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ARGENTINOS SALEN A LA CALLES A PROTESTAR CONTRA EL GOBIERNO

La precariedad social, la inflación nuevamente desatada y las divergencias internas acorralan al gobierno argentino, a las puertas de una marcha federal contra la pobreza y el hambre, convocada por la Unidad Piquetera.

Manifestación del Día del Trabajo, en Buenos Aires.

“Se reconoce un gran descontento social y económico de muchos sectores, no solo de los de bajos ingresos”

Para mañana, 12 de mayo,  se espera con mirada atenta en Argentina. Ese día se dará a conocer la cifra de inflación de abril. No se esperan sorpresas muy positivas, después de que en marzo el índice se disparara a un 6,7 por ciento, acumulándose un 16,1 por ciento en el primer trimestre, según datos del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos).
Ese mismo día, llegará a la Plaza de Mayo la “Marcha federal por el trabajo, el salario, contra el hambre y la pobreza”, convocada por la Unidad Piquetera. Será el punto culminante de movilizaciones iniciadas ayer martes (10.05.2022) en diversas localidades del país.
La protesta vuelve a las calles ante el aumento de la pobreza, que se elevó en el tercer trimestre del año pasado a más de un 43 por ciento, según un informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. En 2017, se estimaba una cifra del 28 por ciento.

Estamos hablando de comida

“Las organizaciones sociales que convocamos esta marcha, le planteamos al Estado que, como no está dando respuestas estructurales, al menos debe dar respuestas ante la emergencia. Las respuestas que ha dado hasta ahora no alcanzan. Estamos hablando de comida, de herramientas para hacer emprendimientos y poder tener algún nivel de ingresos”, dice Silvia Saravia.
La coordinadora nacional del movimiento Barrios de Pie- Libres del Sur, una de las organizaciones de la Unidad Piquetera, cuenta que “entre el último acampe y ahora, el gobierno ha anunciados dos ayudas”.
Una se refiere a la actualización de una tarjeta para comprar alimentos y otra, a la entrega de bonos. “Pero, como esos bonos la inflación se los come, nosotros consideramos que toda esa bronca que hay en los barrios populares va a mostrarse en las calles, de forma pacífica y organizada”, afirma.
“Se reconoce un gran descontento social y económico de muchos sectores, no solo de los de bajos ingresos”, observa el economista argentino Jorge Neyro. Acota que “quizá durante la pandemia, en 2020 y 2021, las cosas no iban demasiado bien tampoco, pero había menor movilización. Ahora lo que se nota es una sucesión de marchas de distintos sectores, reclamando cosas parecidas, desde sus puntos de vista”.

La espiral inflacionaria

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La inflación es el gran problema de fondo, según Neyro. “El empleo, dentro de todo, se ha recuperado razonablemente -para lo que es Argentina- después de la pandemia, pero se da el fenómeno de trabajadores pobres. Inclusive trabajadores formales”.
Muchos reciben ingresos por debajo de las canastas alimentarias básicas. Y esto es causado básicamente por la alta inflación. El consultor habla de “una gimnasia inflacionaria que lleva un montón de años, más de una década”. Pero de nuevo se acelera. “Claramente, la coyuntura internacional ha potenciado muchísimo los problemas argentinos”, dice el economista.
El alza del precio de los combustibles, que tiene atribulado prácticamente al mundo entero, también tendrá impacto en Argentina, presionada por el Fondo Monetario Internacional a retirar subsidios a la energía. Ahora comienzan las audiencias públicas sobre las tarifas de gas y electricidad, que no son vinculantes. Tras ellas, se espera que el Ministerio de Economía resuelva fuertes alzas, que afectarán a los sectores más acomodados, pero, por añadidura, repercutirán en la economía general.
Lo que ya ha subido considerablemente es el precio de los alimentos. El INDEC registró un alza del 7,2 por ciento en este rubro en marzo. Algo que, para Silvia Saravia, no está justificado. Argentina “es un país principalmente productor de alimentos. Y sin embargo se están vendiendo como si no los produjéramos acá y los tuviéramos que importar. Se calcula que nuestro país produce alimentos para unos 400 millones de personas. Aquí somos 45 millones. Nosotros planteamos que, además de un observatorio de costos, se separe una cuota necesaria para alimentar a la población, y luego se comercialice todo el resto. Ante una situación crítica mundial respecto del precio de los alimentos, creemos que esos empresarios van a tener buenas ganancias. Pero hay que priorizar a la población de acá”, subraya.

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