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ATACAR CAUSAS, NO EFECTOS

Escribe: Rafael Rey Rey

Ninguna de las medidas mencionadas ataca las causas de los problemas que pretenden resolver. Y además de no resolverlos, generan corrupción adicional y abusos burocráticos.   

 

Los problemas no se resuelven solos. Hay que enfrentarlos, analizar las causas reales y tomar las medidas adecuadas. Siempre es más fácil dejar pasar, o solo intentar suprimir los efectos y no las causas del problema.
Las medidas que los burócratas han venido tomando para evitar la violencia en el futbol, aliviar el tráfico en Lima, impedir los asaltos a automóviles y reducir los atropellos en carretera, son ejemplo de lo que digo.
Para “evitar” la violencia en el futbol, el gobierno anunció que en adelante los partidos se jugarían sin público. La típica respuesta fácil y demagógica que, además de profundamente equivocada, es injusta con los aficionados pacíficos, que son la mayoría.
Para “aliviar” el tránsito en Lima, el gobierno creó la Autoridad del Transporte Urbano (ATU), como si los embotellamientos y el caótico tráfico se resolviera con más burocracia. Ahí se les ve, por decenas, moviendo su vara fosforescente, mirando sus celulares o conversando.
Para “impedir” los asaltos, el alcalde de Lima anunció la prohibición de quienes ofrecen limpiar parabrisas y ganarse una propina en los semáforos.
Para “reducir” los atropellos, Sutran, ha establecido unas multas elevadísimas a quien ose sobrepasar los 60 km/hr en algunos tramos de la autopista Panamericana.
Ninguna de las medidas mencionadas ataca las causas de los problemas que pretenden resolver. Y además de no resolverlos, generan corrupción adicional y abusos burocráticos.   
La falta de autoridad y de sanción efectiva a revoltosos y violentos, la ausencia de transporte público masivo eficiente, el déficit de infraestructura vial, el mal estado de las pistas, la reducción de carriles para improvisar ciclovías, los policías corrompidos, el desamparo legal de las fuerzas del orden al usar sus armas reglamentarias, etc., son las causas no atacadas por los funcionarios y políticos. Por complicidad, por pereza o por desidia. En cualquier caso, por ineptitud. 

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