DESTACADASMARTILLAZO POLÍTICOOPINIÓN

UN DESAFORADO “DEFENSOR”

El personajillo, que siempre se presenta como “defensor del pueblo”, usurpando un nombramiento que nunca tuvo por parte del Congreso de la República (CR), como lo ordena la Constitución, pues en la cruda realidad, solamente fue adjunto de un titular -que sí había designado por el CR- y que se aupara como “defensor adjunto” gracias al dedo meñique de aquél, y que comparece ahora en todos los medios de comunicación, desatado y desaforado, carente de formas y maneras. Parece que ha olvidado del viejo refrán que dice: “los agravios aparecen cuando las razones desaparecen”.
Así las cosas, en su última intervención llama permanentemente a una suerte de movilización social izquierdizante, al mejor estilo de lapicito Castillo, y que se traiga abajo las instituciones constitucionales, prescindiendo del CR, del TC, y de todo aquello que, en su concepto, no este acorde con los “valores éticos y morales” que dice exhibir de manera muy singular, bajo el subterfugio de que solo la movilización social traerá una verdadera democracia. En verdad, la Constitución y la institucionalidad le pasa por el costado.
Ya olvidó este personajillo, quien como jurista nunca fue gran cosa y quien hace mucho rato abandonó el derecho para dedicarse a la política activista desde el cobijo de un claustro universitario que lo apaña que, por un lado, en su momento, se arrodilló ante el expresidente Humala para recibirle un ministerio para el cual no estaba capacitado ni por el forro, porque nadie lo preparó en materia de seguridad interior como para hacerse cargo de manera impropia del ministerio de la seguridad ciudadana, cumpliendo con las expectativas de demostrar su absoluta incompetencia; no obstante, se desgañita por calles y plazas requiriendo  que todo el mundo tenga la meritocracia necesaria y los méritos suficientes para tal o cual cargo y, sin embargo, él, sin saber leer ni escribir, asumió uno de los ministerios más importantes del país, pasando con más pena que gloria, por su exigua labor, sin dejar huella alguna en un tema álgido como lo es la seguridad nacional.
Por otro lado, también recibió del expresidente Humala -y de su esposa Nadine- la “luz verde” para ostentar nada menos que la embajada ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), cargo para el cual tampoco estaba preparado y tampoco tenía habilidad diplomática conocida alguna, o por conocerse,  y en el que, por si no fuese poco, también transitó con más pena que gloria.
Sin embargo, ahora se dedica a señalar con el acusador dedito índice a todo aquel que no piense como él, para insultar, injuriar y denostar a todo aquel que no comulgue con sus proclividades a determinados ideales izquierdistas. Asimismo, convenientemente, en un intento de soslayar toda realidad que no le favorezca, es ciego para ver lo que ocurre en su propia casa, en la facultad de derecho en la que recibe complaciente cobijo, con el oscurantismo, vetos y omertá que les caracteriza, no permitiendo que haya verdadera pluralidad de ideas como enseña lo más esencial de la democracia.
Más bien, alienta censuras insostenibles para quienes que no comulgan con él que, como aquel de la Isla de los 13 del Gallo, ha trazado una línea sobre la arena, distinguiendo entre los “éticos”, los “prístinos”, los “impolutos”, de todos los demás a los que considera que no lo son. Esta supuesta línea divisoria entre los entre los éticos y los no éticos, no hace más que representar un papel absolutamente antiestético en una verdadera democracia.  Y así se proclama defensor de los derechos fundamentales que, por su esencia, etiología y desarrollo, deberían ser para todos sin excepción. Pobre personaje de triste figura y grotesco andar.

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *