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EL MIEDO COMO AL CID

Cuenta un famoso romance español de anónima autoría, el Cantar del Mio Cid, El Campeador, que fue un guerrero que lideró la Reconquista española de la península ibérica del dominio musulmán que se prolongó por ocho Siglos, para que, finalmente, ante la batalla última, el Cid muera atravesado por una flecha mientras custodiaba los muros de su ciudad.  Pero como sus adversarios conocían de su bravura y valentía, le temían.  Por eso, al amanecer del día de la batalla, sus tropas lo montaron en su caballo Babieca con un arnés, le amarraron a la mano a su temida Tizona, presentaron a caballo, y lo lanzaron a la cabeza de las tropas de ataque. Las tropas enemigas, sin saber que estaba muerto, huyeron del puro miedo sin presentar combate, abandonando para siempre la península Ibérica y cruzando el Mediterráneo para nunca más volver. Por eso se dice que el Cid Campeador ganó la batalla aún después de muerto.

como en el Cantar del Mio Cid- que aún después de muerto, hay necesidad de seguir matándolo, ya que la sola  figura, imagen y recuerdo de Alan García sigue produciendo en algunos un profundo miedo

 

Algo de eso está pasando con la figura póstuma de Alan García, salvando las distancias, los tiempos, los personajes y la cruda realidad. Porque no se puede entender, desde el punto de vista jurídico, cómo es que habiendo fallecido y no siendo ya sujeto del derecho y, por lo tanto, tampoco pasible de ningún tipo de procesamiento penal, se insiste con mancillar su memoria, al pretender deslacrar los celulares que le pertenecieron en vida.
La Constitución señala imperativamente que la vida del ser humano es el fin supremo del Estado y de la sociedad.  En ese sentido, persona solo puede ser aquella que tiene vida, que se mantiene con vida.  Por eso, al dejar de tener vida, inmediatamente se deja de ser persona. Por ende, deja de ser sujeto de derechos para el derecho, si cabe la redundancia, sus restos (sus “despojos”, García dixit en su carta póstuma) pasa a ser un bien mueble a plena disposición de deudos, y sus bienes pasan en propiedad (vía herencia) a sus herederos.
También enseña el más elemental derecho que la posible responsabilidad no se hereda y, por tanto, fenece, desaparece, se extingue para todo efecto con la muerte de la persona.  Sin embargo, eso no se aplica así en el caso de Alan García, en la justicia activista de los fiscales y del Poder Judicial de la hora actual.  En este caso, pretenden cebarse con su memoria, en nombre de un activismo justiciero casi desorbitado, al pretender extender más allá de su propia vida las posibles responsabilidades que podía haber tenido al intervenir de manera impropia sus teléfonos, a fin de poder hallar -dicen- medios probatorios contra otras personas que todavía están procesadas, medios probatorios que pueden ser encontrados idóneamente con los propios teléfonos de esas personas efectivamente investigadas, ya que hasta donde se sabe, en un teléfono nadie no conversa consigo mismo, necesita una conexión para poder  comunicarse con otra persona.

la persona fallecida sin condena debe ser considerada jurídicamente como un inocente,

Con lo anterior se evidencia que es la primera vez que se conoce que los bienes y los artículos personales de un fallecido siguen teniendo importancia para el derecho para establecer presuntas responsabilidades de otras personas y, claro, para mancillar, de paso, la memoria del propio fallecido. Para tener presente en los medios y en la opinión pública el caso de Alan García, pese a haber fallecido. Correlativamente, la persona fallecida sin condena debe ser considerada jurídicamente como un inocente, porque para ser culpable -de acuerdo a la Constitución y a la propia Convención Americana de Derechos Humanos- se requiere que la persona en vida sea pasible de una sentencia condenatoria firme en la última instancia, para determinar jurídicamente la plena responsabilidad penal, cosa que en el caso de García nunca pasó ni podrá ya pasar.  Pagó sus posibles pecados con el precio más alto que posee una persona, con su propia vida.
Así que, el mundo de los vivos nada más tiene que reprocharle, ya no está frente a nosotros, ya no aparece, ya no le corresponde, ya no existe, y, por lo tanto, solo queda su memoria: para sus partidarios la que corresponda, para su familia la que corresponda, para sus enemigos el silencio y el respeto frente a una persona que ya falleció y que ya no se encuentra en este mundo. El respeto es un valor muy escaso en el lawfare de hoy, en esa judicialización de la política y politización de la justicia que nos tiene tan agobiados, tan alejados de un verdadero valor justicia, esa axiología esencial en una sociedad democrática fundada en el derecho y basados en una constitución.
En este penoso caso se puede constatar con facilidad -como en el Cantar del Mio Cid- que aún después de muerto, hay necesidad de seguir matándolo, ya que la sola  figura, imagen y recuerdo de Alan García sigue produciendo en algunos un profundo miedo, un terrible miedo atávico. (GUIK)

9 thoughts on “EL MIEDO COMO AL CID

  • Miguel Roca

    Completamen de acuerdo Carla, ya nadie habla de los fiscales delatados por su ex amigo Villanueva, es una actitud propia del lumpem en que se ha convertido parte de la Fiacalía, carroñeros miserables que espero mas pronto que tarde les caiga la quincha de la justicia

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  • Manuel Montenegro

    Jamás el temieron al CID, sino a lo que hacía con sus multitudes…Así también ni le tienen miedo a tu difunto papa. Tienen miedo al efecto que traería su memoria…Saludos.

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  • Rosa Peredo

    Dios juzgue a las personas que sólo las mueve el odio, la envidia, aunque ya están pagando porque no se puede ser feliz con esos sentimientos.
    Alan Garcia Perez. es inocente y su memoria y legado deben ser preservados. A él le importaba la Historia, como lo considerarían las generaciones en el futuro.
    La verdad siempre se llega a conocer, estoy segura de su probidad.

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  • José del Carmen

    Con el ánimo de seguir tapando su corrupción, su podredumbre la cúpula del gobierno como es el poder legislativo y el poder ejecutivo, vivirán con este miedo profundo porque saben que al final tendrán que rendir cuentas si no es a la justicia humana lo harán al todopoderoso, pero aún así les importa un bledo lo que les importa es seguirle robando al peruano, así son los politiqueros, en el APRA, no permitiremos está corrupción, siempre llevaremos el legado de Haya.

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    • Nancy Elena Miller Cabrera

      GRACIAS POR SU COMENTARIO.

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  • GILBERTO NAVARRO DUQUE

    A Alan le tuvieron miedo, le siguen teniendo miedo los musulmanes peruanos, hombres del terror y de la falacia. ¿Por qué le siguen teniendo miedo? Creo, que sus PERSEGUIDORES no quieren que trascienda en el tiempo ni en el espacio, menos en la Historia porque ellos siempre fueron menos que él.

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    • Nancy Elena Miller Cabrera

      DE ACUERDO.

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  • Gilberto Blancas Campos

    El remordimiento mella la conciencia!!!

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    • Nancy Elena Miller Cabrera

      GRACIAS POR SU COMENTARIO.

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