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SANTIAGO CONTORICÓN

 

Escribe: Francisco Diez Canseco Távara (*)

 

Descansa en paz Santiago. Tu huella firme y justa seguirá marcando el paso en tu Patria querida.

 

 

El vil asesinato del líder ashaninka Santiago Contoricón ha generado, hasta el momento, una decidida acción de las autoridades que no debe perderse, de manera alguna, en la desidia y el olvido que han sufrido los asesinatos de otros dirigentes de nuestras etnias indígenas.
Conocí a Contoricòn hace muchos años cuando inicié en el VRAEM el primer proyecto – y hasta ahora el único-  de sustitución del cultivo de coca ilegal por ajonjolí orgánico, con sorprendentes y positivos resultados.
Contoricón, Héroe de la Pacificación Nacional, fue un líder valeroso y pensante: se enfrentó sin temor alguno a las sanguinarias columnas senderistas que operan en el VRAEM y siguió haciéndolo hasta el día de su muerte. E hizo lo propio con los narcotraficantes en defensa de sus hermanos ashaninkas que, frente a la pobreza, la amenaza y el abandono pudieran caer  en manos de esos delincuentes. Muchos fueron esclavizados y muchos otros cruelmente asesinados.
Los sicarios que lo mataron de cinco balazos en la puerta de su casa tienen ciertamente ese origen: el del grupo terruco  que lideran los Quispe Palomino en alianza con los narcos que continúan actuando en el VRAE y para quienes la presencia de este extraordinario dirigente era un obstáculo que tenían que eliminar.
El líder ashaninka no sólo se enfrentó a senderistas y narcos sino que también lo hizo frente a la tala ilegal en las tierras comunales de Puerto Ocopa pese a la lenidad de las autoridades y, como bien se sabe, a la propia complicidad de algunas con estas actividades económicas ilegales y delictivas.
La muerte de Santiago Contoricón debe llevarnos a una profunda reflexión sobre lo que significa para nuestra Patria la presencia y ahora la ausencia de un hombre que entregó su vida entera a luchar por los Derechos Humanos de sus semejantes, sin desviaciones ideológicas y poniendo permanentemente en juego su propia existencia en un escenario como el del VRAEM donde la violencia es la partera de muchas historias.
Desde esta columna quiero rendirle un sentido homenaje a Santiago Contoricón. Firme en sus convicciones jamás se arredró ante el peligro sentando un ejemplo para las nuevas generaciones que debe ser recogido en nuestros libros de texto en los que ciertamente se desestima en la narrativa a quienes, como Contoricón, suelen desaparecer con prontitud de la historia oficial, especialmente si son protagonistas de la dura lucha librada contra Sendero Luminoso y sus secuaces .
Descansa en paz Santiago. Tu huella firme y justa seguirá marcando el paso en tu Patria querida.
(*) Presidente de Perú Nación
Presidente del Consejo por la Paz

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