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NO ATRACO

Escribe: Elmer Barrio de Mendoza

No alimentemos métodos dictatoriales. Después nos costará muy caro deshacernos de ellos.

Quizá algún lector de Güik esté enterado de que dirijo un programa en ODTV que se llama NO ATRACO. Por si a alguien le interesa, va lunes, miércoles y viernes de 7 a 8 de la noche (se repite martes y viernes).
El origen del nombre es cartesiano: Dudo luego pienso, pienso luego existo. En resumen, no es bueno creer aquello que nos presentan masivamente  como cierto, es mejor hesitar (que significa dudar). Esa es la actitud inicial que conduce a la verdad. La credulidad sólo conduce a la ignorancia.
NO ATRACO comenzó cuando 8 de cada 10 peruanos creían que Vizcarra era un gobernante paternal y honesto y cuando 9 de esos mismos 10 pensaban que teníamos dos fiscales héroes que estaban acabando con la corrupción.
En ese exacto momento en NO ATRACO dijimos que Vizcarra era un farsante y que los fiscales héroes estaban al servicio de Odebrecht y del Club de la Construcción. Dijimos también que quienes sostenían que Odebrecht era una empresa reformada -y  afirmaban igual sobre Graña y Montero- estaban mintiendo y encubriendo la bosta de los grandes constructores.

El poder de los medios

Como dice Montserrat Crespín: “La legitimación de los medios reposa en el crédito que la ciudadanía les concede a los periodistas en calidad de fuentes confiables de conocimiento”. De esto se ha construido la boyante industria mundial de la “verdad inventada”.
Pero volvamos al Perú, que pareciera un gran campo de experimentación para esta floreciente industria.
Luego del fin del gobierno de Fujimori se produjo una gran concentración mediática de origen muy oscuro. Quedó en manos del Grupo El Comercio y de su socio menor, el Grupo La República. El gran cambio fue en la televisión. La familia Miró Quesada pasó a tener control de América TV, la mayor empresa televisiva del país. Fue una operación extraña, apadrinada desde Palacio de Gobierno, a precio de ganga para la mayoría accionaria y asombrosamente gratuita para la minoría.
Agreguemos que, no sé cómo, esta minoría accionaria (o sea La República de Mohme) se hizo con el manejo de la supervisión del uso de las más importantes redes sociales. ¿Alguien recuerda que Mohme también “coordinaba” con Montesinos?
Desde entonces el discurso mediático fue cada vez más uniforme y cada vez más sesgado hacia el “rollo progre”, que al mismo tiempo promovía y apañaba, por ejemplo, el enorme programa de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), liderado por Lula y las grandes constructoras brasileras. Y hacía lo mismo con otros grandes proyectos-despilfarro, claramente corruptos, también.
Por supuesto cuando estalló la podredumbre se hicieron los desentendidos, dijeron “¡al ladrón!” mientras seguían protegiendo (como aún lo hacen) a los grandes corruptores, que resultaron indemnes.
No sorprende pues que este poder apenas mencione que los archivos documentales de Odebrecht nunca fueron incautados, que el Acuerdo de Colaboración Eficaz es ajeno al conocimiento público, que sus ejecutivos y accionistas nunca fueron presos, que la información que ofrecieron nunca fue brindada, que los cuatro proyectos corruptos que fueron materia original nunca se ampliaron aunque ya se sabía que eran al menos once, que se les obsequió sin descuento el producto de la venta de Chaglla, que entre Ávalos, Vela y Pérez le anularon la deuda con SUNAT por más de mil millones de soles, que el Estado Peruano sigue permitiéndole contratos públicos y le viene pagando la custodia y mantenimiento de los activos del Gasoducto del Sur, etc.
Tampoco menciona este enorme aparato de prensa que tres personajes clave del proceso, Gustavo Gorriti, Rafael Vela y José Pérez dijeron a los cuatro vientos que Odebrecht era una empresa rehabilitada, como si fueran sus garantes, ni que había  incumplido la casi totalidad de los compromisos que asumió.
Igual no tiene ojos para evaluar qué fue de la conversión de delincuentes confesos en colaboradores eficaces, que no aportaron la mínima corroboración a sus dichos (Luis Nava, César Atala, Jorge Yoshiyama y demás).
Lo único que les interesa es tapar de barro a algunos y dejar escapar a otros, de acuerdo a sus intereses confesables e inconfesables.

La justicia no importa

Todos los ciudadanos tenemos derecho constitucional a la inocencia presunta y al debido proceso.
Para la prensa concentrada ninguno de ambos derechos fundamentales tiene la menor importancia. Y eso es muy grave.
La investigación y la opinión se mezclan. Si los chats de Jaime Villanueva mencionan a Patricia Benavides entonces son ciertos. Si mencionan a Gustavo Gorriti son falsos y parte de una confabulación: mejor hay que ignorarlos.
Si el postulante a colaborador eficaz dice que la hipótesis fiscal (por débil que sea) es cierta entonces merece ser liberado, si no lo dice, que siga preso. Así no es.
Los métodos proscritos en cualquier país civilizado aquí se han vuelto regla. Únicamente se requiere apuntar al blanco de los investigadores, que en realidad son inquisidor es, así sea con mentiras grotescas. El caso de Nava es increíble. Nunca presentó un solo elemento de corroboración de que Jorge Barata llevara dinero en loncheras y maletines a Alan García pero bastó que lo dijera para estar libre a pesar de tener cuentas millonarias en Andorra a su nombre (igual que Atala).
La prensa y los influencers se encargaron de volverlo “verdad”. No está en discusión si Alan fue o no corrupto sino si hubo o no corroboración de los dichos de los delincuentes premiados.
Ocultar lo de Odebrecht es lo crucial para estos “paladines” de la verdad porque los dueños del conglomerado mediático dominante están llenos de lodo y si alguien escarba con prolijidad los pondrá en jaque. Lo prolijo se vuelve enemigo entonces, por tanto hay que tapar ese lodo con otro lodo y de hacerlo se encarga esta prensa asociada al Club de la Construcción.
Vela tiene que volver a como dé lugar, esa es la aparente consigna principal. Pamplinas.
Lo medular es no perder el Ministerio Público ni la Junta Nacional de Justicia, si no Vizcarra irá a la cárcel. Y al padrino, el más abyecto de los presidentes, los ahijados no lo van a abandonar.
La Fiscal Benavides debe ser investigada de acuerdo a ley, con todo el rigor que ella (la ley) permita, dentro de los procedimientos establecidos. Lo único que se debe exigir es el respeto a la inocencia presunta y al debido proceso. Y lo debemos exigir todos los ciudadanos porque si no lo exigimos ahora, cuando luego nos toque, no tendremos derecho a invocarlo.
No alimentemos métodos dictatoriales. Después nos costará muy caro deshacernos de ellos.
Que tal si entrenamos a nuestro cerebro a decir NO ATRACO. A nadie le hará daño.
¡Felices fiestas!

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