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El Papado debe reivindicar a los templarios

Escribe: Ricardo Sánchez Serra*

 

 

Una moderna Orden Templaria se dedicaría a la defensa de la fe, de la vida, de la familia y realizaría actividades sociales o culturales. Reforzaría la Iglesia católica

 

En la época juvenil -y creo que en toda edad- uno se siente atraído por la valerosa e idílica acción de los cruzados. La lectura de libros como Ivanhoe, el Caballero Templario, Robin Hood, Barbarroja, además de las leyendas medievales, aparte que nos incitaban a leer, nos convencían de la justicia de la venerable causa de recuperar los lugares santos para el cristianismo.
La toma y el reino de Jerusalén y Saladino, el héroe del mundo islámico; son parte de las ocho –o más- cruzadas papales. En estas campañas militares lucharon guerreros de los reinos europeos y se formaron cuerpos como los caballeros de san Juan, san Lázaro de Santiago, Teutónicos, Hospitalarios (hoy Malta) Orden Ecuestre del Santo Sepulcro, Orden del Temple, Orden de Livonia, etc.
En esas guerras santas hubo excesos, sin duda, pero si no fuera por las cruzadas hay que estar agradecidos porque es muy probable que el mundo occidental sería hoy musulmán. Fue un acontecimiento tan importante, como la decisión del emperador Constantino el Grande, de legalizar la religión cristiana en el Imperio Romano y ser la oficial durante el mando de Teodosio I.

Mantuve la inquietud sobre la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón, asimismo denominada Orden del Temple o caballeros templarios, los más destacados en las cruzadas y que el Papa Honorio II los declarara oficialmente el “ejército de Dios”.
Fueron valientes guerreros, leales a la Iglesia y los miembros que no estaban en las milicias se dedicaron hábilmente a las finanzas, eran los prestamistas de toda Europa.
Esto último causó su ocaso, debido a que el rey de Francia, Felipe IV, tremendamente endeudado con ellos presionó al Papa Clemente V de disolver la Orden, acusando falsamente a sus componentes de herejía, blasfemia y sodomía.

¿Maldición?

El viernes 13 de 1307, Felipe IV arrestó y asesinó masivamente a los templarios, y se apoderó de sus bienes. De ahí la leyenda del día de la mala suerte.
Poco antes de ser llevado a la hoguera, el Gran Maestre de los templarios, Jacobo de Molay señaló: “Dios conoce que se nos ha traído al umbral de la muerte con gran injusticia. No tardará en venir una inmensa calamidad para aquellos que nos han condenado sin respetar la auténtica justicia. Dios se encargará de tomar represalias por nuestra muerte. Yo pereceré con esta seguridad”.
Antes de un año perecieron tanto el rey Felipe IV, como el Papa Clemente V.
En otros países europeos los templarios pasaron a pertenecer a otras órdenes o cambiaron de nombre y sus bienes pasaron a la nobleza, a los Estados o a la Orden Hospitalaria.
En octubre del año 2007 se publicó el documento Processus contra Templarios por parte de los encargados del Archivo Vaticano y se dio a conocer el Pergamino de Chinon, en donde el mismo y dubitativo Papa Clemente V exculpa a los templarios de las falsas acusaciones.
Si tenemos conocimiento que todas las imputaciones fueron calumnias y a la luz de la verdad histórica ¿por qué El Vaticano no reivindica a los templarios y anula la bula Ad Providam que los suspende? Van 717 años y no se les hace justicia.
En esos años algunos caballeros mantuvieron la continuidad de la Orden. Actualmente, existe una interminable lista de asociaciones que mantienen sus principios con otros nombres y buscan la rehabilitación. De acuerdo a la información de El País, la española Asociación Orden Soberana del Temple de Cristo, por ejemplo, se declara heredera, y hasta han valorado los bienes incautados en más de cien mil millones de dólares. Son nueve mil propiedades en Francia, Italia, Gran Bretaña, Alemania, Polonia, Luxemburgo, Bélgica, Portugal y España. No piden la restitución, sino la reivindicación.
Oficialmente la Santa Sede solo reconoce y tutela a la Orden de Malta y a la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, y “no tiene intención de hacer innovaciones”.
Una moderna Orden Templaria o Neotemplaria –ya que estaría comprobado que no hay continuidad histórica-, se dedicaría a la defensa de la fe, de la vida, de la familia y realizaría actividades sociales o culturales. Reforzará a la Iglesia católica.
*Premio mundial de periodismo “Visión Honesta 2023

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