario El Mercurio que “décadas de esfuerzo de presidentes y diplomáticos chilenos por cuidar las relaciones de Chile y Perú se consumieron en pocos minutos con las declaraciones del presidente Boric, que prefirió actuar como activista en vez de jefe de Estado”.
En el plano académico, Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, encontró una explicación psicológica a la intromisión de Boric diciendo que el mandatario “se constituyó en figura política a partir de la protesta. Su liderazgo; la idea que él tiene de sí mismo; las fantasías de heroísmo que en ocasiones lo han de invadir; los recuerdos que atesora como si fueran un ejemplo; la reminiscencia que como una ensoñación ha de consolarlo en los malos momentos; el apoyo emocional que su memoria debe buscar cuando se siente incomprendido, están todas relacionadas con la protesta callejera que en su caso podría ser llamada la escena originaria, en torno a la cual él se erigió como figura política. Y al ver lo que ocurre en Lima esa escena originaria, alrededor de la cual dibujó su propia identidad política, renace, lo invade, y entonces él olvida que es un jefe de Estado”.
Podríamos citar a otros académicos y expertos internacionalistas que cuestionaron con dureza la intervención de Boric en Cepal. Lo importante ahora es que ese oscuro episodio no afecte las relaciones bilaterales, intensas no solo en comercio, inversiones y flujo migratorio, sino en la participación de ambas naciones en la Alianza del Pacífico y en el Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC). Afirmar esa política de convivencia pacífica y fructífera es lo trascendente. Lo otro quedará en el cajón de los malos recuerdos.

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