DESTACADASOPINIÓN

“NO COMPREMOS ARMAS A PUTIN”

Escribe: Luis Gonzales Posada

 

el Gobierno de Moscú está comprometido en negocios ilícitos, en actos de corrupción, que hacen incompatible que continuemos adquiriendo sus equipos bélicos, porque, de hacerlo, seríamos cómplices de esos hechos.

El Gobierno parece desconocer que Rusia está sujeta a sanciones por invadir Ucrania y cometer crímenes de lesa humanidad, delitos acreditados por fiscales de la Corte Penal Internacional y por todos los regímenes democráticos del mundo.
Esa retaliación es porque Putin ordenó bombardear escuelas, hospitales, centros comerciales y viviendas, asesinando  –hasta hoy– a 140 mil soldados y civiles ucranianos.
Para que la masacre sea más rápida y efectiva contrató al grupo Wagner, mercenarios de origen soviético que ultimaron a docenas de personas, incluyendo mujeres, niños y ancianos, a quienes arrojaban maniatados a fosas comunes en Crimea y Donbás, ciudades donde realizaron ejecuciones masivas y saqueos, conforme hemos visto en dramáticas imágenes televisivas.
El fundador del ejército de sicarios fue Dmitri Utkin, teniente coronel retirado de las fuerzas especiales rusas, que orgulloso mostraba en el cuello y brazos tatuajes con el águila nazi y de la SS, cuerpo de élite que jefaturó el criminal Heinrich Himmler, psicópata responsable del genocidio de seis millones de judíos.
De su sucesor, Yevgueny Prigozhin, se conoce que en 1981 fue condenado a doce años de prisión por robo y asalto, antecedentes delictivos que explican por qué parte de los 50 mil efectivos reclutados por ese grupo proviene de cárceles soviéticas.
Putin, asimismo, ha afectado gravemente la economía de las naciones europeas que no apoyan la invasión a Ucrania y, en sádica venganza, suspendió el suministro de gas, vital para que la población cuente con calefacción en un invierno de varios grados bajo cero.
Si lo anterior no bastara, amenaza constantemente con utilizar bombas atómicas para ganar una guerra donde ha perdido más de cien mil hombres por la firme – y heroica – resistencia del Gobierno del presidente Zelensky y por su absoluta incompetencia militar.
Recordamos lo anterior porque resulta inaceptable que el Ministerio de Defensa del Perú haya desconocido las sanciones y cometiera el despropósito de invitar a Rusia al IX Salón Internacional de Tecnología para la Defensa, evento que se desarrolló en el Pentagonito del 18 al 21 de mayo, donde los asistentes pudieron observar (perplejos) el stand de la empresa estatal soviética de armamentos.
En ese contexto, resulta inevitable recordar que a raíz del conflicto bélico con Ecuador se produjo un negociado en la compra de 18 aviones de combate MiG-29 y 19 sukhoi-25 adquiridos en 452 millones de dólares, cuando su valor real era de 158 millones de dólares, según demostró el Ministerio Público en el proceso penal a los responsables de esa mega coima.
No menos importante es constatar que Rusia provee de armamentos –además de generosos empréstitos– a las dictaduras latinoamericanas de Cuba, Nicaragua y Venezuela, que, en contraprestación y vergonzoso sometimiento político, han ofrecido sus territorios para que ahí ejerciten sus Fuerzas Armadas.
Más aún, para que la comunidad hemisférica tenga presente esa coalición, el 2018 aterrizaron en el aeropuerto de Caracas dos aviones bombarderos TU-160 con capacidad de portar armas nucleares, despliegue que cumplió el propósito de infundir miedo al pueblo venezolano y advertir que los rusos estaban dispuestos a todo para mantener esa siniestra dictadura.
Ahora ha llegado el momento histórico de la liberación, de cambiar la matriz de nuestras compras militares hacia Occidente, no sólo por consideraciones geopolíticas sino éticas y porque es imposible –por las sanciones– recurrir al aprovisionamiento ruso, lo cual resulta grave debido a que nuestros aviones y helicópteros de esa procedencia están obsoletos y paralizados, por falta de repuestos y mantenimiento.
Es importante recordar, en suma, que el Gobierno de Moscú está comprometido en negocios ilícitos, en actos de corrupción, que hacen incompatible que continuemos adquiriendo sus equipos bélicos, porque, de hacerlo, seríamos cómplices de esos hechos.
Lo señalado debe  tenerlo en consideración los gobiernos democráticos de América que no pueden continuar armándose con equipamiento ruso porque así nutren la economía de una superpotencia que desprecia la vida de quienes no están en su línea política .

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *